Dedicado a: Karina Mendez.
Isabelle
Hace minutos llegamos a la clínica, y mi esposo fue ingresado de urgencia al quirófano, si dependiera de mi estaría junto a él, pero me lo prohibieron, y al estar tan desesperada por querer estar para el en estos momentos mi hermano y mi padre tuvieron que separarme de su cuerpo a la fuerza.
Ahora mismo, me encuentro caminando de un lado al otro, necesito que alguien me diga que estará bien, él no nos puede dejar, no justo ahora que empezábamos a ser felices.
Su hermana también está llorando desconsolada mientras se refugia en los brazos de su novio. Mi padre y hermanos están hablando un poco alejados, y yo...no se que hacer, de pronto caigo en cuenta de que me he olvidado de mis hijos ¿Cómo una madre se olvida de sus hijos? Inmediatamente camino a paso rápido hacia donde se encuentran mi hermano acompañado de mi progenitor.
—Mis hijos... ellos, ¿están bien? —pregunto apenas estoy a su lado, me siento la peor persona del mundo por no preocuparme de mis soles.
—Está bien, no te preocupes Lucecita, ahora mismo se encuentran en un hotel junto a Zoé y nuestra madre —dice Andriano con tono tranquilizador —. Iremos a qué te cambies, ¿sí? —pregunta con voz suave observando cada uno de mis movimientos. Niego rápidamente, ya que no pienso moverme de ese lugar hasta que me aseguren que mi esposo se recuperará.
—No me moverme de aquí —declaro al tiempo que observo mi aspecto, y la verdad debo parecer una loca suelta, debido a que mis manos están llenas de la sangre del amor de mi vida, y mi vestido no está para nada mejor, me lamento que justo sea el que él me lo ha regalado.
—Te darás una ducha y luego volveremos —dice acercándose para sacarme de ahí, así que me doy la vuelta y trato de huir, pero mi padre logra agarrar mi brazo con suavidad y un poco de fuerza.
—Mi niña, no estás bien, debes dejarnos ayudarte, ayudarlos —pide con angustia, niego mientras vuelvo a romper en llanto e inmediatamente los brazos de mi padre me cubren con sus brazos protectores —. Sh, el saldrá de esta, y solo será un mal recuerdo —susurra queriendo calmarme.
—¿Y si ...? —no soy capaz de terminar la pregunta, de tan solo imaginarme me rompe el corazón en mil pedazos.
—Yo le acompañare —se escucha una voz llorosa a mis espaldas, logrando que rompamos el abrazo, me doy la vuelta para quedar frente a mi cuñada, que no se encuentra mejor que yo, sé que ama a su hermano y qué está sufriendo como todos lo hacemos.
—Solo me lavare las manos en el baño de la clínica, no pienso salir de este lugar. Y si lo que quieren es que me cambien, pues tráiganme un poco de ropa —digo mientras limpio mis lágrimas, sé que no debo alterarme o terminaré en una cama, y eso lo que menos necesitamos en estos momentos —. Vamos, Andrea —hablo para después comenzar a caminar con ella en dirección a los baños.
—Mi hermano ha sufrido tanto, y cuando por fin estaba acomodándose para disfrutar de ustedes sucede esto ¿qué mal hemos hecho para sufrir tanto? —pregunta con las voz ronca.
—No lo sé, lo único que tengo claro es que Aless no nos dejara nunca más solos, y que luchara para estar con nosotros —digo tragando grueso —. ¿Me esperas aquí? —pregunto cuando nos detenemos en frente de la puerta.
—Si, solo no tardes —pide y sin responder entro rápidamente, me acerco al lavado en donde me observo en el espejo, mi mirada tiene tanto dolor, mis ojos rojos son la clara prueba de mi angustia, abro el grifo para seguidamente comenzar a lavar mis manos, de a poco la sangre va desapareciendo como si jamás hubiese estado allí, por el contrario, mi vestuario esta arruinado por completo.
Lavo mi rostro tratando de serenarme, tengo que ser fuerte por mi esposo y principalmente por mis hijos, que deben estar muy asustados, no puedo enloquecer, así como Aless supo manejar las dificultades cuando yo estaba mal, ahora me toca hacerlo a mí.
Una vez, que logro regular mi respiración salgo del baño y me encuentro con mi cuñada hablando con mi hermano, este al verme me pasa una mochila, que supongo contiene mi ropa.
—Es lo único que considere cómodo —explica a lo que asiento levemente.
Vuelvo a entrar, para comenzar a sacar mi ropa, que es una remera un poco ancha junto a un pantalón, me deshago de mi vestido para ponerme mi ropa cómoda en tiempo récord. Cuando salgo por segunda vez, solo me encuentro con Andrea que me regala una pequeña sonrisa y a la cual apenas logro corresponder.
—¿Alguien ha salido a informar sobre su estado? —pregunta apenas llegamos a la sala de espera.
—Hija, debemos tener paciencia —pide mi padre.
¿Cómo tener paciencia cuando mi amor está herido?
—Como si fuera fácil —susurro sentándome en una de las sillas, ya que creo que el cansancio y el estrés me está pasando factura.
—¿Te sientes mal? —pregunta mi hermano en alerta.
—No, solo lo necesito a él —digo apoyándome contra el respaldo de la silla.
—Los niños estaban muy inquietos, pero tu amiga y nuestra madre lograron dormirlos —me cuenta captando por completo mi atención.
—Estaban muy asustados, ¿verdad? —pregunto sabiendo la respuesta.
—Si, pero al menos no vieron cuando Alessandro fue disparado —dice, a lo que asiento de acuerdo, eso hubiese sido peor.
—Hay algo que quería decirte, pero… —de pronto queda en silencio como analizando si debería decírmelo o no.
—¿Qué es? No quiero que me oculten nada, así sea algo muy malo —digo seria.
—Cuando Elliot disparo a Aless, el disparo iba a ser para ti, pero como él se interpuso te salvó. Bueno, la cuestión es que Elliot al ver que falló, tuvo la intención de volver a disparar y Danilo al ver esto le disparó sin pensar, poniendo tu seguridad por sobre todo —explica dejándome confundida, ni siquiera me di cuenta que hubo más disparos, pero es que estaba desesperada por la situación de mi esposo.