Amigos en matrimonio

#56

[Edmond]

Estuve poco más de una hora esperando a Melissa, de repente la veo bajarse del auto de Roman, él se acercó a ella, besó sus labios, Melissa me miró mientras lo besaba a él, eso me puso un poco incómodo por lo que decidí darme la vuelta.

—Me la devuelves temprano, Edmond— dijo Roman, me volteo a verlo.

Me forcé a no poner mala cara, pero tampoco voy a fingir una sonrisa, no me gusta la falsedad, sólo asentí, Melissa esperó a que se fuera para venir hacía aquí, está muy bella, pero que inusual es que su camisa tenga escote, ella baja la mirada, pasa su mano por la gran abertura de su camisa, me ve.

—Se rompió hace un momento, no es que me volví atrevida de repente.

—¿No quieres mi chaqueta? No quisiera que te sientas incómoda.

Deja su cabello detrás de su oreja y asiente.

—Ay sí, gracias.

—Ven, acompañame dejé el auto algo lejos.

—Bueno— contestó, Melissa me agarró la mano para ir conmigo.

No te emociones.

Muerdo mi labio, por más que decidí estar con alguien más no he podido con lo que siento por Melissa ¿por qué me miró de esa manera cuando estaba con Roman?.

—¿Me esperaste mucho?— me pregunta apretando mi mano un poco más.

—Sí, llegué temprano, no sabía que estabas con él.

—Ah, si ¿puedes creer que lo invité a salir? Se me  había olvidado por completo que saldría contigo, lo siento— se disculpa.

Me dieron escalofríos, me olvidó por él...

Dios como quisiera no amarla.

—No te preocupes ¿luego te irás con él?.

—Sí, me pidió que duerma con él en su departamento...

—Está algo fresco ¿y qué has almorzado? Cuéntame— intenté saber menos acerca de como le va con Roman.

—Edmond ¿estás resfriado o algo?— me preguntó, se puso frente a mí, se agarró de mi antebrazo, se puso de puntillas y tocó mi frente —. Tus ojos están algo rojos... parece que tienes fiebre.

Melissa mira mis labios por un momento, se aleja de mí.

—¿Qué quieres hacer?— le pregunto sin darle importancia a mi malestar.

Me mira desconcertada.

—¿Qué? ¿no quieres ir a tu casa mejor? Así te baja la fiebre.

—¿No quieres ver el juego?.

—Ash Dios, amigo vamos, no importa el juego.

—Bueno como digas— dije, Melissa con una sonrisa traviesa me extiende su mano —. ¿Qué?— le pregunté con una sonrisa.

—Llaves— exigió, puso su mano en su pecho —. Yo te llevo— dijo, le doy mis llaves, ella abre la puerta por mí, creo que está imitandome —, Sube por favor, príncipe.

Sonreí acercándome a ella, nuevamente su escote me llama la atención, decidí entrar de una vez, Melissa entró.

—Que divertida te ves imitandome, por cierto hace mucho que no me llamabas 'príncipe' me trajo recuerdos— le comento, ella pone una gran sonrisa y sus mejillas se enrojecen.

—Ay no, hay cosas que no deben ser recordadas— expresó avergonzada.

—Si recuerdas el 'pareces un príncipe' o cuando...— Melissa me cubre la boca.

—No, no, para jajaja.

Logré quitar sus manos y sonreír.

—Cuando me perseguías queriendo besarme porque querías ser una princesa y... casarte conmigo.

Nuestras miradas se quedan fijas, ella acaricia mi cara, por más que sienta mucho por ella la detuve, entonces se alejó.

—Tú me dejaste creer que eras un verdadero príncipe— alega.

—Me gustaba.

—Te gustaba jugar con mis ilusiones desde tan pequeño.

Cuando llegamos a mi casa intenté encender las luces, pero no funcionaban ya, que raro.

—¿Tienes tu celular?— le pregunto.

—No ¿y tú?.

—Lo dejé en el auto— le respondo.

Melissa me abraza.

—Edmond tengo miedo.

—Tranquila no pasa nada, será mejor que nos quedemos aquí hasta que regrese la luz.

Nos dirigimos al balcón se veía más claro por la luz de la luna, Melissa permanece cerca de mí, tiene la vista al frente.

—¿Quieres escuchar lo que hablamos con Roman?— me preguntó en un tono aburrido.

—Ya pusieron condiciones por lo que veo, pero bueno... contame— pedí con una sonrisa.

—Tus dones de adivinanzas me preocupan jajaja pero sirven a la vez ¿podrías decirme si Roman me es infiel?— bromeó, se apoyó en mí.

—Prefiero no adivinar eso, no quiero darle a Roman más motivos para separarnos.

Melissa suspira abrazandose a sí misma.

—Igual si llegarás a saber algo... lo que sea sobre ese asunto no dudes en contarme— advierte, toma mi mano, me mira a los ojos enseguida —. De ti no podría tener dudas, confío ciegamente en ti y eres el único de quien podría decepcionarme si me llegara a fallar, del resto espero lo que sea, pero de ti, Edmond ¡Dios! Tú eres mi otra mitad.

Mi corazón comenzó a alborotarse con eso, la amo, aún no he podido armarme de valor para contarle, estoy en un gran conflicto, por Mackenzie he guardado los secretos de Roman, pero no puedo respetar esa promesa si con eso están fallando a Melissa que por sobre todo ella es muy importante en mi vida.

—No te preocupes, nada permanece oculto siempre, si Roman te ha fallado eso se sabrá tarde o temprano— dije, beso su frente.

Melissa me observa por un momento, pone sus manos en mi pecho las desliza hasta mis hombros, aún manteniendo su mirada fija.

—Sería tan injusto que Roman me hubiese traicionado sin miramientos y yo teniendo la más grande de las tentaciones en frente...— susurra cerca de mi boca —. Aún así lo he respetado.

Dijo "en frente" ¿se refiere a mí?.

—Si y debes de sentirte orgullosa porque mantenerse firme en una relación donde las emociones se fueron debilitando es tan difícil de conseguir.

Melissa se da la vuelta cruzandose de brazos.

—Si estoy de acuerdo, pero sabes para ser honesta por un lado anhelaba poder devolverle el favor, no lo hice sólo porque no vale la pena y luego me arrepentiría de ello.

—Nunca vayas a hacerlo, no hace falta que lleves a cabo una venganza porque la vida se encarga de todo créeme.



#28359 en Novela romántica
#4700 en Chick lit

En el texto hay: amistad amor y drama

Editado: 14.07.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.