La Noche de Hoguera era más que un fogón al aire libre.
Esa noche, se rememoraba nuestra historia.
Yo no sabía que tan extraño era Monterbik hasta que me vi envuelta en los múltiples preparativos para aquella noche, siendo consciente que no sabía nada sobre el sitio en qué había estado viviendo. En las fiestas puedes encontrar de todo, como alcohol, droga y sexo. Pero en Monterbik, no había nada de eso, bueno, quizá hubiera sexo pero no era algo que encontrarías en las pocas fiestas que se realizaban.
Las fiestas de Monterbik, era un acercamiento a todos en aquel lugar, compartiendo como si fuéramos uno solo.
En la Noche de Hoguera, lo principal era el fuego. Lo segundo los bailes, pero no esos que bailas en las discotecas o bares de mala muerte, escuchando reguetón o música electrónica hasta que se te reventaran los oídos. No, los bailes en Monterbik eran algo más significativo.
Los bailes contaban la historia de Monterbik.
Esa mañana todo el instituto estaba lleno de murmullos ansiosos, todos parecían estar emocionadísimos con el evento, como si no fuese el mismo todos los años. A la tercera hora, todos los estudiantes salimos al campus central, quedando bajo un enorme techo de cristalería. Allí, se llevaban los actos principales de la comunidad estudiantil, desde el kinder hasta los aprendizajes superiores. Era todo un rollo.
Como era tradición, el día lunes dos semanas antes de la gran noche, el instituto y la universidad se reunió en el campus para recibir el nombre del baile que debíamos de ejecutar. En total, eran tres:
El baile de la condena.
El baile de la fuga.
Y finalmente, el baile del nuevo inicio.
—¡Hola a todos! —gritó eufóricamente la directora del consejo estudiantil de Monterbik. Llevaba un ajustado vestido morado y un sombrero con adornos de plumas.
Me pareció una imagen fuera de lugar.
»¡El día de hoy daremos a conocer el baile que deberá realizar cada uno de ustedes!
Luego de eso, hubo un ensordecedor coro de gritos.
—Esto no es nada comparado al bullicio de esa noche —me dijo Toni en el oído, lo suficientemente fuerte para que pudiera escucharle.
Seguro había puesto caras raras ante tanto alboroto, y él como siempre, quería facilitarme las cosas. Yo sabía que esa noche había demasiado ruido, los murmullos se escuchaban hasta mi casa, la cual no estaba para nada cerca.
La directora se acercó a un enorme bol transparente dónde habían tres papeles en su interior. Metió su mano y con un dramático movimiento sujetó el primer papel.
Todos soltaron un nuevo grito.
—El baile de la condena es para… —Toni me apretujó la mano, demostrando cuánto le emocionaba el momento—. ¡Segundo bloque universitario!
Dicho grupo dio un nuevo grito eufórico.
—¡A la hoguera! ¡A la hoguera! ¡A la hoguera!
Me tapé los oídos y sonreí, debía aceptar que tanta emoción era contagiosa. La directora sonrió, luego se dirigió nuevamente por el segundo papel e hizo lo mismo que al inicio.
—El baile de la fuga es para… —Echó un vistazo a su entorno antes de gritar—: ¡Primer bloque de instituto!
Como era de esperar, el sitio se llenó de gritos.
—¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!
Yo me encontraba completamente envuelta en aquel bullicio, preguntándome de qué iban todos aquellos gritos, y más importante todavía: ¿Quién iba a la hoguera? ¿Y quién pedía libertad?
—Y, finalmente, el tercer baile es para el bloque mixto.
Toni fue el primero en gritar:
—¡El inicio de Monterbik!
A su ensordecedora exclamación, se unieron todos los que pertenecían al bloque mixto: cuarto, quinto y sexto de instituto, primer, segundo y tercer grado universitario.
Hubo unas cuantas palabras más que se desvanecieron de mi memoria, además, la mayoría parecía conocerlas de memoria. Fue hasta el punto más esperado que presté la debida atención.
—Como ustedes ya saben, los papeles principales han sido seleccionados por una elección al azar, sin embargo… este año han sido escogidos por votación unánime del consejo estudiantil de Monterbik.
De pronto, las palabras parecieron desvanecerse de todos los presentes, dejando todo el lugar en un sepulcral silencio. La directora conservó su sonrisa, pero no pasó por alto su leve incomodidad.
—Y los protagonistas principales de este año son dos de nuestros estudiantes que no han sido participe de este evento en años anteriores.
Me encontraba acomodando la blusa dentro de la falda, pero al escuchar aquello me quedé inmóvil, sintiendo como mi corazón comenzaba a palpitar de forma más apresurada.
¿No podía tratarse de mí verdad? Creí imposible ser una de las únicas personas que no había participado esa noche pero… miré a todo mi alrededor, dándome cuenta que muchos estaban fijando su mirada en mí, y también en… Daniel.
—Y los afortunados de tener los papeles principales este año son… ¡Valeria Russell! ¡Y Daniel Patterson!
«Oh no». Después de lamentarme de distintas formas posibles, dirigí la mirada al chico en cuestión. Daniel me miraba fijamente, tan inexpresivo que aparté la mirada.
¿Qué era aquello? ¿Qué pecado estaba pagando? Porque la idea de bailar —o fuera lo que fuera que tenía que hacer— con Daniel, no me simpatizaba para nada. Y él, tampoco parecía muy emocionado.
—No puedo creerlo —vocalizó Toni con exagerada —pero real— admiración—. ¡Tendrás el papel principal Valeri!
Después de eso, me vi envuelta bajo abrazos y felicitaciones de todos los de mi clase, y de algunos otros que querían darse a conocer. Parecía que había alcanzado el logro más fascinante de la historia, aunque, quizá para los habitantes de Monterbik aquello era exactamente algo fascinante e importante.
—Oh, bueno, me parece que tendré que rechazarlo —dije yo, haciéndome escuchar solo a algunas personas que parecieron escuchar una terrible declaración.