EL CUARTO LADO DEL TRIÁNGULO
Carla
No pasó mucho tiempo de cuando vimos entrar a Cami con Miguel, y sentí un alivio profundo difícil de explicar. Cuando vi sus pintas, me di cuenta de que algo había pasado, más allá de las heridas de Miguel.
Por ejemplo; Camila entró con los pasos torpes, como si le costara estar de pie. Su pelo atado dejaba al descubierto un cuello rígido, tenso. Y en él pude notar una mancha oscura que el uniforme cubría apenas. Eso llamó mi atención. Sus ojos… no eran los de siempre. Había algo oscuro, algo que se había quebrado.
Miguel estaba en una camilla y yo fui y abracé a mi mejor amiga.
Estuve caminando por las paredes hasta que los vi aparecer.
Juro que iba a abrazarlo solamente esta vez para después gritarle en veinte idiomas. Pero ahora, prefería abrazarlo para cerciorarme de que está bien.
—Llamé a la abuela.—Fue lo primero que dije cuando tuve la atención de los tres. Me miraron como si estuviera hablando en chino.
—¿Por qué la preocupaste de esa manera?—El primero en atacar es Miguel.
—Porque esto no es algo que se resuelva en dos horas.—Lo enfrenté—. Van a estar al menos, unos días, y si la abuela seguía sin tener noticias de ustedes, le iba a agarrar un infarto. ¿Es eso lo que quieren?—Ninguno de los dos dijo nada, ahí me di cuenta de que por fin los hice entrar en razón.
Está perfecto que no quieran preocuparla, pero la abuela sufre mucho por ellos, son su debilidad, y si pasaba más tiempo sin tener noticias, ya se nos estaban terminando las ideas, hoy pudimos disfrazar la realidad, pero ya no. Marta tiene derecho a saber qué es lo que está pasando.
Dicha persona llegó y al verlos ellos lo único que pudieron hacer es sonreírle con los labios apretados como lamentando el estado en el que ella los tenía que ver. La abuela no sabía a cual de los dos abrazar primero. Sus manos temblaban mientras se acercaba, y cuando por fin tocó la cara de Leo, sus ojos se llenaron de lágrimas que no terminó de soltar.
Cami y yo nos miramos y también apretamos los labios. Dejamos que ellos hablaran con la abuela y salimos de la habitación.
—¿Qué pasó? Estás descalza, y...—Cuando iba a mencionar su pelo y esa marca, pude notar que ella ya tenía el pelo suelto, no vi en qué momento lo había soltado—. ¿Qué fue lo que pasó?—Terminé preguntando después de todo.
—"También fue asaltado anoche, lo encontré tirado al lado de un teléfono fijo después de que me llamara".—Dice ella.
No sé... algo de todo esto me hace mucho ruido. No creo que sea solamente eso. ¿Cómo explicaría su apariencia? Perece que se peleó con un animal.
—¿Y por qué vos estás así?—Se quedó en silencio un segundo de más. La forma en que bajó la mirada, el modo en que se mordió el labio... todo en ella gritaba que iba a mentirme. Y lo hizo. Pero su mentira tenía la forma de sus manos temblorosas y una respiración entrecortada que no podía esconder.
¿Por qué me miente? ¿Tanto le cuesta confiar en mí?
Aunque sabía la verdad sobre sus palabras, fingí creerle y fingí tragarme sus mentiras.
—"Fue algo sin importancia, no te preocupes".
Esas fueron sus palabras convertidas en expresiones. Me hizo una sonrisa que mostraba lo ligera que fingía sentirse. Me di media vuelta y volvimos a la habitación.
—¡¿Cómo que los asaltaron?!—Pregunta la abuela.
Los chicos asienten al unísono.
Veo a Camila agarrar su cuaderno de la mochila y me invita a salir de nuevo.
Esperé hasta que terminara de escribir en él. Más mentiras, supongo. Últimamente hace eso. Mentir y mentir. Si fuera Pinocho, ya hasta tendría un nido de pajaritos en la nariz.
"Cuando encontré a Leo, él estaba todo herido, también fue asaltado, y me dijo algo que... no entendí, quizás vos sí lo entiendas, o él ya te lo habrá dicho. Me dijo que sentía como si le arrancaran el estómago. ¿Qué quiere decir? Seguramente hizo referencia a lo mucho que le dolían las heridas, ¿vos qué pensás?"
Sentí un golpe seco en el pecho. Mis ojos se abrieron de par en par, sí, pero también se me heló la espalda. Era como si alguien me hubiera arrancado una certeza que ni siquiera sabía que tenía.
¿De verdad no me está mintiendo? Últimamente esa es mi pregunta hacia ella. Pero no, no creo que me esté mintiendo con esto. Pero entonces... significa que a Leo... ¿De verdad?
Así que sí, a Leo le gusta Cami. Lo sabía desde el principio, incluso cuando decía que era yo quien le gustaba. La diferencia en su mirada cada vez que se dirigía a nosotras era muy grande, bueno, no exageradamente, pero muy pocas personas se dan cuenta de eso. Y yo soy muy observadora.
—No, no sé qué quiso decirte con eso.—Mentí. si ella lo hace, yo también.
Y no es venganza, porque si a Leo le gusta como pienso, y ella está con Miguel, es lo mejor. Además, sería para armar discordia y ponerlos en situaciones incómodas, y ni hablar de que Miguel y Leo terminarían peleando.
Bueno, puede ser que una parte de que le haya mentido, tiene que ver porque ella me mintió. Y eso puede interpretarse como un poco de venganza. Para ella era importante saber qué le quiso decir Leo, como para mí es importante saber qué está pasando a mi alrededor. Y lamentablemente, sí, es parte de una lección.
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Editado: 22.06.2025