Amor a prueba de adversidades

Capitulo 13: Uno de los monstruos

Isabelle

 

Al llegar hasta los encargados del caso de mis hijos, ellos dicen lo que termina de romper mi corazón.

 

—Vinimos por sus hijos —informa uno de ellos a lo que niego inmediatamente, nadie me los quitará.

 

—No se los llevarán —grito enojada para seguidamente entrar a mi casa en dónde ya se encuentran mis hijos.

 

—Tenemos la orden del juez —explican con una sonrisa de superioridad —, así que si no quiere tener problemas judiciales haga las cosas como se deben y entregué a los niños —eso lo sentí más como amenaza que como una sugerencia.

 

—Por favor no me los quiten —les suplico mientras veo que Zoé habla con el abogado.

 

—Solo tiene que saber que meterse con quién no debe trae consecuencias —dice mientras se acerca junto a sus compañeros para agarrar a mis hijos. Intento que no los agarren, pero son muchos y me los arrebatan de mis manos dejándome ahí tirada en la entrada de la casa, viendo cómo me quitan lo más preciado que tengo en mi vida. Mis dos soles lloran mientras intentan salir del vehículo, pero no pueden hacerlo.

 

Los recuperaré eso es seguro.

 

Me encuentro en casa el día de hoy no me he sentido del todo bien por lo que decidí quedarme en la cama por esta vez, después de que me los quitaron me la he pasado buscando la forma de tenerlos nuevamente conmigo, pero nada me ayuda. El juicio será dentro de un mes eso es mucho tiempo. Los he podido ver dos veces desde que están en el hogar, en dónde se encuentran hace una semana. Ha sido la semana más dolorosa.

 

También, hace una semana que estoy en la lista para donaciones, aún no hemos recibido nada, pero es comprensible hay muchas personas que lo necesitan.

 

He recibido varios mensajes más de ese número, no sé si tomarle como amenaza es más como si me estuviera mostrando todo lo malo que he sufrido, siempre abajo de las fotos dice "Justicia" Él Anónimo.

 

Me preocupa que tenga tanta información sobre mi secuestro ya que ni siquiera la policía pudo conseguir pruebas a parte de mis lesiones que fueron hechas con un palo o algo parecido. También, pensé en llevar esas fotos a la policía, pero no sé, le he mostrado cada mensaje a mi amiga.

 

 Estoy tan concentrada que me sobresalto cuando escucho algo sonar, reaccionó y me doy cuenta de que se trata de mi celular. Lo tomó y contesto sin mirar de quién se trata.

 

 

 

—Hola —respondo, y escucho del otro lado una risa que me da escalofrío cuando reconozco a quien pertenece.

 

 

 

—Hola, cara —saluda la persona que más odio en mi vida.  Siento mi respiración agitada por la impresión —. Mi puttana preferita, pensaste que no volverías a saber más de mi (mi puta preferida) —dice burlonamente.

 

—¿No te cansaste de joderme? Déjame en paz —grito llorando de la bronca y el dolor que me genera recordar algo de mi pasado.

 

—Me enteré que viniste a ver al idiota de mi amigo —menciona. Era obvio que le iba a decir, no había pensado en esa posibilidad por mi desesperación. Me humillé ese día y ni así logré convérserlo para que firmará los papeles —. Más te vale que no te le acerques sabes de lo que soy capaz —me amenaza.

 

—No tengo miedo, lo he perdido hace mucha. Por lo que mejor ve a amenazar a otra.

 

—Tal vez no me tengas miedo, pero, ¿y si le pasará algo a tus bastardos? —pregunta con crueldad—. El infeliz de Alessandro tiene buenos genes, lástima que no sabe que son suyos tus bastarditos.

 

—Con ellos no te metas malnacido —advierto.

 

—Eso depende de ti amore —asegura de una manera escalofriante —. ¿Qué estarías dispuesta a hacer por ellos? —me dan nauseas al saber a lo que se refiere el maldito.

 

—No me acercaré más a Alessandro —digo y corto. El celular vuelve a sonar, pero no lo atiendo. Él siempre ha estado obsesionado conmigo.

 

 —Eres hermosa cara —dice el maldito mientras me acorrala contra la puerta de la biblioteca. Tiene presionados mis brazos por arriba de mi cabeza cuando veo su intento por besarme muevo mi rostro haciendo que su asqueroso beso quedé en mi mejilla. Sabía que yo no estaba loca desde que lo conocí no me dio buena espina, pero hasta hoy no había intentado nada.

 

Me encontraba en la biblioteca que tiene Aless, siempre me gustó este lugar y es donde paso la mayor parte del día. Mi esposo está en una junta, cuando escuché ruidos creí que había llegado temprano pero mi sorpresa fue grande cuando me encontré con el imbécil de su amigo.

 

—Suéltame o grito —amenazo, pero esto solo le causa gracia ya que se acerca a mi oído y dice algo que me deja helada.

 

—Nadie se meterá además puedes gritar todo lo que quieras cuando te folle —dice como si fuera lo más normal. Me remuevo tratando de apartarlo, pero no lo logro. Siento su boca en mi cuello causándome arcadas, su mano libre sube a mi trasero apretándolo, no pienso dejar que haga lo que quiera por lo que le doy una patada en sus partes logrando que me suelte el maldito.

 

—Maldita perra, te arrepentirás —advierte al mismo tiempo que trata de recomponerse sin esperar salgo corriendo a la habitación en dónde me encierro.

 

Obviamente intenté decirle a Aless, pero dijo que eran ideas mías que su amigo sería incapaz de hacer algo así. A nadie en esa casa le agradaba aparte de mi excuñada Andrea, por lo que nunca se metieron cuando el maldito me acosaba.

 

Creo que mi vida está destinada al fracaso, primero mi familia que nunca demostró nada por mí, luego conocí a Aless y pensé que sería la persona más feliz, pero todo lo que empieza termina, en mi caso acabo mal.  Cuando perdí a mi familia y a mí esposo, tenía a mis hijos pero ahora hasta a ellos me los quitaron. ¿Cómo seguir? ¿Cómo ser fuerte después de tanto?




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