Amor de Verano

CAPÍTULO II

Valery

Abro el refrigerador y saco el jugo de naranja para servirlo en un vaso mientras se termina de cocinar mi desayuno.

Uno muy nutritivo si me permiten decir.

Pechuga de pollo a la plancha enrolladas en tocineta que selle con mantequilla de maní y en otro sarten saltee brócoli con mostaza.

¿Suena rico cierto?

Antes me gustaba preparar el desayuno escuchando mi playlist preferida en deezer mientras esperaba que "él" terminara su ducha matutina para desayunar juntos. Ahora desayuno sola en una cabaña solitaria en donde solo somos la soledad y yo.

Si, estoy muy sola.

Sirvo mis enrollados de pechuga en un plato con un poco de brócoli por encima, y es cuando voy por un poco menos de la mitad que comienzo a sentir asco de lo que estoy comiendo.

¿Que rayos me paso por la cabeza cuando estaba preparando esto?

Voy corriendo al baño y me inclinó en el sanitario dispuesta a soltar todo lo que con tanto esmero preparé. Es después de unos minutos de arcadas tras arcadas que sale todo.

Uf, lo que me espera.

******

Mi madre tenía razón — bueno ¿que madre no la tiene? — esto sin duda alguna es relajante y hermoso pero no alcanza para llenar el vacío que se encuentra en mi.

Estoy en la playa privada de Kiahwa Island — que queda como a ocho minutos a pie desde la residencia de cabañas — tratando de disfrutar como se siente la brisa fresca en mi piel y el ruido de las olas al llegar a la orilla, la luz de la luna que hoy parece brillar más que nunca, pero simplemente no puedo disfrutarlo, acabo por fastidirme de que hasta la luna brilla en una noche más que yo este último mes.

Cuando comienzo a sentir frío y que las lágrimas ya ansian derramarse sobre mi almohada, procedo a levantarme y alguien se sienta a mi lado.

— ¡Hola!

— ¿Hola? — es más una pregunta que un saludo, me encuentro muy desconcertada por la desconocida

— Soy Avery — extiende su mano, la cual recibo — Pasaba por aquí y te vi muy sola y puesto que yo también estoy sola decidí sentarme.

— Uh...

— De nada — me interrumpe — Y ¿que hacías?

— Estaba a punto de irme. —Respondo

— ¡Oh! Bueno ¿puedes quedarte unos minuto más? La verdad es que no me gusta estar sola — hace un puchero

— Supongo...

— ¿Cual es tu nombre?

— Soy Valery.

— Lindo nombre.

— Gracias igual el tuyo.

Se queda unos minutos en silencio y cuando pienso que se levantara y al fin podre irme a encerrar en mi habitación de la cabaña a llorar como una mujer depresiva normal, entonces habla:

— ¿No se ve hermosa la luna está noche? — pregunta

— La verdad es que justo ahora no es de mi agrado y si me disculpas ya debo irme — Respondo mientras me pongo de pie.

— Bueno... — dice con entonación triste.

— Fue un placer Avery— me despido.

— Igual

Cuando doy los primeros cinco pasos la escucho hablar otra vez:

— Sabes Valery, Me senté junto a ti porque me pareció ver que necesitabas alguien con quien hablar o romperías a llorar.

Volteo y la observo por unos segundos en los que mis ojos se humedecen antes de responder — ¿Si? Pues fíjate que llorar me ayuda más que hablar con extraños, por cierto ¿tus papás nunca te han advertido de los extraños niña?

— Esta niña tiene 16 — chilla — y a ti mujer mayor ¿tus padres no te han dicho que llorar en exceso nunca es bueno?

— Si pues parece que no les hago mucho caso — continuo mi camino.

— ¡Pues yo tampoco! — La escucho gritar.

*****

Llego a la cabaña y ya estoy sollozando antes de cerrar la puerta.

Maldición ¿que hice yo para merecer esto?

Tomo un jarrón que se encuentra en mi camino y lo arrojo al suelo. Tengo muchas ganas de romper todo.

Tomo un espejo y lo arrojo.

Lo odio maldita sea

Tomo un cuadro y lo arrojo.

Arruinaste mi vida

Tomo todo lo que esta en la mesa en el centro de la sala y lo arrojo.