CAPÍTULO 02

Un año después…

—Hola, fiore —Saludó Adriano. Después de mi novio, él había sido el único al que le había permitido llamarme de esa manera.

En un principio era incómodo, pero después me sentí cómoda cada vez que me llamaba de esa manera

—Hola, Adriano.

—¿Qué tal nuestra salida de anoche?

—Increíble, todo estuvo casi perfecto. —dije casi, ya que había un pequeño detalle que había sido irritante durante la noche y eso era…

—¡Hola chicos! —Cecile, la repostera del restaurante. Ella llegó a los pocos días de que me contrataran, además de ser compañeras, nuestra relación era una especie de enemigas fingiendo ser amigas. 

—Hola Cecile, justo le preguntaba a Allegra sobre nuestra salida de anoche.

—Fue increíble, amore. Deberíamos repetirlo otro día, tal vez solo tú y yo.

Cecile estaba enamorada de Adriano, se notaba a kilómetros y me veía como una rival. Pero entre Adriano y yo solo existía una amistad.

—No podría, no tengo preferencia entre mis dos mejores amigas. —Adriano pasó una mano en nuestros hombros y besó nuestras mejillas. Luego se soltó y se dirigió a la cocina.

—Deberías dejar de parecer una ofrecida —mencioné a Cecile.

—Y tu una gatita desamparada. Conozco tus trucos Allegra, pero Adriano será mi novio. —amenazó.

Me reí ante su advertencia, no quería a Adriano como mi novio, tal vez me gustaba un poco, pero era un poco, es que muchas veces me recordaba a Franco y escucharlo hablar, en ocasiones era como si tuviera a mi prometido, a mi lado.

—Hola Allegra. —saludó Guido—. Vamos a la cocina porque tengo una noticia importante que informar.

Seguí a Guido hasta la cocina, ya estaban todos listos para iniciar la jornada de trabajo.

—¡Buenos días a todos! —exclamó Guido al mismo tiempo que daba unas palmas —. Tengo una excelente noticia, el día de ayer recibí la notificación, ya que nuestro restaurante ha sido elegido para participar en el concurso anual de cocina, lo que significa que nuestros Chefs Adriano y Allegra van a representarnos. 

—¡¡¡¡¿Quéééé?!!!! ¿Es en serio Guido? —inquirí con emoción. 

—Si Allegra, ambos van a ser concursantes. 

—¡Aaaaaaaa! —grité de alegría, no pensé en que participaría en este concurso, es el más prestigioso de Italia y estar ahí era un privilegio, era la oportunidad que estaba esperando. 

Abracé a Guido y después a Adriano. Los dos participaríamos en el concurso, él también era un magnífico chef y se merecía esto. 

—El concurso será en una semana, así que prepárense, el ganador no solo recibirá el prestigio de todo el país, será contratado para ser el chef principal Il Piccolo. 

¡Dios! Ese era el restaurante de mayor prestigio en el país, tenía lo mejor en comida de Italia, eran reconocidos a nivel internacional, estar ahí era un gran avance para convertirme en una chef reconocida. 

Después de la noticia de Guido, tomamos nuestro puesto e iniciamos a trabajar. Pasé el día con una sonrisa en mi rostro, no podía creer que tenía una oportunidad para demostrar mi talento y subir un peldaño más para lograr mi sueño, es decir, nuestro sueño, el de Franco  y el mío. 

Después de terminar la jornada, me apresuré para tomar mi bicicleta y dirigirme a casa. 

—¡Oye Allegra! Queremos ir a celebrar, ¿vienes con nosotros? —preguntó Adriano. 

—Me encantaría, pero le prometí a mi padre que le ayudaría con algunas cosas. Tal vez mañana, pero pueden ir ustedes —Propuse, ya que a su lado estaba Cecile, quien al escuchar mi respuesta, se marcó una gran sonrisa. 

—Entonces, saldremos mañana. —respondió Adriano. El gesto de Cecile cambió a ala típica cara de amargada que siempre poseía. 

—Cuídense chicos. —Hice un gesto con mi mano y tomé mi bicicleta. 

Después de un año ya estaba acostumbrada a este medio de transporte, aunque muchos me decían que era de manera insegura de recorrer Roma, nada me hacía cambiar de opinión. Tenía mucho cuidado, ya conocía los baches y los atajos, incluso mi récord había mejorado, ahora solo me llevaba treinta minutos llegar a casa y viceversa. 

Además, me encaba sentir el aire en mi rostro, la fragancia de los árboles y las flores, ni siquiera la lluvia me detenía. 

—¡Ya regresé! —grité desde la puerta. 

—¡Estoy en la cocina! —recibí respuesta de mi padre. Me acerqué y sentí el olor a comida, ¡olía delicioso! 

Era una chef, si, pero mi padre también tenía un toque único. Su comida era deliciosa y de siempre me gustaba comer lo que él preparaba, su sabor era hogareño con un toque de amor. 

—Todo huele delicioso —expresé y besé la mejilla de mi padre—, pero me parece que es mucha para dos personas. 

—Hoy tendremos invitados. 

—¿Invitados? ¿Por qué? 

—Tenemos que celebrar, Guido me contó la noticia y eso no puede pasar desapercibido. 

—¡Papá! Solo estoy en lista para participar, ni siquiera he ganado nada. 

Mi padre siempre buscaba una mínima excusa para hacer alguna comida e invitar a la familia de mi madre. 

—Ya solo por estar presente, eres una ganadora para mí, así que todos deben saber que mi hija irá al mejor concurso de comida de Italia y posiblemente te conveirtas en la chef del mejor restaurante de Italia. Tu madre quiso participar y nunca lo pudo lograr, así que debe estar orgullosa de ti desde el cielo. 

Bueno, mi padre tenía toda la razón, ya era un logro participar en el concurso. 

—¿Quieres que te ayude en algo? 

—No, tú eres la festejada, ya tengo casi todo listo. Mejor prepara la mesa para recibir a tus tíos y primos. 

—¿Vendrán las gemelas? —pregunté

—Fueron las primeras en alegrarse por la noticia, claro que estarán aquí. 

Estando en Roma conocí a la familia de mi madre, dos hermanos y sus familias. Lamentablemente, mis abuelos ya habían fallecido. Los hermanos de mi madre eran muy agradables y la mayoría de sus hijos, a excepción de las gemelas Alessandra y Alessia, dos chicas de veinte años que iban a la universidad, eran algo fastidiosos y si ellas se llegaban a enterar de algo de seguro todo el pueblo iba a saberlo.