El viento está soplando fuerte. Los pequeños copos de nieve caen y se derriten sobre mi cara. No se escucha nada salvo como se golpean unas contra otras las ramas de los árboles. Estoy sola.
Parpadeo unas cuantas veces antes de despertar y darme cuenta en la situación en la que me encuentro y comienzo a analizar el entorno. Estoy en un bosque, completamente rodeada por árboles y arbustos, todo está cubierto de nieve y frente a mi hay un extenso rastro de sangre que comienza al principio de un desfiladero y termina frente a mis pies.
<<¡Oh, mierda!>> <<¡He matado a alguien!>> - No podía parar de pensar en la idea de que pudiera ser una asecina, estaba asustada.
De pronto, comienzo a sentir un fuerte dolor de cabeza, era tan agudo que pensé que en cualquier momento me explotaría. Me llevo una mano a la cabeza en un intento de retener el dolor. No tenía fuerzas, estaba completamente vulnerable.
Dejo caer mi brazo en la nieve fría y observo la palma de mi mano.
<<¿San...sangre?>> - Mi mano estaba cubierta completamente de un líquido rojo. <<¿De dónde ha salido esto?>>
Fue entonces cuando me di cuenta que, toda esa sangre en la nieve, era solo mía, imagino haberme golpeado la cabeza y haber rodado por el desfiladero hasta aqui. No había matado a nadie, o eso creo.
<<No puedo recordar nada>> En un momento, miles de preguntas invadieron mi mente. ¿Dónde estaba? ¿Cómo llegué allí? Y la peor de todas... ¿Cuál era mi nombre? Al no poder recordar este dato, la cabeza comenzó a dolerme aún más fuerte, mientras más trababa de recordar, más me dolía.
Trate de levantarme pero mis piernas están muy débiles así que con la poca fuerza que quedaban en mis brazos me arrastré hasta un árbol que estaba cerca y me recosté a el. Tenía que encontrar una manera de salir de aquel bosque, sabía que si me quedaba ahí, moriría.
Ya que no podía moverme, traté de pedir ayuda pero mi voz era casi como un susurro, mis cuerdas vocales estaban dañadas por el frío así que me ajusté la bufanda que traía he intenté no hablar para no perderla del todo.
Casi me estaba quedando dormida,debía mantenerme despierta para que así la temperatura de mi cuerpo no bajara y muriera congelada. Tenía que sobrevivir.
- Woff, woff, woff
<<¿Que ha sido eso?>> - Juraría que oí ladrar a un perro.
Levanto la vista rápidamente y miro hacia todos lados. Pero no había nada ni nadie, solo nieve.
<<Sólo ha sido mi impresión>> - me acomodo y cierro los ojos.
- ¡Woff! ¡Woff, woff!
<<Ahora sí que lo he oído>> Abro nuevamente los ojos y miro en la dirección de donde provino los ladridos.
En lo alto del desfiladero había un un pequeño cachorro, no era muy grande, pero para ser un perro de caza se ve bastante bien.
Parece que me ha visto, se va acercando poco a poco y llega a estar a sólo tres metros de mi. Se agacha y comienza a gruñirme.
- Grrrrr.
Trato de alejarme de el pero no he podido moverme.
- Grrrrrr. ¡Woff! ¡Woff!
- ¡Ey! Tranquilo amigo. - Le dice al cachorro la voz cálida de un chico que se aproxima por el norte.
Lleva una gorro gris, una bufanda ajustada y una gabardina calentita.
El chico se detiene y sigue con la vista la sangre impregnada en la nieve, ya casi borrosa, hasta que nuestros ojos se cruzan. Corre rápidamente y se coloca a mi lado.
- Ey ¿te encuentras bien? - Me dice mientras analiza cada parte de mi cuerpo tratando de buscar cual es el problema.
<<Al menos el no pensó que habías matado a alguien>> Se mofa mi subconsciente.
Me toma del mentón moviendo suavemente mi cabeza hacia la derecha y desliza sus largos dedos sobre la herida. Reacciono rápidamente a su tacto y lo evado.
- ¿Te duele? - Me pregunta al ver que lo evito.
Asiento con la cabeza, sin articular palabra.
- ¿Cómo te has hecho esto? - Me pregunta pero no le doy respuesta.
- ¿Puedes hablar?
No quiero que piense que soy grosera así que levantó mi mano débilmente y me la llevo a la garganta.
- Debo sacarte de aquí. - Dice y me coloca suavemente una de sus manos en la espalda y con la otra me recoge ambos pies, me levanta ágilmente como si fuera una hoja, como si no pesara.
- Vamos, Bob. - Le dice al perro el cual le sigue con obediencia.
- Tienes suerte que te haya encontrado, ¿Sabes?
Asiento. <<Este chico es realmente dulce, sus brazos son tan cálidos, me siento segura con el.>>
Creo que sigue hablando... Pero no entiendo ni media palabra que dice. Estoy comenzando a marearme, la cabeza me da vueltas, y me duele la herida.
- ¡Ey!. - Fué lo último que escuché de el.
Editado: 11.04.2020