Amor a prueba de adversidades

Extra 3: Nuestro aniversario.

 

Alessandro

 

   Sonrío mientras observo a mis hijas y a su madre tratando de preparar la cena por nuestro aniversario, la vida pasa y no podemos hacer nada para evitarlo. Ya no son unos bebés, pero para mí siempre lo serán, mis mellizos ya tienen 21 años, todos unos universitarios, y mi niña más pequeña está a punto de cumplir los 15 años.

   Puedo decir que con mi Belle hemos hecho un buen trabajo, la vida nos ha regalado la dicha de disfrutar de nuestros ángeles.

   A mis cincuenta y tres años me encuentro feliz de la vida, y disfrutando todo el tiempo de mi hermosa familia, mi esposa no ha cambiado mucho, sigue siendo la bella mujer que conocí hace veinte años, solo que sus fracciones se han acentuado haciéndola ver mucho más hermosa, mi compañera de vida me hace el hombre más afortunado.

—¿Espiando a nuestras chicas? —pregunta una voz gruesa a mis espaldas, y yo sólo sonrío al saber de quién se trata.

—¿Cómo has estado, duende? —pregunto al tiempo que me doy la vuelta para quedar de frente a mi hijo, que ya es todo un hombre, y no cabe duda que es un calco mío, y una fichita para las mujeres, que disfrute porque el día que encuentre una mujer que lo enloquezca nada será igual, si no lo sabré yo.

—Ya te he dicho que no me llames así, padre —dice fingiendo enojo, pero sé que, aunque lo niegue le gusta que lo llamé así —. Responde a mi pregunta —pide mientras ambos nos apoyamos por las escaleras de las cuales podemos tener una buena vista de la cocina y por ende de mis princesas.

—Sí, sabes que me gusta observarlas cuando están tan concentradas —respondo riendo en voz baja —. ¿Cómo te ha ido en este semestre? —pregunto curioso.

—Nada mal, ya sabes si haces lo que te apasionas todo resulta más fácil —dice mi futuro Ingeniero. Si, nos sorprendió a todos con su decisión de no querer hacerse cargo de la empresa familiar, pero como su deseo era estudiar otra cosa lo apoyamos, al fin y al cabo, si él es feliz con eso nosotros también lo seremos.

—Así es, campeón —concuerdo con él llevando una mano a su hombro para darle unas palmaditas.

—¿Qué hacen ahí? —pregunta una melodiosa voz logrando que nos sobresaltamos al sabernos descubiertos.

—Pues nada, principessa —digo temeroso de que le diga a mi esposa.

—¿Saben que mamá los pondrá a limpiar si los descubre? —pregunta mi pequeña Alessia. Y no es una exageración, ya que mi amada Belle me ha prohibido andar por esta zona de la casa porque según ella todo debe ser sorpresa, y mi hijo era el encargado de mantenerme alejado, pero como se habrán dado cuenta ninguno de los dos ha hecho caso.

No dirás nada, pequeña sanguijuela —le dice Matteo.

—¿Y por qué no? —cuestiona con una sonrisa maliciosa.

—¿Cuánto quieres? —pregunto tratando de sobornarla.

—Pues...veremos, nah, es más divertido si le digo a mamá —dice para rápidamente correr hacia la cocina, y esa es la señal que necesitamos para correr por nuestras vidas.

—¡Alessandro y Matteo Lombardi, los quiero ya aquí! —escuchamos la exclamación de mi mujer desde la cocina y sin más opción caminamos hasta donde se encuentra.

—Justo pasábamos por aquí, mi amor —miento.

—¿Y tú crees que yo nací ayer? —pregunta enojada, pero minutos después se lanza a reír junto a mis hijos por lo que los observo con el ceño fruncido ¿Qué está pasando?

—Te conozco lo suficiente como para saber que no me ibas a hacer caso y por lo mismo te lo pedí, solo quería averiguar cuánto estabas dispuesto a aguantar —explica divertida mientras se lanza a mis brazos y yo la recibo gustoso —. Hay cosas que no cambian, como por ejemplo lo mucho que te amo —dice sonriendo con la dulzura que la caracteriza, y sin pensarlo la beso, ella me corresponde y ambos nos fundimos en un apasionado y profundo beso hasta que unas exclamaciones nos hacen volver a la realidad.

—¡Qué asco! —exclama Chiara haciendo una mueca, mi mujer y yo solo nos reímos a carcajadas.

—Chiara tiene razón, no es lindo ver a tus padres compartiendo saliva —dice nuestro hijo mayor, por unos segundos.

—Pues cuando lo hacemos vayan a otro lado, no voy a dejar de besar a mi hermosa esposa por ustedes —aviso mientras la aprieto más a mí.

—¿Que no ven lo hermosos que son? —pregunta Alessia captando la atención de todos —. No me miren así, yo quiero tener mi historia de amor —dice soñadora y yo me tenso de inmediato ¿Cómo puede decir eso sin pensar en mi pobre corazón?

—No digas tonterías, ni siquiera debes pensarlo —habla su celoso hermano.

—Matteo deja a mi pequeña —dice Isa separándose de mi para caminar hasta donde está Alessia.

—¿Acaso van a permitir que algunas de ellas tengan novio? —pregunta incrédulo.

—Sí.

 —No —decimos al mismo tiempo.

—¿Sí o no? —cuestiona divertida Chiara.

—No, son unas niñas para pensar en eso —digo frustrado al ser consciente que tarde o temprano sucederá, es inevitable, pero mientras pueda lo impediré.

—¿Y qué pasa si ya tengo novio? —pregunta Chiara como si nada.

—¿De qué hablas? ¿Quién es el mocoso que se te acerco? —pregunto tratando de no perder el control ¿Quién se atrevió a mirar a mi princesa?

—Solo estaba bromeando —miente, lo sé por sus ojos.

—Dime.

—No hay nadie y si lo hubiera no tendrías de que preocuparte porque criaron a una mujer que sabe lo que está mal y bien, y si me equivoco no será el fin del mundo —dice dejándome mudo, en eso se parece tanto a mi Belle, es tan madura que a veces pienso no tiene veintiún años.

—Mi pequeña ya es toda una mujer, me siento tan orgullosa de ti, de todos mis ángeles —habla mi esposa mientras se seca las pocas lágrimas que ha derramado.

—Mamá, andas muy sentimental —menciona Matteo riéndose un poco.

—¿Y cómo no estarlo si mis hijos se han criado tan rápido? —pregunta con la voz rota preocupándonos a todos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.