Amor a prueba de adversidades

Capítulo 26: Grave.

Isabelle

   No puedo creer que ya haya pasado dos semanas desde que estoy internada, muchas veces he tenido ganas de irme, es que odio no poder hacer nada, mis días se basan en desayunar, mis revisiones, las cuales son constantes por lo rápido que ha avanzado la enfermedad, además, de que he tenido recaídas. Ya hace más de un mes que no sé nada de mis bebés, los extraño demasiado, quiero tenerlos conmigo, abrazarlos fuerte y nunca más soltarlos. 

 

     Desde el día, en qué Alessandro me beso, y que le respondí, nos hemos distanciado más de lo que estábamos, solo se limita a cuidarme, sé que no ha dormido en mucho tiempo, le he dicho que no hace falta que se quede, pero es un necio. Lo último que necesitamos en estos momentos es que se enferme, me guste o no ahora mismo mis hijos y yo dependemos de él. Claro que disfrute el beso, en el transmitimos todo lo que teníamos guardado, y aunque lo haya herido con mis palabras, me he dado cuenta de que lo sigo amando con la misma intensidad, podría jurar que nada ha cambiado respecto a nuestros sentimientos, pero también debemos ser honestos con nosotros mismos, nada volverá a ser como antes, ahora mismos ambos tenemos el alma rota. 

 

      Le he pedido permiso al doctor para salir a caminar, si no me moriré del aburrimiento en estas cuatro paredes, así que me estoy preparando, me he puesto un pantalón que me queda un poco grande, consecuencia de haber perdido varios kilos, y un buzo ancho porque ya estamos en octubre, y ha comenzado el frío en Marsella.

 

     Me peino un poco, Zoé me ha traído mis cosas, la he notado rara últimamente, de seguro son cosas mías, pero es que no ha venido seguido, según ella ha tenido mucho trabajo, tal vez se ha cansado de mí y mis problemas, era cuestión de tiempo que esto suceda.

 

  Dejo de pensar y me encamino con pasos lentos pero seguro hasta la puerta, al salir al pasillo las personas van y vienen. Pareciera como si estuviera escapando, Aless ha salido por un problema en su empresa, así que no sabe de mi paseo, y sé que se enfadará, durante este tiempo ni siquiera me ha dejado que me mueva mucho, es un exagerado ni que estuviera invalida.

 

   Me acerco hasta el gran ventanal que muestra el hermoso día, se puede observar las personas por las calles, los autos yendo y viniendo. Me comienzo a sentir mal, así que decido regresar no vaya a ser cosa que me desmaye. Camino de regreso a la habitación, cuando logro llegar me encuentro bastante agitada, al parecer no fue una buena idea, trato de recuperar el aliento mientras abro la puerta. Justo ahí se encuentra él, y no parece estar de buen humor, pero eso no es lo que llama mi atención si no su rostro está completamente desencajado de preocupación. Sin darme tiempo a hablar me toma de mis brazos y me abraza a él, se encuentra tenso, pero se va relajando cuando me tiene entre sus brazos, no lo pienso mucho y minutos más tarde terminó correspondiendo él abrazo. 

—¿Estás bien?, creí que te había sucedido algo —dice mientras se separa un poco, y besa mi frente con suavidad como si tuviera miedo a romperme —. ¿Qué hacías afuera?, te dejo un rato sola y ya te escapas —ahora me regaña, pero me sigue manteniendo a su lado.

—Estoy bien Aless, solo quería caminar un poco —le explico tratando de tranquilizarlo y este asiente repetidas veces, para después alzarme en sus brazos.

—¿Qué haces? Bájame puedo caminar —digo removiéndome, pero este no me hace caso y me lleva hasta la cama.

—Seguro estás cansada, lo mejor es que descanses —al mismo tiempo que se aleja sentándose en la silla, alejando su calor de mí, parezco bipolar, pero es que tengo tantos sentimientos contradictorios. Solo sé que ahora lo quiero abrazándome.

—No te preocupes, ¿resolviste el problema de tu empresa? —mi pregunta lo ha puesto nervioso, frunzo mi ceño en confusión, ahora estoy segura que me está ocultando algo, espero que diga algo, pero no lo hace —. ¿Qué estás ocultando Alessandro? —lo observo juzgándolo con la mirada.

—No es nada, solo me ha sorprendido que me lo preguntarás —habla tratando de convencerme, cosa que no logra.

—Haré como que te creo, pero creo que no estás en posición de ocultarme cosas —digo mientras le doy la espalda.

—No te estoy ocultando nada, solo no quiero preocuparte —susurra. No respondo solo lo ignoro.

—Belle por favor no te... —es interrumpido por el sonido de mi celular. Ambos dirigimos nuestra mirada hasta el aparato que se encuentra en la mesita, cada que suena ese celular es para algo malo, así que me he quedado paralizada. Mejor no lo contestaré, voy a colgar la llamada, pero ya es tarde, él lo ha tomado. Lo miro con desaprobación, ahora es el quien me ignora. 

—¿Como te atreves a amenazarla? —pregunta a los gritos dejándome paralizada, al comprender lo que está sucediendo, el desgraciado de Elliot ha llamado —. Te mataré cuando te vea hijo de perra. Acabaré contigo y con cada uno de los que se atrevieron a meterse con mi mujer y mis hijos —amenaza levantándose furioso, comienza a dar vueltas por todo el lugar poniéndome demasiado nerviosa.

—Aless, cariño cálmate —pido cuando llego en dónde se encuentra, lo observo fijamente y este cambia de inmediato su mirada cargada de enojo.

—Mejor que te escondas bien Elliot porque cuando te encuentre te arrepentirás —lo amenaza para después colgar. Nos miramos con tantos sentimientos, hasta que el cambia su mirada al mismo tiempo que toca mi rostro.

—Estas sangrado —dice y entonces caigo en cuenta de que nuevamente me está sangrando la nariz. Llevo mi mano para para detener el sangrado, pero este no parece querer hacerlo. Así que decido encaminarme hasta el baño, al girarme me mareo, soy consciente de que caeré por lo que lo único que hago es cerrar mis ojos, pero el golpe nunca llega, al contrario, unos fuertes brazos me sostienen.




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