Mientras voy detras suyo no puedo ni siquiera pensar en lo que dirá, yo no había llegado tarde y jamás lo haría en mi primer día de trabajo -aparte de las entrevistas a las que curiosamente siempre lo hacía- nadie dice nada y me doy cuenta que desde que lo ví aún no e pronunciado palabra.
— Buenos días señor Min— digo tratando de alivianar el ambiente y hago una reverencia pero este me mira con el seño fruncido y deja escapar una risa burlona.
— Tu sistema reacciona un poco tarde no crees— me quedo espectante mientras doy lógica a sus palabras y cuando logro comprender lo miro a los ojos apretando mis dientes para evitar decir algo que contraataque de la misma forma. ¿Cómo es que ayer se comportó de una forma amable y hoy a vuelto a su faceta de completo idiota?.
Se quita su saco y lo coloca en el perchero para luego sentarse en uno de los sillones en medio de su espaciosa y muy bien decorada oficina, su camisa blanquesina no está tan lejos de alcanzar el color de su piel, por inercia muerdo muerdo mi labio inferior y al darme cuenta escondo el rostro.
— Que haré contigo— resopla y entrelasa sus dedos debajo de su barbilla apoyando los codos en sus rodillas
— No entiendo— y aquí estoy de nuevo tratando de comprender el sentido de sus palabras.
— Es tu primer día y llegas tarde, como mi secretaria quiero que sepas que hay algo que odio y es la impuntualidad— ahora comprendo.
— Discúlpeme pero yo llegue a la hora correcta— trato de defenderme puesto que había llegado temprano, incluso antes que la mayoría de empleados.
— cuando llegue aún no estabas en tu puesto— réplica.
— ¡claro que no!— agitó mis manos de frente en un tono de voz leve—siempre estuve aquí, solo me moví un rato para ir por un café eso es todo—Digo pero no parece muy convencido.
Me es imposible sostenerle la mirada por lo que procuro mirar a otro lado mientras espero su respuesta, su mirada es fuerte y penetrante, hace alucion a su personalidad de chico inalcanzable.
— Está bien— me sorprendo por su repentino cambio y lo miro con los ojos bien abiertos — Por hoy voy a creerte.
Hace una seña para que me acerque y naturalmente obedesco, me siento a una distancia considerable por no decir que me senté casi en el otro extremo para no hacer cercanía. Estoy segura de que si el no dice nada aquí no habrá tema de conversación.
— Organiza estos documentos, la primera carpeta tiene el orden exacto en que van las demás y luego has copia de estás, tengo una reunión en media hora— probablemente quiera volverme loca como el, es muy poco tiempo para organizar todo eso, considerando el volumen de dichos papeles.
— ¿M-media hora?—
— Si— responde con naturalidad—¿O es que no puedes?.
Niego con la cabeza y aclaro mi garganta — en media hora será— me levanto tomando las pesadas carpetas y me preguntó quién rayos fábrica estás cosas.
Doy un suspiro estando fuera y una vez estando en mi puesto comienzo con mi trabajo y sin contar que me perdí tratando de encontrar la sala para sacar las copias, fue un desastre pero afortunadamente ji-eun me dió las indicaciones necesarias.
Hice mi me mejor esfuerzo aún sin tener esperiencia en esto, pero pues vamos e hecho cosas que ni yo pensé que que haría.
Después de más de media hora aún no entregaba los informes así que fui lo más rápido que pude a la sala de reuniones y respire profundo antes de entrar para que nadie notara mi desespero pero lo más curioso es que en aquella sala no había nadie a excepción de yo misma cargando unas carpetas que posiblemente pesaban lo mismo que yo.
Una palabra para describirlo era el ruido de una cigarra por la noches. Al principio me pareció extraño pero después me alegre porque los más posible es que halla llegado antes. Deje cada una en su puesto y salí con gran sonrisa, quería ver la cara de YoonGi cuando se diera cuando que si lo había logrado.
( . )
— Debes ser paciente— dice tranquila y hace una línea recta con sus labios— okey me retracto, muuy paciente— añade y hace énfasis en sus últimas palabras.
— Quiero pensar que me va a ir bien— digo y dejo los palillos sobre la mesa para luego limpiar mi boca con una servilleta.
— él es incomprensible...— detiene sus palabras y mira hacia todos lados corroborando que nadie cerca pueda oír nuestra conversación, lo que parece algo imposible contando con la cantidad de empleados que están almorzando a nuestro alrededor.
— ¿Quien?— pregunto pero arruga su nariz y hace un gesto que me da a entender de quién habla.
»— ¿Cómo puedes saber?— de nuevo interrogó y está rueda los ojos.
— Años trabajando aquí no han sido en vano— levanta su taza de café a la altura de sus labios y sopla en poco humo que sale de ella.