Isabelle
Ha pasado más de una semana desde el cumpleaños de los peques, hoy tengo que ir a buscar los resultados de la biopsia. Durante este tiempo la verdad me he sentido peor, me canso muy rápido, no puedo estar tanto tiempo parada, de igual manera no he demostrado debilidad ya que no quiero preocupar a nadie y menos a mis hijos. He ido a trabajar toda la semana, aunque a Zoé no le agrade la idea, no puedo estar todo el tiempo encerrada.
Debo confesar que estoy asustada y qué por eso no me he sentido bien. Tengo fe en que todo saldrá bien y sino enfrentaré lo que sea, ya que tengo a dos personitas que dependen de mí.
Ahora mismo, me encuentro preparando el desayuno para mes gobelins, los llevaré al jardín para después ir a la clínica. Mis niños ya se encuentran sentados esperando su desayuno.
—Mami, ¿puedo tener novio? —pregunta mi pequeña Chiara. No sé si reírme o llorar porque mi hija de cinco años quiere tener novio. Me hace acordar a Alessandro cuando hablábamos de hijos, él decía que no iba a permitir que ningún mocoso se acercará a su princesa. Si él estuviera aquí estaría haciendo un drama. No puedes ir por ahí Isabelle a él ni siquiera les interesan —me recrimino.
—Amor eras muy pequeña para eso —es lo único que digo.
—Además papá se enfadará contigo —le responde Matteo. Lo miro con ojos bien abiertos, mi pequeño está usando la psicología inversa. Es tan inteligente como él, sabe que su hermana no hará nada que enoje a su padre
—No, papá no debe saberlo. No le digan nada mejor no voy a tener novio —grita preocupada —. No vaya a ser que papi se enoje y no quiera volver —dice ahora poniéndose triste. Aprieto mis puños, odio verlos así, pero no les puedo decir que tal vez nunca conozcan a su padre.
—Vamos a desayunar que se hace tarde —hablo tratando de olvidar el tema. Cosa que funciona a la perfección ya que comienzan a comer y cambian de tema.
Ya preparados nos dirigimos al coche en dónde los acomodo y abrocho sus cinturones para después subir al asiento del conductor y comenzar a manejar. Después, de unos minutos llegamos, abro sus puertas y los ayudo a bajar. Les doy un beso y entran corriendo al jardín de infantes. Me gusta tanto verlos así, sonrío y trato de pensar en positivo mientras me dirijo a la clínica.
Han pasado al menos unos veinte minutos, hasta que al fin llegó al lugar. Luego, de estacionar bajo del auto me dirijo hasta donde se encuentra mi amiga. Está al verme me sonríe, y sin decir una palabra nos dirigimos hacia la entrada de la clínica. Al llegar tocó la puerta, se escucha un pase, y así lo hacemos, en el lugar se encuentra el Doctor André y el Hematólogo Bernard. Ambas nos acercamos saludando al mismo tiempo que tomamos asiento. Ellos se mantienen serios por lo que no sé qué tienen para decirme.
—Los estudios confirman lo que nos temíamos —el doctor André es quien rompe el silencio. Eso me pone más nerviosa de lo que estaba, y solo puedo asentir para que continúe —. Lo que debemos hacer ahora es informarnos bien de tu caso y comenzar un tratamiento cuanto antes. ¿Estás de acuerdo? —pregunta cuando concluye a lo que logro emitir una afirmación.
—Bien. ¿Qué síntomas has tenido? —pregunta ahora el señor Bernard.
—He tenido fatiga, mareo, dolor de cabeza, falta de aire, eso creo que es todo —respondo sintiéndome inquieta. Ambos doctores se quedan pensativos durante unos segundos, luego se miran entre ellos y asienten.
—La enfermedad ha avanzado mucho por lo que debemos intervenir inmediatamente —me explica el doctor André. Mis ojos se han aguado ante la información, siento impotencia no sé qué mal he hecho para ahora tener que pasar por esto.
—El tratamiento más efectivo es el trasplante de médula ósea —informa —. Un trasplante de células madre para reconstruir la médula ósea con células madre de un donante podría ser la única opción de tratamiento exitosa para las personas con anemia aplasia grave que es tu caso —explica a detalle, aunque en estos momentos ni siquiera puedo procesar aquella información —. Sin embargo, el trasplante de células madre presenta riesgos. Tu cuerpo puede rechazar el trasplante, lo que puede llevar a complicaciones que pongan en riesgo la vida. Asimismo, no todas las personas son candidatos para realizarse un trasplante ni pueden encontrar un donante adecuado. ¿Tienes algún hermano que pueda ser donante? —pregunta. Mi hermana ni, aunque me estuviera muriendo frente a sus narices me ayudaría.
—Sí, pero no tengo contacto con mi familia —contesto sintiéndome desanimada.
—Es lo más seguro para este caso sería bueno que trates de contactarlos, son tu familia no creo que te quieran muerta.
—¿Qué otra cosa podríamos hacer? —insisto. Hablar con mi familia no es una opción.
—Aunque no es una cura para la anemia Aplásica idiopática, las transfusiones sanguíneas pueden controlar las hemorragias y aliviar los síntomas, ya que suministran células sanguíneas que la médula ósea no produce —responde el Hematólogo —. Aunque generalmente no hay un límite en el número de transfusiones sanguíneas que puedes recibir, a veces pueden surgir complicaciones con las transfusiones múltiples—sigue su explicación mientras solo puedo observarlos y asentir —. En el caso de las personas que no pueden someterse a un trasplante de médula ósea o aquellas cuya anemia aplásica se debe a un trastorno autoinmune, el tratamiento puede consistir en medicamentos que alteren o supriman el sistema inmunitario, aunque como todo tiene algo malo estos medicamentos debilitan aún más tu sistema inmunitario. También es posible que la anemia regrese después de dejar estos medicamentos —concluye su explicación.
—Desde mi punto de vista lo mejor es el trasplante de medula ósea, claro que tiene riesgo, pero es el más eficaz —interviene André.