Dedicado a: Irene Patricia Soto Trejo.
Isabelle
Camino de un lado a otro, ya que a pesar de que ya estamos casados, no quita que este muy nerviosa y ansiosa, no quiero que algo salga mal, en esta ocasión renovaremos nuestros votos matrimoniales, y eso me emociona. Que me lo haya pedido, fue lo más hermoso que ha hecho, luego de mis hijos claro está, nuestra vida de a poco va mejorando, al fin podemos disfrutar de nuestros hijos, de mis padres y hermano. Hoy en día puedo decir que, aunque fue duro, no podría arrepentirme de lo que pase, bueno es obvio que, si pudiera evitar nuestra separación y mi enfermedad, pues lo haría. Pero ahora soy fiel creyente de que por algo pasan las cosas, y de que el tiempo lo cura todo. Una semana después de su propuesta aquí estamos a punto de hacerlo, no queríamos esperar más tiempo, no teníamos excusas para no hacerlo.
—Ya es hora —dice Andrea apenas cruza la puerta.
—Lo sé, pero, aunque parezca loco, tengo un poco de miedo —confieso y lo único que recibo de ella es una sonrisa tranquilizadora.
—Se aman, y eso es más que suficiente —asegura al tiempo que se acerca para acomodarme la flor que está en mi cabello —. Ahí está mejor, vamos o mi hermano vendrá a buscarte, está ansioso por ver a su esposa —bromea sacándome una sonrisa.
Me observo por última vez, en el largo espejo, mi vestido es largo u de un color salmón, decidí que no quería volver a usar blanco, ya lo usé en mi primer boda. El maquillaje es suave y perfecto, por otro lado, el peinado fue hecho por mi madre, algo muy bonito, las flores adornan las pequeñas trenzas del rodete.
Hace cinco años, el chófer de mi esposo me entrego a él, pero hoy es diferente ya que tengo a mi padre, quién me ha mostrado su amor incondicional. Sonrío feliz al verlo llegar para llevarme al altar, el me observa sonriente al tiempo que me extiende su mano, la cual recibo de inmediato para comenzar a caminar hacia donde se encuentra el amor de mi vida.
Una vez llegamos al jardín de mis padres, que es donde decidimos realizar la ceremonia, nuestra familia se encuentra en cada rincón del lugar, solo se encuentran los más allegados, y algunos amigos de mi esposo.
Mi hombre se encuentra en la punta, y me observa con una sonrisa en el rostro la cual correspondo de inmediato, luce tan elegante con ese traje gris que le queda como anillo al dedo.
Caminamos sintiendo la mirada de todos en mi persona, pero yo solo me concentro en esos ojos azules que día a día me enamoran más, si eso es posible. Mis pequeños soles están con mis cuñados y mi hermano, ellos están felices, todos lo estamos.
—Te entrego a mi hija, ella es mi diamante más preciado así que cuídala con tu vida —le pide mi padre con lágrimas en sus ojos sin ser derramadas.
—Téngalo por seguro, Señor Santoro —asegura mi esposo al mismo tiempo que agarra mi mano para acercarme a él.
—Estas hermosa, amore mio —susurra para seguidamente darse la vuelta para quedar al frente del sacerdote, yo por mi parte hago lo mismo.
—Estamos aquí para renovar los votos matrimoniales de la Señora Lombardi y el Señor Lombardi. Ambos están de acuerdo con la ceremonia, están bajo su responsabilidad y sin ser obligados. ¿Señores están listos? —pregunta a lo que asentimos sonrientes.
—Yo, Alessandro Lombardi, te quiero a ti, Isabelle Francesca Santoro, como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida. Aquí reafirmo mi amor por tío, mi vida entera gira entorno a ti y a nuestros hermosos hijos —habla provocando que lágrimas de felicidad rueden por mis mejillas —. Te haré la mujer más feliz por el resto de mis días. Ti amo amore, mi amor aprueba de adversidades —dice al tiempo que agarra con suma delicadeza mi mano para colocar el anillo sin dejar de observarme.
—Yo, Isabelle Francesca Santoro, te quiero a ti, Alessandro Lombardi, como esposo y me entrego a ti, y prometo serte fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y la enfermedad, todos los días de mi vida. Reafirmo mi loco amor por ti, tu y mis hijos son mis razones de ser, eres mi hombre perfectamente imperfecto, eres mío amour —lo último lo digo divertida provocando que todos se rían —. Aprenderé a hablar Italiano, y deseo aprender todo a tu lado, amor de mi vida, mi amor aprueba de adversidades —hablo y sin hacerme esperar me atrae a su cuerpo y une nuestros labios en un beso suave, sonrió en medio del beso gracias a los gritos eufóricos de nuestros amigos.
