Alessandro
Me encuentro terminando la junta, pasaré la tarde en mi oficina trabajando, y por eso le pido a mi secretaria que encargué mi almuerzo mientras me dirijo a mi oficina.
Al ingresar al lugar veo que hay una mujer, está de espalda por lo que no la distingo. Ella al escuchar mis pasos queda estática en su lugar, y cuando estoy por hablar se da la vuelta dejándome ver a una hermosa mujer, está me inspecciona para luego clavar sus ojos en los míos, y al hacerlo me quedo de piedra, es ella, la persona que más daño me ha hecho. Es hermosa con su cabello largo, sus ojos verdes, pero lo que llama mi atención es que se ve muy delgada y pálida. Me recriminó por pensar en abrazarla, ella es la mala, no debe estar aquí.
—¿Qué mierda haces aquí? —pregunto con dureza mientras miro sus movimientos —. Te dije que no te quería volver a ver en mi vida porque me encargaría de destruirte.
—Yo lo sé, pero necesitamos hablar —responde e inmediatamente me acerco furioso hasta donde está, ella se cubre con sus manos cosa que me enfurece aún más, me tiene miedo y eso no me gusta nada, dejando de lado todos los sentimientos que me provoca tenerla cerca la tomo del brazo al mismo tiempo que la acerco a mi rostro.
—No tengo nada de qué hablar con una cínica como tú —aseguro mientras presiono más el agarre haciéndole retorcerse del dolor, por un momento pienso en soltarla, pero estoy muy enojado para controlarme —. Ahora lárgate de mi empresa y no vuelvas.
—Por favor escúchame Aless —me pide, y por un momento me quedo observándola, se ve tan vulnerable, aprovecha que me he quedado callado y sigue hablando —. Necesito que protejas a nuestros hijos si me llegase a suceder algo. Si no se los llevarán, solo debes firmar esto y no lo harán —habla mostrándome los papeles que tiene en su otra mano. La miro para luego reírme en su cara por lo que me está diciendo creyendo que soy el mismo idiota del pasado, eso solo ocasiona que las lágrimas que estaba reteniendo desciendan por su rostro.
—Eres tan perra que vienes a joderme con tus malditos asuntos —le grito colérico —. Me importa una mierda lo que pasé contigo y tus malditos bastardos, que por cierto pensé que era uno, el hijo de puta de tu amante tiene puntería —digo sintiéndome asqueado mientras intenta soltarse de mi agarre cosa que no logra ya que presionó más. En este momento lo que menos me importa es que la estoy lastimando. Vino a restregarme en la cara que tuvo dos hijos con su maldito amante —. Ve a buscar al padre de tus bastardos y déjame en paz.
—No vuelvas a hablar así de mis hijos, ellos son tuyos, pero eso ya no importa —me grita enojada golpeando mi pecho con su mano libre mientras llora desconsoladamente —. Solo firma por favor no te molestaré más. No sabrás de mí, sino fuera necesario no te molestaría —suplica derrotada, y por un momento, me conmuevo por sus lágrimas, pero luego recuerdo que es una excelente actriz.
—Tus lágrimas no me transmiten nada —aseguro mirándole como sino valiera nada —. Ahora te largas — gruño mientras la comienzo a arrastrar hacia la salida. Intenta detenerme, pero yo soy más fuerte, y hace algo que me deja sorprendido y enojado, se arrodilla ante mí, logrando que me quedará de piedra por unos minutos, para después volver a tomar mi postura fría y distante. No puedo creer que haya caído tan bajo.
—Por favor, te lo suplico. Firma los papeles o me quitarán a mis hijos —ruega sin dejar de llorar.
—¿En serio has caído tan bajo? Mira que humillarte por dinero. Mejor vete no te daré ni un peso —me mira confundida como si no entendiera mis palabras —. No te hagas eso es lo que quieres, seguro quedaste sin dinero y estás actuando como una madre dedicada. Por mi te puedes morir hoy y no me importaría —le digo sintiéndome el malo de la historia, aunque sé que la única que ha hecho mal las cosas han sido ella —. Sácala de mi empresa —le ordeno a uno de mis guardias —. Tiene prohibido la entrada y quienes se atrevan a dejarla pasar estarán despedidos —advierto entrando a mi oficina y cerrando de un golpe la puerta.
Al estar completamente solo me permito desahogarme, tirando todo lo que hay en mi escritorio. No puedo creer que se haya aparecido después de tantos años como si nada. He creado tantos muros durante este tiempo y se cree con el derecho de venir a joderme la existencia. Está muy equivocada si piensa que voy a acceder por mí puede desaparecer del mapa y no me importaría.
—¿En serio Alessandro? Seguro te derrumbarías si le sucediese algo —dice mi subconsciente
—La odio —grito al mismo tiempo que lanzo un vaso por la pared.
—La amas querrás decir.
Se veía más madura en el buen sentido. Su cabello sigue largo como lo recordaba, lo que si note que sus ojos se ven como los míos sin ese brillo que la solía caracterizar y ni hablar de lo delgada que se veía y de su palidez. ¿Estará enferma? ¿O es parte de la actuación? Debo dejar de pensarla, por lo que decido ir a casa. Cuando voy llegando a la puerta veo algo en el piso, al acercarme me doy cuenta que es la carpeta que ella traía para que firmará. Por un lado, pienso en tirarlo en el basurero, pero por otro lado mejor lo llevo, por si decide hacer algo en mi contra. Al final decido llevarlo por lo que lo pongo en mi portafolio, para por fin salir de la oficina. Me dirijo al estacionamiento sin mostrar ninguna emoción, estoy seguro que todos pensarán que soy una mala persona por la increíble actuación de esa mujer. Casi me la creí, pero no me va a engañar dos veces, he cambiado y desde entonces no confío ni en mi propia sombra. Al entrar al vehículo mi chófer comienza a manejar, yo por mi parte tomo mi celular para revisar mis correos. Hay algo que llama mi atención, se trata de un correo que dice Anónimo. Será que se trata de la misma persona, por curiosidad entro en este y me llevo una gran sorpresa se trata de los documentos que fueron firmados por mi exesposa en el pasado. Según las investigaciones de mi madre, Isabelle firmó los pagarés para luego depositarlos en una cuenta ilegal, no sé a dónde iba el dinero, pero lo más seguro es que se lo daba a su amante. Pero volviendo al tema del correo, muestra claramente el pagaré y no es la firma de la que era mi esposa, es parecida, pero no es la de ella. Esto solo me causa confusión, pero después todo es más claro. El Anónimo es Isabelle, de seguro son todas pruebas falsas para hacerme creer que es inocente y así yo bajaría la guardia. Es tan despreciable, pero llegar a esto es demasiado. Si sigue así la demandaré por difamación, si quiere joderme le haré la vida de cuadritos.