Amor en Desorden

Capítulo 1: La perfección en mis manos ( o eso intento)

Me llamo Elisa. Y, en este preciso momento, estoy organizando la boda del año. Lo sé, lo sé. Las bodas siempre se autodenominan “el evento del año”, pero esta realmente lo es. Al menos para mis jefes. Y para la prensa. Y para la sociedad entera, aparentemente. Yo, por otro lado, estoy a dos segundos de que me explote una vena. Porque, claro, cuando te dedicas a organizar bodas, el amor te pone a prueba... todos los días.

Mi tablet está llena de listas. Sí, listas. Me ayudan a mantener todo bajo control. Flores, catering, fuegos artificiales... en un salón cerrado. ¿Quién pensó que sería una buena idea? ¿Pirotecnia y manteles de lino? Seguro que ningún organizador de bodas sobrio.

—Elisa, los novios están listos para la entrada— Clara, mi asistente, aparece detrás de mí, con esa sonrisa nerviosa que me dice que algo va a salir mal.

—¿El ramo? ¿Está listo? —digo, sin levantar la vista.

—Ehm... sobre eso...

Me giro despacio sobre mis tacones. Clara sostiene un montón de flores aplastadas que parece haber pasado por una trituradora.

"Es un ramo... pero también es un crimen floral. Perfecto."

—¿Clara, qué le pasó al ramo? —Mi tono es como el de una madre que ha visto la pared recién pintada rayada con crayones. Suave, pero lleno de una amenaza silenciosa.

—Lo dejé en la cocina... y luego... bueno, pasó algo.

La cocina. Donde el chef está preparando la cena para 200 personas. Perfecto. Respiro hondo.

"Esto es lo que llamamos amor. No las miradas a los ojos ni los votos románticos, sino el caos disfrazado de normalidad. Y yo, la única con un plan, tratando de evitar que todo explote."

—Lo siento, de verdad. Ya casi lo arreglo.

Intento calmarme. Clara es torpe, pero es encantadora. Mi mente ya está en el plan B. Siempre hay un plan B. O C. O Z.

A lo lejos, los invitados comienzan a acomodarse en sus asientos. La música suave flota en el aire. Todo parece estar saliendo según lo planeado... al menos en lo que puedo ver.

—Clara, ¿cómo lograste que el ramo pareciera un accidente automovilístico? —digo, mientras cojo un ramo de emergencia de la reserva. ¿Por qué? Porque siempre hay que tener una reserva.

Clara frunce el ceño, claramente ofendida.

—Las flores son delicadas. No fue mi culpa.

"Oh, claro, porque las flores simplemente deciden desmoronarse espontáneamente."

Justo cuando creo que el desastre floral ha sido lo peor, escucho el inconfundible sonido de una copa romperse. Me giro lentamente. Ahí está Clara, esta vez con una bandeja de copas de champagne desparramadas por el suelo.

"Clara tiene un don. Un don especial para causar caos a mi alrededor. Si las bodas son una prueba de paciencia, ella es mi examen final."

—Ups —dice Clara, sonriendo.

—Clara, si sobrevives a esta boda, será un milagro.

"No me malinterpretes. Quiero que la gente crea en el amor. Solo que, en este preciso momento, lo que quiero es que esta boda no se convierta en un incendio literal."

La pareja de novios entra al salón y se miran como si estuvieran protagonizando su propia película romántica. Hay un brillo en sus ojos, esa idea de que el amor es eterno. Todo es perfecto para ellos. Y aquí estoy yo, asegurándome de que ni una flor esté fuera de lugar.

"¿Amor? Claro, amor... lo que yo veo es que esto podría desmoronarse en cualquier segundo si no lo mantengo todo bajo control. Lo que hace el amor, honestamente, es complicar todo."

Y mientras observo a los novios cortando el pastel, de repente, el recuerdo me golpea. Porque una vez yo también estuve ahí, creyendo en este cuento de hadas... hasta que el castillo se derrumbó.

Cierro los ojos, los recuerdos de esa noche me golpean Era nuestro aniversario. Tenía todo planeado. La mesa estaba perfecta: velas, servilletas dobladas como orquídeas. Y Carlos... ni siquiera recordaba la fecha. Como siempre.

Me lo imagino entrando, con su sonrisa cansada y desinteresada. Me senté frente a él, justo cuando sacaba el soufflé del horno. Todo perfecto. O eso pensaba.

—Elisa, tenemos que hablar —dijo, sin rodeos.

"¿Por qué será que esas palabras siempre preceden a algo que va a destrozarte?"

Carlos ni siquiera se molestó en levantarse del sofá. Me dejó mientras yo sostenía el plato perfecto, con el soufflé intacto. Un golpe seco, justo en el centro de mi pequeño y ordenado mundo.

—Es que… no puedo seguir con esto. Todo tiene que ser perfecto para ti, Elisa. No hay espacio para errores, para humanidad. Me haces sentir que estoy fallando en cada momento, y eso no es amor.”

"Porque, claro, lo mejor que puedes hacer cuando alguien ha preparado una cena perfecta es romperle el corazón."

Sus palabras resonaban en su cabeza como un eco, un recordatorio constante de su fracaso. Había hecho todo lo posible para que la relación funcionara. Había planificado cenas, vacaciones, hasta su propuesta de matrimonio ideal. Pero Carlos no lo había visto de esa manera. Todo lo que ella consideraba organización y control, él lo veía como una prisión.




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