—Puede besar a la novia —dice burlista el sacerdote cuando nos separamos, mis mejillas arden por la vergüenza —. Los declaró renovados, por muchos más años Señores Lombardi —bromea haciendo que todos estallamos en carcajadas.
***
—Mi cielo está muy pensativa —susurra en mi oído erizando mi piel en el acto. Dejo de observar como todos bailan para seguidamente darme la vuelta y quedar frente a frente, el coloca sus dos manos en mi cintura para presionarme más a él —. Quiero hacerte mía, quiero fundirme en tu interior, quiero tantas cosas contigo —sigue hablando en susurros para que solo yo lo escuché al tiempo que deja besos húmedos en mi cuello, suspiro de placer antes sus caricias.
—Yo quiero que me hagas tuya, quiero que me hagas un hijo —digo e inmediatamente su cuerpo queda inmóvil —. Quiero tener otro hijo, amour —menciono levantando su rostro con ambas manos para que me mire, el luce desconcertado, pero tiene ese brillo que me encanta.
—¿Hablas enserio, mi amor? —pregunta emocionado, así que rápidamente asiento feliz para seguidamente colgarme de su cuello —. Tendremos otro pequeño príncipe, tendré otro hijo con el amor de mi vida —dice eufórico.
—¿Cómo sabes que será un niño, amor? —pregunto divertida.
—Sera un niño, me esforzaré para que lo sea, debemos ser muchos para cuidar a mi pequeña princesa de cualquier idiota —dice seguro de sus palabras, lo dice tan serio que no puedo aguantar la risa, el por su parte me mira con el ceño fruncido al tiempo que me aprieta más a él.
—¿Qué es tan gracioso Señora Lombardi?
—Tú, tú lo eres mi amor. Primero que nada, no puedes elegir el sexo de nuestro futuro hijo, y además yo también trabajaré duro para que sea niña —digo sin poder parar de reír, cuando veo su intención de replicar vuelvo a hablar —. Y, en segundo lugar, nuestra hija es muy pequeña aun, pero el día que sea grande sabrá tomar las mejores decisiones. Y si alguien quiere hacerle daño obviamente estaremos ahí, pero no les impedirás que tenga novio.
—Entonces esto es una competencia, y sé que ganaré —asegura confiado, a lo que ruedo los ojos con disgusto —. Y está claro que no dejaré que ningún imbécil puerto se acerque a mi principessa.
—No pelearemos por eso, aún falta mucho —digo al tiempo que con mis manos bajo un poco su cabeza a mi altura y lo beso queriendo permanecer así por siempre.
—Te necesito —susurra en medio del beso mirándome con deseo.
—Yo... también —digo casi en súplica producto del deseo —. Debemos despedirnos.
—Lo haremos ¿Está lista señora mía, para nuestra segunda luna de miel? —pregunta con picardía.
—Mas que lista —declaro tomando distancia o no nos iremos nunca. Pensé que no tendríamos luna de miel, pero mi amado esposo llegó un día y dijo que nos lo merecíamos ¿Y yo quien soy para negarme?
Agarrados de la mano nos encaminamos hasta donde se encuentran los demás, mis hijos al vernos corren en nuestra dirección.
—Mamá —me habla Chiara al tiempo que alza sus manitos pidiendo que la cargue, así que me agachó a su altura y la tomo en mis brazos mientras observo de reojo como mi esposo repite la acción con Matteo —. Papi, quiero casarme con un príncipe como mamá —dice inocentemente mi princesa captando la atención de su padre, que no se muestra nada feliz con lo que ha dicho su pequeña, yo por mi parte trato de aguantar mis ganas de reír.
—No, no mi amor, los príncipes son malos —asegura serio haciendo que mi hija la mire confundida —. Solo papá y tú hermano somos buenos, los demás son feos y malos, ellos nos quieren separar —le explica sacando a relucir su faceta de padre protector, ruedo los ojos internamente ante sus estúpidas excusas, pero estamos claros que mi ángel le cree todo lo que dice.
—No, no nos separarán, papá porque no quiero más un príncipe —dice al tiempo que le pide que la alce, y este de inmediato lo hace.
—Así se habla mi principessa —le habla orgulloso de que su plan haya funcionado.
