Andrea
No logré conseguir pruebas que demuestren la inocencia de mi cuñada, pero estoy decidida a decirle a mi hermano lo que se solo espero que me crea. Bueno en realidad tengo un vídeo en dónde se ve como golpean a Isabelle estando embarazada, no sé quién me lo envió tampoco si quiere ayudar o todo lo contrario, pero es algo que me va a servir ya que se ve el rostro de la maldita de Lorenza y Elliot. Sé que es doloroso para él pero no puedo seguir callando, lo único bueno que hice en ese tiempo fue falsificar los papeles del divorcio por lo que ellos siguen casados aunque no lo sepan. También sé que se enfadará, pero es lo único que pude evitar, y lo hice sin pensar.
Mi hermano se encuentra instalado en una de sus empresas en Francia por lo que decidí viajar. Estoy cansada, pero necesito decirle antes de que me arrepienta. Dante quería acompañarme, pero siento que es algo que debo hacer sola, sin embargo, conozco lo bastante bien a mi novio para saber que ya debe estar en Francia y solo quería darme mi espacio.
Dejó de pensar cuando el taxi estaciona al frente de la Compañía, le pagó y bajó del vehículo para dirigirme hasta las instalaciones. Al llegar todos me miran, nadie conoce a la pequeña hermana del jefe, mi madre se encargó de mantenerme en un perfil bajo ya que le doy vergüenza. Llegó hasta la que supongo es la secretaria, está me mira con superioridad y continúa con lo suyo.
—Bonnes nuit, soy Andrea Lombardi quiero ver a tu jefe —cuando terminó de hablar ella cambia su sonrisa falsa por una mueca y se pone pálida.
—Disculpe señorita no sabía que era la hermana del señor —habla tratando de justificarse. Como si me importará.
—Pues deberías hacer bien tu trabajo, no puedes tratar así a las personas —respondo enojada.
—Lo siento mucho por favor no le diga al jefe no volverá a suceder —me súplica. Al parecer le tiene miedo al gruñón de mi hermano.
—La próxima no te salvas. ¿Dónde está su oficina? —preguntó. Ella me guía y se retira. Antes de abrir la puerta respiro hondo mientras agarro las fuerzas necesarias para enfrentar a mi hermano. No sé qué sucederá, pero no puedo más con este secreto.
Abro la puerta, él se encuentra en su escritorio al escuchar mis pasos levanta la vista por lo que los dos nos miramos fijamente. Él sonríe al reconocerme y yo hago lo mismo. Nos llevamos bien pero últimamente no nos hemos visto mucho por el trabajo. Se levanta de la silla y se acerca hasta donde estoy, abro mis brazos y lo recibo con un fuerte abrazo. Nos mantenemos así unos minutos, hasta que nos vamos separando de apoco y me indica que tome asiento, por lo que camino hasta este y respiro mientras me preparo para lo que viene.
—¿Cómo has estado Principessa? —pregunta en un tono de voz suave.
—Bien Elfo, pero te extrañaba —le digo haciendo un puchero. Frunce su ceño ya que odia el sobrenombre que le puse cuando era una niña.
—Sabes que odio que me llames así —gruñe haciéndose el enojado.
—Bueno Elfo —hablo riendo. Me mira con desaprobación, pero no dice nada.
—¿Qué te trae por aquí pequeña? —pregunta con una sonrisa. Lo observó al mismo tiempo que busco los papeles que tengo en mi bolso y el vídeo.
—Sé que no quieres que te mencioné a Isabelle, pero es algo que no puedo esconder más —digo cansada de esa situación mientras él inmediatamente borra su sonrisa para ponerse tenso.
—Está prohibido pronunciar su nombre y tú lo sabes —me observa enojado —. No me interesa nada que tenga que ver con ella —asegura al mismo tiempo que se levanta de su silla. Sé que, aunque lo niegue la sigue amando.
—Es importante ella no hizo nada de lo que nuestra madre y tu amigo te han hecho creer —le digo tratando de explicarle —, ella nunca hubiera hecho nada de lo que se le acusa y..... —me interrumpe tirando lo que hay en su escritorio haciendo que me asusté y me levanté también. En consecuencia, se abre la puerta y por ahí aparece Dante, sabía que no se quedaría de brazos cruzados. Este se acerca a mí cuando me ve paralizada por lo que sucedió minutos atrás. Cuando llega hasta mí me inspecciona tratando de comprobar que estoy bien para luego abrazarme, sé que está asustado, siempre me dice que se moriría sin mí. Lo tranquilizó para volver a enfocar mi vista en mi hermano, pero este se encuentra concentrado mirando el vídeo que he dejado en el escritorio, instantemente retroceso unos pasos. Pensaba decirlo de una manera más tranquila, pero nada sale como uno quiere. Veo como de un momento a otro ha pasado de enojado y asombrado a ponerse muy pálido, y eso se debe a que acaba de ver como su perfecta madre y su hermano del alma golpean a la mujer que ama. Alessandro en estos momentos comienza a respirar con dificultad al mismo tiempo que se quita de un tirón su saco y desprende unos botones de su camisa. Está en estado de shock, y es que ver eso te provoca una sensación de desesperación y ni me quiero imaginar cómo lo abra pasado Isabelle.
—No, no, no puede ser ella —dice con el llanto atascado mientras niega repetidamente —. Dime que no es verdad, que no le hicieron esto a ella —me suplica con la voz rota mirándome ahora a mí. Solo puedo mantenerme en silencio, ya que no logro emitir ninguna palabra. Me duele verlo así y no poder hacer nada, pero es su karma por no escucharla.
—Lo siento, muchas veces quise decirte, pero ni siquiera tenía pruebas —susurro —, solo había escuchado una conversación de Lorenza en donde decía que acabaría con tu relación. Además, de todas las veces que humilló a Isabelle, yo fui una maldita cobarde que no hice ni dije nada.
—Tú eras una niña, amore mio —menciona mi novio —. Hay algo que descubrí está mañana —dice haciendo que lo miremos de inmediato —. El investigador no encontró nada porque tu madre le pago para que no nos informará por lo que jamás lo haríamos —explica, y maldigo a esa mujer.