Amor a prueba de adversidades

Capítulo 32: Recuperación.

Isabelle 

    Me encuentro impaciente esperando a que vuelva Aless, hoy me dan el alta, él fue a pagar los gastos y firmar los papeles correspondientes. Ya ha pasado un mes desde la intervención, no diré que todo ha salido a la perfección, porque estaría mintiendo. La primera y segunda semana fueron las peores, no podía ingerir nada porque lo terminaba expulsando, en consecuencia, me mantuvieron a base de sueros. Por otro lado, tuve una infección bastante grave y fiebre, estuve como cuatro días prácticamente inconscientemente. 

     Ya la tercer semana estuve mejor, no estoy para saltar de la alegría, pero se ve la mejoría. Ahora empieza el verdadero reto deberé mantener una estricta dieta, y hacer caminatas diarias, no puedo hacer nada de fuerza. Además, ha explicado el médico que puedo tener una recaída en cualquier momento, por eso es importante no estar alejados de la clínica. 

   Aless junto a los demás han sido un gran apoyo, y en especial mi esposo, básicamente no se ha despegado de mí, solo lo necesario, para ver a los niños y ducharse. Me preocupa que se enferme, sé que el sofá no es lo más cómodo del mundo, de todas formas, la última semana le pedí que durmiera conmigo, obviamente se negó al principio con la excusa de que podría lastimarme, pero como siempre logré convencerlo.

     Nos estamos dando una nueva oportunidad, sé que no será fácil, pero lo mejor es dejar el pasado atrás, lo único que sé es que lo amo, él y mis hijos son lo que más amo.

    Durante las noches hablamos, sé que es doloroso, pero es la única manera de poder superarlo, es como un tipo de terapia.

    Me he puesto un vestido suelto, no he recuperado casi nada de peso, el doctor ha dicho que va a costar regresar a mi peso, pero que con trabajo y responsabilidad lo lograre. 

     Vuelvo a la realidad cuando Aless aparece en mi campo de visión, me sonríe al mismo tiempo que veo como guarda la carpeta que traía en sus manos, en el maletín que se encuentra en el sofá.

—Estas lista para esto, amore mio —dice refiriéndose a nuestra nueva vida.

—Si es a tu lado y al de mis hijos lo estoy —respondo levantándome rápido, prácticamente quiero correr a casa, deseo ver a mis bebés, durante este mes no pude pasar mucho tiempo con ellos ya que no estaba bien de salud. Pero ahora los tendría conmigo, y sería la persona más feliz teniendo a mi familia junta.

—Así se habla amor —dice acercándose y tomándome de la cintura. Se agacha un poco para quedar a la altura de mi rostro y me besa, esto se ha vuelto rutinario. A pesar de todo pareciera que nunca estuvimos separados, no sentimos incomodidad ni nada por el estilo cuando estamos juntos, nos seguimos amando como hace cinco años, pero es obvio que lo que hemos pasado nos ha marcado y ha fortalecido nuestra relación.

    Nos separamos tratando de recuperar el aliento, puedo ver cómo va apareciendo ese brillo que lo caracterizaba, y del cual carecía última mente. 

—Debemos irnos, belle, debes descansar —me dice para seguidamente agarrar mi mochila y su maletín, intento sacarle mis pertenencias, pero niega levemente —. No hermosa, el doctor ha dicho que no puedes hacer fuerza —explica, para poner una de sus grandes manos en mi cintura e impulsarse a caminar. 

     Caminamos al mismo tiempo que reímos recordando las travesuras de los mellizos, son tan pequeños y perfectos, pero eso no quita que sean unos revoltosos.

   Una vez llegamos al estacionamiento, nos encaminamos hacia el auto para seguidamente acomodarnos y comenzar a manejar. Los reporteros nos acosaban todo el tiempo, no solamente a nosotros, sino que también a mis hijos, a mí cuñada y a mi suegro. Así que Aless decidió tomar medidas drásticas, los demandó por invasión de la privacidad, y al tener mucho dinero y poder ganó el caso, por lo que ellos no pueden acercarse además de que deben pagar una multa.

    Sonrío al observar nuestras manos entrelazadas sobre mi regazo, amo estos momentos, amo tenerlo conmigo, pero siento que tanta tranquilidad no es buena, solo ruego que al fin podamos ser felices.

—He comprado la casa —escucho el susurro de Aless, yo por mi parte analizo todo en silencio, sabía que haría algo como ello, y no me parece algo por lo que debamos estar en desacuerdo. Asiento comprendiendo sus puntos, ha pensado no solo en mi salud, también en que los niños terminan el kínder en dos meses ¿No estás enojada? —pregunta preocupado, niego de inmediato al mismo tiempo que le regalo una sonrisa.

—No amour, solo has pensado en nuestro bienestar, y te lo agradezco —respondo sincera.

—No debes agradecer cariño, ustedes son mis razones de ser, mis amores, mi todo —dice mirándome de reojo, por reflejo aprieto su mano.

—Te amo Aless —expreso por fin mis sentimientos, el en consecuencia frena de golpe, haciendo que me vaya un poco hacia delante. Lo miro entre confundida y asustada, pudimos haber tenido un accidente

—¿Qué has dicho, amore mio? —pregunta aturdido.

—¡Eso no importa, pudimos haber chocado Alessandro! —exclamo un poco enojada.

—Yo.... ¿Te lastimaste? ¿debemos regresar a la clínica? ¿acaso te duele algo? —interroga apresuradamente.

—Estoy bien Aless, debes tranquilizarte y moverte de aquí —digo porque prácticamente quedamos en el medio de la calle, y los demás conductores están tocando bocina. Él asiente aún aturdido para seguir manejando, después del incidente no ha vuelto a pronunciar palabra alguna, y yo tampoco lo he hecho.

     Después de unos minutos llegamos, Aless estaciona, pero se queda completamente quieto, lo observo confundida, ¿Qué le sucede?

—¿Qué sucede Aless? —pregunto apoyando mi mano en su hombro, siento lo tenso que se encuentra.

—Repítelo, por favor —suplica, frunzo mi ceño en confusión.




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