Isabelle
Trato de recuperarme por tercera vez, hoy en particular la he pasado espantoso en la quimioterapia, desde que ha terminado he estado devolviendo lo poco que logre ingerir, Alessandro sostiene mi cabello al mismo tiempo que hace pequeños masajes en mi espalda. Odio que me vea en esta situación, me siento tan débil y estoy segura que no me veo nada bien, sé que en cualquier momento me desmayare, sabía que podía ser difícil, pero jamás imagine que me tratara tan mal. Cuando parece que no volveré a vomitar me levanto para ir a lavarme los dientes, trato de separarme de él, pero es un terco que me lleva en sus brazos como si no pesara nada, y bueno tal vez no lo haga en estos momentos, sin fuerzas para luchar, escondo mi cabeza en su cuello tratando de disminuir las punzadas de dolor que siento.
—¿Estás mejor, belle? ¿O deseas que llame al doctor? —pregunta con notable preocupación, y en menos de un segundo me apoya en el lavado, sin poder emitir palabras me separo de el para cepillarme los dientes. Escucho como suspira agotado e impaciente, lo ignoro no estoy para pelear.
Cuando termino me bajo del lavado sin su ayuda, este me mira confundido por mi acción, y es que dije que intentaría perdonarlo, pero no es para nada fácil, cada vez que recuerdo o tengo esas malditas pesadillas no puedo evitar pensar que es su culpa, si él me hubiese creído en aquel entonces, ¿De qué me vale que ahora este arrepentido? Eso no borrara nuestro pasado, no borrara sus palabras hirientes hacia ni a mis hijos, aun siento esa inseguridad y desconfianza, ¿Y si sucede algo y no me cree? ¿Nos volverá a abandonar? ¿Para él con que esos seres estén en la cárcel es suficiente?
Me encuentro sentada en la cama perdida en mis pensamientos, minutos más tarde sale del baño, siento su mirada penetrante en mí, pero no lo miro sé que si dice algo no aguantare y dire lo que tengo guardado en el fondo de mi corazón, y estoy cien por ciento segura que no le agradará ni un poco.
—Me dirás que sucede, no me agrada para nada que me alejes de ti —intenta hacerme hablar —. ¿Hice algo mal? —pregunta tomando mis manos, lo miro con resentimiento, en estos momentos lo odio por provocar tanto en mi a pesar de todo lo que ha pasado. Con rabia me separo de su tacto como si me asqueará, este me mira desconcertado y dolido, pero no me importa yo también estoy dolida. ¿Acaso cree que haré borrón y cuenta nueva?, si es así está muy equivocado.
—Déjame sola Alessandro, necesito descansar y tú debes hacer tus cosas —le pido tratando de controlar mi temperamento.
—¿Qué es lo que te pasa? hace un rato estábamos bien y ahora me miras con... odio, me estas lastimando al alejarte de mí —dice tragando grueso.
—Entonces estamos a mano, ¿Quién saco primero de su vida a quién? ¿piensas que no me dolió que me tratarás como una zorra? ¿qué llamaras a mis hijos bastardos? —grito sacando la ira contenida —. Eres un hipócrita, nos sacas de tu vida por creerle a tu querida madre y a tu amiguito, y ahora vienes arrepentido querer arreglar algo que tú mismo has roto —digo llevando mis manos a mi cabeza tratando de calmar el intenso dolor. Este parpadea desconcertado, para después suspirar y asentir en mi dirección.
—Tienes razón todo es mi maldita culpa, pero estoy realmente arrepentido. Me odio cada día por cada cosa que te dije y te hice, me maldigo por haber negado a mis hijos, pero... —dice con tristeza —. Dime una cosa Isabelle ¿Acaso perderme de cinco años de su vida ya no es suficiente castigo? Si me he equivocado, pero estoy tratando de remediarlo y con tu actitud no ayudas —cuestiona ahora enojado, ¿Ahora es la victima?
—Para mí no es suficiente castigo, no puedes echarnos de tu vida como si no valiéramos nada, para después querer entrar nuevamente en ella como si nada hubiese pasado. Y si mis hijos no te rechazaron nos es porque seas un padre modelo sino porque yo no tenía corazón para decirles que eras un maldito ciego que los abandono —concluyo sacando todo lo que tenía guardado.
—Lo mejor es que descanses, así que me iré para que estés tranquila. Y Isabelle no lograras alejarme de ti, así me odies, me desprecies yo seguiré porque soy consciente de que la he cagado —dice para seguidamente salir de la habitación.
Hoy fue el último día de la quimioterapia y la radiación, y fue bastante difícil y pesado, ahora debo descansar todo el fin de semana, y si Dios quiere el lunes me estarían haciendo la intervención. La idea era ir durante los días de reposo a una casa que Alessandro alquilo con la intención de que estemos más cómodo, y cerca de mis hijos, se encuentra a unas tres cuadras de la clínica, pero ahora no se si podrá porque no me encuentro nada bien, y si a eso le sumamos que hemos discutido, tal vez se arrepiente de llevarme.
Entre pensamientos y pensamientos me quedo dormida.
***
Despierto al sentir movimiento en la habitación, me encuentro con el doctor que me esta revisando, y enfrente mio esta Aless, nos miramos sin emitir palabras, creo que ya nos hemos dicho bastante por hoy, luce mucho más delgado de la última vez que lo vi en su oficina, su semblante es triste, por un momento me siento culpable, pero luego recuerdo que él también lo es.
—Qué bueno que despierta señora Lombardi, su esposo ya ha firmado el permiso y a parte de los síntomas que son normales luego de la secciones que ha tenido, no encuentro ningún problema en que pase unos días fuera de la clínica —explica captando mi atención, de todas forma me llevara a su casa, al menos recuperare el tiempo perdido con mis hijos —. Y como siempre les digo ante el mínimo inconveniente, lo mejor es volver a la clínica. Por mi parte es todo, que disfrutes con tus hermosos hijos —dice despidiéndose.