Isabelle
Sonrío somnolienta cuando siento las caricias de Aless en mi rostro, entre abro los ojos tratando de adaptarme a la claridad, y logro ver sus preciosos ojos azules mirándome con intensidad.
—Buenos días, amore mio —saluda dejando un casto beso en mis labios, yo por mi parte coloco mis manos entrelazadas detrás de su cuello —. ¿Has dormido bien? pregunta al mismo tiempo que se agacha para dejar besos húmedos en mi cuello, suspiro ante sus caricias.
—He dormido de maravilla, amour susurro a centímetros de sus labios, cuando deja de atacar mi cuello —. ¿Y tú? —digo admirando esos ojos que me miran con amor y los cuales me enloquecen.
—Desde que estás a mi lado todo es perfecto. Amor debemos ir a la revisión —me recuerda, asiento sin muchas ganas.
A pesar de que ya ha pasado más de un mes debo seguir yendo a control, y es algo que a veces me irrita, pero no podemos confiarnos.
Mi esposo sale de la habitación después de una sección de besos, me ha dicho que él se encargará de levantar a nuestros hijos mientras yo me arreglo.
Me pongo un pantalón de vestir, una remera manga larga y un buzo, en Marsella ya estamos en invierno así que debemos cuidarnos para no enfermarnos.
Las festividades son en dos semanas, y los niños se muestran entusiasmados por pasar por primera vez navidad con todos, y en especial con su padre. Debo confesar que también estoy emocionada y no es para menos, al fin puedo decir que mi familia está reunida, y que pasaremos una navidad de verdad.
Por otro lado, el tema de Andriano me tiene ansiosa y un poco asustada, no sé qué es lo que desea a hablar, pero no tengo un buen presentimiento, ¿Qué es lo que me querrá decir?
Mi suegro se quedará con nosotros unos meses, quiere recuperar el tiempo con sus nietos e hijos. Me ha pedido perdón por lo que hemos pasado, y se ha mostrado muy apenado, pero le dejé en claro que no es su culpa y que solo se dedique a sus nietos. Creo que los más felices son ellos, ambos son los consentidos de la casa, es por una de las cosas que discutimos casi a diario con Aless, ya que creo que sí se les da todo lo que quieren más adelante habrá muchos problemas, por el contrario, el no piensa así.
Al terminar de arreglarme bajo las escaleras que me llevan hasta el comedor, una vez ahí veo a mis soles riéndose de como su padre prepara el desayuno, sonriendo termino de entrar a dónde se encuentran. Aless está tratando de cocinarles algo, ¿Desde cuándo cocina?, Solo está tratando de sorprender a sus hijos, pero estos solo se ríen de su intento fallido.
—Bonjour, mis amores —saludo al mismo tiempo que me acerco en dónde están sentados para dejar un beso en sus cabecitas
—Ciao, mamma —saluda mi princesa con voz dulce.
—Bonjour, maman —dice mi mini Aless dejando un beso en mi mejilla.
—¿Qué intentas hacer, amor? —pregunto divertida. Él me mira avergonzado y sin poder evitarlo suelto una pequeña carcajada.
—Me encanta ser el causante de tus risas —dice dejando lo que estaba haciendo para tomarme de la cintura y darme un profundo beso, sonrío en medio del beso al escuchar los gritos eufóricos de mis hijos.
—Bueno duende desayune rápido y prepárense que su abuelo no tarda en llegar —mi suegro y cuñados se quedaran con ellos. Mi suegro dijo que vendría antes de la cita médica, ya que está ayudando a Aless en la empresa.
Cuando terminamos de desayunar, puedo decir que no está para nada mal, de ahora en adelante el será el encargado de cocinar.
Con Aless estamos planeando ir a comprar los adornos para el árbol navideño, y sé que les encantará la idea a mis soles.
Una vez terminamos nuestros desayunos, alistamos a nuestros peques y los dejamos en compañía de los adultos para seguidamente retirarnos.
Caminamos con nuestras manos entrelazadas hasta el automóvil, al llegar mi atento esposo me ayuda a subir, para seguidamente hacerlo él. Se termina de acomodar y comienza a manejar hacia la clínica.
—¿Aless al fin seremos felices? —pregunto en apenas un susurro, e inmediatamente obtengo su atención.
—Lo serán amor, de ahora en adelante no tendrás por preocuparte, solo debes ser feliz con ellos —dice volviendo la vista a las calles.
—¿Por qué hablas como si no estarías con nosotros? —cuestiono con una mezcla de desconcierto y preocupación.
—Son ideas tuyas mi amor, estás viendo cosas que no son —le quita importancia, pero sé que está mintiendo, su mano libre desordenando su cabello me lo confirma.
—Solo espero no me estés ocultando nada, Alessandro porque no podría volver a perdonarte otra cosa.
Él no me responde, y eso solo me enfurece, ¿Qué es lo que oculta?
Lo que queda del trayecto me entretengo observando por la ventana, nadie vuelve a decir nada. Cuando estaciona el auto me bajo rápidamente, no quiero decir nada hiriente, por lo que lo mejor es no hablar.
Una de las enfermeras me llama así que en completo silencio entramos al consultorio. Nos encaminamos hacia las sillas en dónde nos sentamos, el médico está mirando lo que supongo son los análisis que me han hecho está semana.
—Buenos días Señores Lombardi —saluda educadamente a lo que respondemos del mismo modo.
—¿Cómo han salido los estudios? —pregunta Aless sin darme tiempo a hacerlo.
—Al parecer lo están haciendo muy bien, te estás cuidando como se debe, pero eso no quiere decir que dejaras los medicamentos y mucho menos te descuidaras —explica, suspiro aliviada al saber que estoy mejorando —Los estudios han salido normales con respecto a tu estado, de igual manera debemos estar atentos ante cualquier anomalía —concluye.