Isabelle
Ya ha pasado el fin de semana, con Alessandro hemos dejado de lado nuestras diferencias para compartir buenos momentos con nuestros hijos, ellos estaban emocionados de tenernos a los dos. Andriano se ha ganado el cariño de todos, y en especial el de mis soles, ellos lo llaman tío. Mis niños son los más emocionados con el tema de su padre y tíos, y es que solo nos tenían a Zoé y a mí.
Ahora mismo, me encuentro en el baño de la clínica, me han dado una bata, si se le podría llamar así, en una hora me llevarán al quirófano, no es doloroso según los médicos y tampoco largo, pero puede tener consecuencias y eso me asusta. Bueno en realidad aparte de los mareos, náuseas y sangrado nasal, he visto como poco a poco voy perdiendo cabello, es una de las consecuencias que más me afecta, luego del trasplante hay un alto porcentaje de perder todo mi cabello. Y tardará de seis a doce meses en crecer, sé que lo importante es que tengo una oportunidad para vivir, pero no puedo evitar verme fea.
—Eres hermosa, amore mio, con cabello o sin él lo seguirás siendo. Porque lo que importa es lo que tienes aquí —dice haciéndome sobresaltar, ni siquiera me había dado cuenta en qué momento llego, me giro en el lugar y quedo de frente a él.
—No me veo ni un poco hermosa —confieso en apenas un susurro, no quiero su lastima, no lo soportaría.
—Sé que tienes sentimientos contradictorios, pero solo debes pensar en que todo saldrá de maravilla y te recuperarás rápido. Luego, veremos lo demás, lo único que importa en estos momentos es tu salud Belle —dice acercándose a mí, no me muevo, creo que en estos momentos lo necesito cerca. El termina con la distancia que nos separa y me abraza con fuerza tratando de transmitirme buenas energías. Me separo de él unos centímetros, me ha entrado un sentimiento de angustia, lo miro asustada
—¿Y si algo se complica?, ¿Y si.... —me interrumpe uniendo su boca a la mía, abro los ojos como plato e intento separarme, pero este afianza su agarre, después de unos minutos me dejó llevar por los sentimientos que despierta su toque, nos besamos con dulzura, necesidad y un poco de miedo. Sé que él tampoco la está pasando muy bien, que le duele verme así, y no poder ayudarme.
Siento mi cuerpo débil entre sus brazos, él se da cuenta, y de inmediato lleva sus grandes manos a mi trasero para alzarme, enredo mis piernas alrededor de su torso, todo esto lo hacemos sin dejar de besarnos. Quiero sentirlo, no sé qué sucederá después de esto, pero lo necesito, ahora.
—Lo mejor es parar, amore mio, si seguimos no podré controlarme —dice separándose unos centímetro, ambos estamos con la respiración entrecortada por lo que acabamos de compartir.
—Te deseo, amour —susurro en sus labios y ahora soy yo la que lo besa. Él me mira con amor y es todo lo que necesito para volver a entregarme a él. Nos dirige hasta la cama, en dónde me apoya con suavidad al mismo tiempo que se rompe el beso para mirarme con intensidad, sé que está buscando algo que indique que no estoy segura, pero al parecer ve algo que le gusta ya que deja un beso en mi frente para seguidamente caminar hasta la puerta y llavearla.
—¿Estás segura de esto, tesoro? —pregunta estudiándome con la mirada.
Nunca he estado tan segura de algo, quiero que me haga el amor señor Lombardi —respondo perdida en el deseo, veo como sus ojos se oscurecen producto de la lujuria.
—Te haré mía —habla con posesividad. Se sienta en la camilla y me sube a su regazo, cuando lo hago mi trasero choca con su hombría e inconsciente gimo al sentir nuevamente esa sensación de placer —. No quiero lastimarte, pero también te deseo —dice sosteniéndome de mi cintura —. No tengo preservativo —habla esperando una respuesta de mi parte, lo menos que me interesa en estos momentos es eso.
—No importa luego tomaré una pastilla —digo entre suspiros, lo quiero sentir ya —. Ahora Alessandro deja de dar vueltas y hazme tuya —pido ansiosa.
—Lo que mi mujer quiera.
Ambos nos entregamos a la pasión que por años estuvo apagada, o eso creíamos. Nuestro amor ha superado tanto, es un amor a prueba de adversidades.
Luego, de habernos entregado como en el pasado, nos vestimos riendo de lo que acabamos de hacer. A nosotros nomás se nos ocurre hacer eso en una Clínica, y por si fuera poco una hora antes del trasplante.
Hemos prometido que una vez termine todo esto nos sentaremos a aclarar todo, sé que estuvo mal la forma en que lo trate el otro día, pero ni siquiera era consciente de lo que decía.
El doctor vendrá en unos minutos, me encuentro descansando en la camilla. Todos han venido a acompañarnos, ya que mis soles están en la casa con la madre de Zoé, agradezco tenerlos a cada uno de ellos conmigo. Andriano ha venido a desearme suerte más temprano porque debía hacer un viaje. Él como lo había dicho antes me resulta confiable, y sus ojos me desconciertan, pero lo que siempre me pone ansiosa es su voz, se me hace conocida, pero no logro recordar a quien.
—Deja de pensar mi amor, todo saldrá bien —la voz de Aless me saca de mis pensamientos.
—Yo.... Lo sé —respondo no tan segura.
—Acuérdate de que estamos en esto juntos —dice tranquilizador al mismo tiempo que deja un suave beso en mis labios.
Nos vemos interrumpidos por el sonido de la puerta, y por esta entra el doctor junto a dos enfermeras.
—Bueno llego el momento, señora Lombardi todo será un éxito —me asegura sonriendo con optimismo.
—Así será, gracias —digo mientras siento como me ponen la anestesia, solo será una parte del cuerpo por lo que estaré despierta durante todo el procedimiento.
—Te amo, amore mio —dejando un último beso en mis labios.