—Disfrútalo mientras te crea, amor —le digo burlista provocando que me mire enojado —. Mis soles, nos iremos unos días, pero se quedarán con sus abuelos —les explico —. Gracias mamá, por cuidarlos —le agradezco y ella le resta importancia.
—Ustedes disfruten, y espero que venga el tercero o cuarto pronto —dice con gracia. La miro con los ojos como plato y siento como me falta el aire, ya que no considere que, si quedo embarazada, hay una alta probabilidad de que sean dos, eso sería un caos —. Solo estaba bromeando hija.
—No se preocupe suegra solo será uno, pero si son dos o más yo estaré más que feliz —dice mi esposo mientras camina con los niños que le cuentan sus aventuras.
—¿No hablaras enserio? serían cuatro, eso es mucho, pero y si son más, oh mi Dios yo creo... —mi esposo me interrumpe.
—Solo uno, amor. Ya lo entendí, está anotado —dice mirándome con diversión —. Ahora debemos irnos o llegaremos tarde —menciona al mismo tiempo que deja un beso en sus cabecitas y le susurra un te amo a ambos, para seguidamente pasarles a mi madre y a mi padre que acaba de llegar.
—¿Me puedo arrepentir? Es que estaré lejos de mis soles.
—No nos podemos arrepentir, además dos semanas pasan volando. Y ellos estarán bien —me asegura colocando uno de sus brazos sobre mis hombros para a traerme a su cuerpo.
—Disfruten chicos se lo merecen —nos dice mi cuñada llegando junto a su novio, que todo parece indicar que se han arreglado.
—¡Háganlo, pero usen protección! —exclama mi hermano con una mueca de horror.
—Andriano —le regaña mi madre.
—Solo quiero que se cuiden madre, aún no me hago la idea de que mi hermanita está casada y con dos hijos —dice al tiempo que agarra a mi pequeño.
—No prometo nada, trataré de que esta mujer tenga a mi hijo en cuanto volvamos —habla Aless provocando que mis mejillas se enciendan —. Oh, mi cielo se ha sonrojado —comenta divertido haciendo que todos exploten en carcajadas, yo por mi parte le pegó un codazo —. ¡Auuu!
***
Después de vueltas y vueltas, de bromas y despedidas logramos salir de la casa de mis padres. Si les soy sincera, no tengo ni la más mínima idea de adónde iremos, pues a mi querido esposo no se le ocurrió mejor idea de que sea una sorpresa. Ahora mismo, nos encontramos en el avión, ya acomodados para despegar en minutos, nuestra noche de "boda", no sé si podría llamarse así, bueno la cuestión es que deberemos esperar.
—¿Deseas dormir, cielo? —pregunta al tiempo que acaricia mi cabello.
—¿Estás seguro de que no me dejaras caer? —pregunto, ya que me ha pedido que me siente en sus piernas, por lo que ahora estoy a escasos centímetros de su boca y con mis piernas a cada lado, y como que tengo un poco de miedo.
—No te dejaría caer —dice al tiempo que baja sus manos a mi trasero, lo observo con los ojos abiertos mientras miro por todo el lugar para comprobar que nadie nos está viendo —. Nadie tiene permitido de entrar aquí sin anunciarse —explica al mismo tiempo que sus manos entran debajo de mi falda, creo que fue mala idea cambiarme, y por sobre todo ponerme una falda.
—¿Qué... qué haces? —pregunto cuando siento sus dedos jugar con mi braga.
—Te dije que te haría mía —susurra para seguidamente devorar mi boca.
—Eso fue maravilloso —digo acurrucándome más sobre su pecho, hace minutos nos estábamos entregando a la pasión, extrañaba hacer el amor con mi esposo, es tan dulce cuando pregunta si no me ha lastimado.
—En menos de un mes tendremos a un ser creciendo en tu vientre —susurra haciendo que lo observe feliz.
—Un mes es muy poco, necesitamos más tiempo —digo ya que no creo que pase tan rápido.
—Un mes, o es que ¿acaso no confías en las habilidades de tu esposo? —cuestiona fingiendo estar indignado.
—Cómo no voy a confiar si en pocos meses me embarazaste de mellizos, y eso que usábamos protección —bromeo.
—Me encantaría repetirlo toda la noche, o mejor aún toda la vida —dice para seguidamente volver a devorar mis labios.
Lo que resta de la noche nos entregamos a la pasión y el amor, tratando de recuperar el tiempo perdido.