MISIÓN: RESCATE
Carla
Movía mi pierna con nervios, ya no daba más, necesitaba saber cómo iban las cosas. Roque y la abuela ya habían salido a poner la primera parte del plan en marcha. Se fueron toda la mañana, ya eran las doce del mediodía, y todavía no sabíamos nada de ellos. Supongo que para contratarla necesitan saber cómo limpia, cómo cocina, y demás, por eso capaz que lleva tiempo. Pero mi paciencia no sabe eso.
—Tranquila, ya van a volver, solamente hay que tener paciencia.—Me dice Miguel sentándose a mi lado.
—Cuando Dios estaba repartiendo la paciencia yo me había quedado dormida.—Dije con ironía. Él sonríe.
—Bueno, entonces hay que intentar ser pacientes.—Lo miré a los ojos. Quise soltar una sonrisa irónica, como era mi costumbre, pero me quedé viéndolo como una boluda.
—M-Mejor voy a ir a hacer algo para sacarme esta impaciencia.—Me levanté con un poco de torpeza y me fui al cuarto.
Me encerré y apoyé la espalda en la puerta. Suspiré.
—¿Por qué me pone tan nerviosa?—Pensé en voz alta, pero de manera susurrante—. Dios... No. No nervios. No impaciencia.—Me fui hasta la cama y empecé a ordenar.
Seguía nerviosa, pero no iba a dejar que nadie se dé cuenta.
Alicé las sábanas y el acolchado, saqué la almohada de Cami, la golpeé un poco para sacar un poco los nervios que tenía y le acomodé la funda para que cuando ella vuelva se acuesta en una cama prolija. Hice lo mismo con mi almohada, la golpeé más fuerte, cuando iba a ponerla en su lugar, encontré una carta, me la quedé viendo desde mi lugar, la agarré y tomé asiento en la cama.
En el sobre estaba escrito mi nombre con perfección y delicadeza, era la letra de mi mejor amiga.
Abrí la carta e incluso sentía su presencia a través de esas palabras plasmadas en la hoja.
—Amiga... Te extraño como si hubiesen pasado meses.—Dije con un suspiro antes de empezar a leer.
Carla:
No sé cuánto tardes en ver esta carta, pero quiero pedirte un favor.
Amiga… Aunque todo termine, aunque no nos volvamos a ver, quiero que sepas que siempre voy a estar mientras vos me pienses, mientras me tengan presente. Quiero que lo sepas de mí, por eso te escribo.
Van a venir cosas peores que mi ausencia. Lamentablemente, uno aprende a las malas. Si todo fuera fácil, pensaríamos que el mundo es perfecto y maravilloso… pero no es así. Para entender que el mundo es cruel, hay que sufrir. Para descubrir que no todas las personas son buenas, tienen que herirnos.
Sufrí durante diez años. Y la única que me hizo sentir amada, que me hizo sentir menos sola… fuiste vos. Después llegaron los chicos. Aunque hubo enredos, aunque nos lastimamos, siempre estuvimos ahí. El uno para el otro.
Carla, vos sos la fortaleza que les queda. Tenés que cuidarlos, apoyarlos, no los dejes solos.
Sé que Miguel te necesita. Lo conozco hace poco, pero llegué a conocerlo demasiado como para saber que se va a sentir culpable. Va a creer que no pudo protegerme. Decile que no es así. Que él tomó una decisión, y que yo tomé la mía.
Sé su fuerza. Sé su consuelo. Y decile lo que sentís, Carla. No te calles el amor. Decilo.
Porque aunque seamos jóvenes, no tenemos todo el tiempo del mundo. Nunca se sabe cuándo la vida puede arrebatarnos lo que más amamos.
El amor es difícil. Pero si se ama de verdad, vas a poder con lo imposible.
Y no hablo solo del amor romántico. Hablo del amor que hay en esta familia que construimos.
Un poco rota, sí. Pero la elegimos.
Elegimos a la abuela, a los chicos, y nos elegimos entre nosotras hace diez años. Todo eso se construyó con amor. Y aunque duela, sigue siendo amor. Porque el amor duele, pero también sana y reconforta.
Hoy los elegí a ustedes por encima de mí. Porque siempre me protegieron sin importar qué… y supe que tenía que devolverles el favor.
Por favor, cuidá a Leo.
Decile que, en el corazón de una chica, siempre hubo un lugar reservado únicamente para él.
Que fue mi primer amor. El primero y el único que me hizo darme cuenta de que una parte de mí había estado dormida… y que despertó gracias a él.
Decile que existió una chica que lo amó en silencio, incluso cuando no sabía amar.
Que aprendí lo que era el amor por él, aunque nunca haya sido recíproco.
Y si lo fue…
Recordale que ese primer beso no fue por fiebre, ni por miedo a la tormenta. Fue porque, por un minuto, decidí ser valiente.
Aunque después volviera a ser cobarde.
Por favor, sean valientes. Amen. Permítanse ser amados.
No porque seamos adolescentes significa que tenemos toda la vida por delante.
Sobrevivan. Cuídense. No se suelten.
Y Carla… arreglá las cosas con tus padres. Ellos te aman. Aunque no sean perfectos. Nadie lo es.
No vivas más así con ellos.
Te amo, amiga.
Y deciles a los chicos que también los amo con todo mi corazón.
Ustedes me enseñaron el significado de esa palabra.
Y el significado de la familia.
Con amor: Cami.
Sequé mis lágrimas y dejé la carta en la mesita de luz.
—No.—Dije con firmeza y la voz temblando—. Cada una de tus palabras están escritas como si te estuvieras despidiendo.—Hablaba como si ella estuviera ahí—. No lo acepto, no voy a cuidar a nadie, voy a ser fuerte con ellos para ir a salvarte, ¿me oíste? No vamos a seguir como si nada, voy a llamar a tu papá, que se digne a ser padre una vez en su vida, que deje sus estúpidos negocios, y que meta a la cárcel a todos esos malditos que te hicieron sufrir durante diez miserables años.—Alcé la voz, pero no grité. Mis palabras eran soltadas con fuerza y determinación—. Y lo que tengas que decirle a Miguel o a Leo, vas a decírselos vos, no yo. Yo no soy tu paloma mensajera, ¡vamos a meter a esos hijos de puta en la cárcel, y vas a volver a casa!—Exclamé.
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Editado: 17.08.2025