Estaba enojada si, inhala... Exhala, me repetía varias veces mientras hiba en el ascensor y creo que eso ayudó bastante porque una ves que la tuve en frente ya no sentía lo mismo que hace unos minutos.
La puerta estaba abierta y a un lado dos enormes valijas de un rosa fosforescente, encima del tapete los zapatos de escuela de Eun-tak y los que parecían ser de ella, horribles en su máxima expresión.
Me adentre más y en la mesa de la cosita los ví, una ceja me tembló al verla recibirme con una sonrisa. Solo la mire sería y me cruce de brazos, Tani es muy inocente para saber la situación pero no es tonto así que se levanta y deja de hacer lo que estaba haciendo, la silla hace un chirrido contra el suelo apenas se baja.
— Ups— Eun-tak se encogio de hombros y camino hasta mi apenas jalando la manga de mi camisa que se había bajado hasta mis muñecas en el agetreo de llegar rápido.
— ¿Porque no me esperaste?— le pregunté y solo bajo la cabeza. Me coloque de rodillas a su altura y levanté su barbilla — Cariño, ve a tu cuarto y luego me dices, si?, necesito hablar con tu la tía Amelia— trate de colocar mi mejor sonrisa y asintió tomando su bolso del sofá e hizo caso a lo que dije.
— ¿Que haces aquí?— pregunté sería casi en un susurro en cuanto no ya no pude visibilizar más a Eun-tak, el atardecer se reflejaban en la ventana.
— Querida no te alegras de verme— se acercó... ¿Triste? Eso es lo que estoy viendo, para mí sorpresa — estoy aquí con ustedes porque no estás feliz— me tomo de las manos pero me solté al instante.
— como quieres que este feliz de verte si la última vez me sacaste casi a patadas de tu casa— más como un reclamo quise recordarle el motivo de mi frialdad — acaso que esperabas? Que brincara de cabeza emociona al ver que te llevaste a Eun-tak de la escuela sin mi permiso, no sabes lo mucho que me asusté.
— tienes razón, lo sé pero las cosas no son como crees, escúchame ese día estaba aturdida con lo de mi hermano y no supe cómo manejar la situación— se justifico y yo la mire incrédula.
— Echaste a tus propios sobrinos de tu casa sin pensar las consecuencias, mira yo no quiero que vengas aquí ahora como su nada hubiera pasado y esperes mí mejor sonrisa, tal vez Eun-tak lo haga porque no tiene idea de lo que pasó pero de mi no esperes nada— digo casi entre dientes sin alzar la voz.
— Por eso estoy aquí, quiero pedirte disculpas, a ti, a ambos, no sabes las terribles noches que he tenido que pasar por el cargo de conciencia— si claro y yo estoy para creerte.
— Entonces... ¿pasaste casi 8 años con insonmio?— pregunté enarcando una ceja con los brazos cruzados — a mi parecer te ves muy bien, al menos de salud y podría decir que mejor que yo.
— las cosas no son como se ven siempre— por Dios que es lo que estoy viendo, acaso tiene una lágrima, exelente actriz señoras y señores.
— aún no respondes mi pregunta, dime qué haces aquí— indague en la pregunta de un principio, con una mano se limpio el pequeño rocío y el rimel de su ojo se corrió.
— me quedé sin nada, sin casa, sin dinero, sin novio— dijo lo último con tono pesado y pareció haberse tragado el nudo en su garganta.
— como que sin nada— baje la guardia y pregunté más curiosa que nunca.
— te lo contaré todo— se dió la vuelta y por su cuenta se sirvió un vaso de agua y por primera ves en cinco minutos me doy cuenta que estoy en la misma posición desde hace rato y las piernas me duelen.
— yo dejé que manejara todo, él administraba todo lo que recibía de la pensión de tu tío y me dijo que lo mejor era casarnos, dijo que me amaba y que por eso lo hacía, pero un día solo recibi un reporte con todas mis cuentas vacías y todo mi dinero invertido en un negocio que claro estaba a nombre de él, después me pidió el divorcio y yo no entendía porque si tanto decia quererme, solo me dijo que se aburrió de mi y que estaba arto de estar atado una anciana como yo, ¡puedes creerlo, si yo apenas pasó los cuarenta!.
— si claro, como no— deje que siguiera.
— El maldito me quito todo y me dejó hasta sin casa, no tengo a donde ir y tampoco puedo trabajar porque mi visa de extranjera no me lo permite, ¿sabes que es lo peor de todo? Ni siquiera el matrimonio fue real, solo me engaño — aunque tal ves no tenga el mejor concepto de ella verla así me ablanda un poco.
— y porque no lo has denunciado con la policía, no creo que nada de lo que halla hecho sea legal— inquirí.
— ya lo intente pero resulta que el imbécil es un astuto y me hizo firmar clausulas dónde específica que doy aprobación para todo— dijo con cierto desaire.
— pues no es muy buena tu situación que digamos— dije resignada y acaricie mi talón adolorido, malditos tacones, hablé en mi mente.
— Es por eso que quería pedirte un favor— me señale a mi misma interrogativa y me enderece después de quitarme los tacones y los sostuve en mis manos.
— Necesito que me dejes quedar aquí con ustedes— abrí mis ojos en grande y comenze a negar y antes de que pudiera responder continuo— solo será un tiempo, es mientras trato de recuperarme de mi crisis, entiende sin dinero y casa no tengo donde más acudir, somos familia... ¿No es así?, eres mi única opción.
Y este tipo de situaciones me hacen pensar si en realidad tengo un carácter fuerte con algunos me dicen, ¿debería de dejarla quedar después de todos sus rechazos en el pasado? Aún cuando las mismas palabras que yo use antes de que me cerrarla la puerta en la cara cuando apenas tenía 17 años, esa misma frace la usaba ella ahora tratando de sacar un provecho, que yo la sacara de su apuro en estos momentos era su fin. Fácilmente podría hacer lo mismo que ella me hizo hace años pero la verdad es no puedo ser así, incluso si me lo propongo no pudo ser tan cruel. Sus ojos suplicantes me miran, son tan parecidos a los de mi padre, me hacen revivir recuerdos empolvados en mi mente.
Mi madre sosteniendo un bebé en sus brazos, brindándole su calor, puedo verla detrás del vidrio polarizado de su habitación, su sonrisa me resulta inolvidable y algo que quiero mantener vivo en cada rincón de mi memoria. La miro con ternura mientras sostengo una manta para cubrir mi cuerpo del frío, mi padre pasa si brazo por encima de mi hombros y me apega a su cuerpo brindándome protección, ladeó mi cabeza y veo su sonrisa, su ojos brillan de felicidad, me preguntó si también estaba igual el dia que yo nací.