Capitulo 4- fiesta de sorpresas (2)

Alexander°

-... Fui un completo idiota Taylor...- lo mire.

- No te vi por unos meses y cuando volviste estabas golpeado, tu hermana me dijo que estabas entrenando.

-Te contare de todos modos lo que paso- dije bajando la cabeza.

-Buen tenemos todo el día- dijo mirando su reloj de mano.

-…Antes de ir a la fiesta estaba con mi familia....

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-Hermano no quiero estar mucho tiempo en la fiesta, ayúdame a escapar una vez que mi hermana me vea, quiero irme de esa aburrida reunión- sería una noche larga y aburrida de todos modos.

-Soy tu hermano mayor y no, no puedo hacerlo conocerás a grandes personas es una oportunidad única- decia Oriel mi hermano de 18 años un omega cabellos negros y ojos color miel atractivo tengo que admitirlo muy parecido a mama- Mama y papa estarán con nosotros Alexander.

-Ellos se distraerán mi hermana hará lo mismo, claro confirmando primero si estoy presente- digo en puchero en la habitación de Oriel limpia ordenada y con paredes blancas y azules muy elegante- Hermano te lo pido Taylor no puede ir ya que se enfermó justo para hoy, será aburrido- me siento al borde de la cama.

-Alexander no puedo- suspira, lo tengo esta por ceder lo conozco- No te ayudare a escapar solo la distraeré depende de ti como escapar, tu planéalo.

-Gracias hermano- me levanto emocionado y lo abrazo- ¿Cual será la señal?... agarra una copa, esa que sea hermano- le digo entusiasmado.

-Está bien- rie un poco.

-Hijos ya es hora bajen- Grita mi padre corremos prácticamente hasta el un hombre alto de ojos miel y cabello castaño junto a mi madre cabello largo de color negro y ojos más oscuros que la noche quedando espectacular en ese vestido verde musgo-Vamos ya mi familia Sweeney- sonreímos y vamos al auto a la fiesta.

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-Recuerdo que enferme porque cierto idiota en su forma lobina me empujo al lago detrás del colegio- se rasca el mentón con los ojos cerrados paro luego abrirlos ligeramente enojado.

- No sabía como controlarme, aparte que me dolia mi cuerpo-masajeo mi sien.

-Sigue lobo idiota.

-Denme paciencia por favor- digo en susurros- llegamos en salón y yo....

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En la puerta nos reciben la famosa pareja de alfas la señora Tamara y su esposo Lorenzo los Kirchner, mientras mis padres hacen su saludo correspondiente, llama mi atención un escándalo al otro extremo del salón, mi hermano me agarra el brazo esta inclinado con la cara roja lo sostengo esta por caer mis padres se acercan, entro en celo pero ¿Cómo?, Estará su alfa en esta fiesta no hay duda, un leve aroma de donde están reunidos otros jóvenes.

Suelto a mi hermano mis padres lo agarran para que no se golpee, corro, el aroma aumente mi pareja; otro lobo está cerca de ella, no no no, no se lo perdonare, lo golpeo para que se aleje, ella es mía, la agarro es muy pequeña una niña, rayos nunca lo imagine, pero me vuelve loco, alejándome no pueden quitármela es mi pareja mi alma gemela.

Les gruño para que no me la quiten hasta que choco con una esquina-¡¡ALEXANDER!!- es mi hermana- Suéltala, AHORA- está furiosa pero no no pueden ella es mía, mi alma gemela.

Muchas personas me empiezan a gruñir, me la quitaran, saco mis colmillos, ella no se mueve, su aroma - ¡¡MIA!!- mordiendo su cuello, grita y solloza perdiendo la conciencia.

Un golpe fuerte llega a mi cara una y otra contra mi mejilla izquierda viendo como recogen a mi pareja, detienen a quien me jopeaba dejándome en el suelo. quiero ver a mi alma gemela mi corazón duele y mi lobo aúlla de dolor por no estar con mi pareja.

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-Estas bien loco, te hubiera detenido a golpes si hubiera estado ahí contigo.

-Pero no, no lo estabas-suspiro -La lastime de forma imperdonable tenia 12 años.

-Maldito, era una niña, supongo que no te dejaron libre después, cuéntame

-... Me levantaron con brusquedad del suelo....

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-Vas a morir, maldito- Uno de los chicos me iba a golpear otra vez pero es detenido por su padre, el alfa de todas la manadas Jared Cervenka, sentí que era mi fin ya no habrá escapatoria. me mataria sin pestañar, no tengo miedo de eso si no de mi alma gemela, morir ella sufriría demasiado no podía permitírselo.