Pase el día recorriendo cada rincón del palacio, memorizando cada detalle que pronto quedaria en el pasado. Ya que pronto me iría y quién sabe si volvería aver esos pasillos acogedores, que estaban repletos de recuerdos. La noche llegó sin que el sueño me alcanzara. Me revolvía en la cama. Pensando una y otra vez en el príncipe del que todos murmuraban ....como si fuese un monstruo. ¿Que tan cierto podrían ser estos rumores?
Finalmente, me levante, me puse mi bata de dormir y sigilosamente me dirigí hacia el jardín. Necesitaba aire fresco. Me senté en una de las bancas, frente a la fuente. La noche era tranquila rodeada de pequeños sonidos. El cielo estába cubierto de hermosas estrellas que hacían que se viera mágico y majestuoso. El sonido del agua de la fuente cayendo era relajante y casi hipnótico. Me acosté sobre la banca mirando hacia el cielo admirandolo. Unos segundos después cerré mis ojos ...finalmente quedándome dormida.
—Princesa despierte, por favor—escuché una voz familiar, despertándome de golpe.
Jasmín —¿Que?,¿Que pasa?— dije aturdida.
Era Elisabeth quien tenía un rostro de precaución.
Elisabeth: ¡Oh, Dios mio!. La estuve buscando por cada rincón de palacio. Nunca imagine que estaría aquí. El príncipe esta a una horas de llegar.¡ Debe alistarse de inmediato!.
Jasmín—¿ Realmente es necesario que lo reciba, yo?—Pregunté bostezando aún adormilada.
Elisabeth— Me temo que no tiene elección, alteza.
Jasmín — Debería escapar a las montañas lejos de todo esto, donde nadie pueda encontrarme —murmuré con ironía.
Elisabeth: No diga eso, princesa— respondió con dulzura.
Unos momentos después ya estaba lista en el gran salón principal. Llevaba puesto un hermoso vestido de color rosado pastel de tela suave y fina, perfectamente entallado. Yo era del tipo de princesa que me gustaba vestirme con delicados vestidos esponjosos y accesorios únicos. Esperaba impaciente la llegada del príncipe.....
Jasmín — ¿Cuánto más tardará en llegar este hombre?—pregunté , frustrada.
—Sí no me an informado mal, está a unos segundos de arribar, alteza.— Respondió él mayordomo.
Elisabeth: Tenga un poco más de paciencia, princesa. Ya no tardara en llegar.—susurró Elisabeth.
Estaba apunto de marcharme, cuando el mayordomo anunció:
—Su alteza, el príncipe Andrew.
Jasmín— Al fin— murmuré, exasperada.
Reina: Tranquila, hija. No muestres desesperación—
Mire hacia el frente con un rostro serio esperando ver quien era el tan oscuro príncipe del que todos hablaban y odiaban. Las puertas del carruaje se abrieron. De él descendió un joven alto de cabello oscuro, piel blanca y unos intensos ojos de color verde olivo. Caminaba hacia el frente con paso firme y seguro, como si todo el palacio le perteneciera. Saludó con una leve reverencia, sin pronunciar ni una sola palabra.
Reina: Bienvenido, Príncipe Andrew. Espero que su viaje hasta aquí haya sido tranquilo y cómodo para usted.
El no respondió. En cambio fue su chambelán quien hablo:
—Disculpe señora reína, pero su alteza viene agotado por el largo trayecto, pero agradece su cordial bienvenida.—dijo el chambelán con voz nerviosa y incomoda por la situación.
Reina: Por supuesto es totalmente compresible—asintió la Reina.— Lucía, por favor. Dirige al príncipe y a su chambelán a sus aposentos seleccionados para que puedan descansar.
Andrew— Preferiría ir a caminar con la princesa—interrumpió Andrew en un tono frío.— Después de todo, estoy aquí por ella . —Dijo mirándome fijamente.
Reina: Por supuesto —respondió mi madre antes de que pudiera negarme.—El aire fresco les hará bien. Jazmín, acompáñalo y dale un pequeño recorrido por nuestros hermosos jardines. Regresen antes del almuerzo— dijo amablemente.
Jasmín— Claro—dije con una sonrisa forzada.
Caminamos tranquilamente en silencio hasta los jardines del palacio, seguidos a distancia por nuestros sirvientes personales.
Rompí el silencio diciendo—Como puede observar, este es nuestro jardín. Por este lado tenemos un diseño estructural de hermosos tulipanes— dije señalando los coloridos tulipanes — Cada colorido pétalo le da un aspecto brillante y encantador al lugar.
Andrew— Me da igual qué tipo de tulipanes tenga tu jardín, milady.—Respondió con un tono frío y serio. La única especie de flor que me interesa eres tu. Así que mejor háblame sobre ti, quiero saber cada de talle de ti— dijo en un tono suave y frio.
Sus palabras me hicieron sentir , como si un balde de agua helada me hubiese caído encima y frunci el señor. Modiendome el labio para no responder con grosería.
Andrew—Que linda reacción — añadió con tono sarcástico.
Jasmín—¿Cual es tu problema?— repliqué molesta. —Es de muy mala educación ser arrogante y frío, cuando eres un invitado.
Mi dama se aserco apresurada para intentar calmarme.
Andrew—Si, piensa que el problema es mi educación, dejeme explicarle que no es así — respondió sin inmutarse.— El problema aquí es que usted está fingiendo ser una persona que no es. Algo que detesto profundamente en una persona, así que deje a un lado su hipocresía y reveleme su verdadero interior.
Jasmín—Yo no estoy fingiendo nada y no soy hipócrita —espete—Solo trataba de ser amable con una persona que claramente no lo merece.
Me giré indignada, dispuesta a marcharme.
Elisabeth:¡Espere princesa!, No puede dejar así.......por así aquí al príncipe. —susurró Elisabeth con una voz nerviosa.
Mientras me alejaba, mi mente hervía:"¿Quien cree, que es este hombre?". "¡Así no se conquista a una mujer!".
Entonces lo escuché gritar:
Andrew—Es típico que los bichos siempre salgan huyendo, cuando las flores más hermosas son fumigadas.
Me detuve en seco. Me giré lentamente pensando : "¿Este, imbécil a caba de llamarme bicho destructor de flores bonitas?", "¿Enserió, acaba de llamarme bicho?". Lo miré directo a los ojos. Que me observaban con una sonrisa orgullosa.