Amor en el alma

Dedicatoria.

 


 

Dedicado a Dios en primer lugar, siempre muy por encima de todas las cosas, porque desde antes de mi nacimiento ya tenía grandes planes para mí y toda mi familia, por darme este talento y permitirme explorarlo desde una edad mucho más temprana de lo esperado y sostenerme siempre en sus brazos. A pesar de que cometo errores con cada respirar, Él es fiel, y no me desamparará ni en mis peores momentos, ya que he sabido, gracias a Él y a las enseñanzas de mis padres y mi hermano, conseguir el alimento adecuado para mi alma. Le agradezco a Dios por cada respirar y por cada latido de mi corazón, además de las personas que me rodean diariamente.

Dedicado a mi familia, por sacarme adelante y cultivar en mí los valores más bonitos y sinceros; a mi madre por abrirme los ojos y la mente, a mi padre por no permitirme odiar a nadie, a mi hermano mayor por cada uno de sus consejos, desde los más profundos hasta los más superficiales, y claro, a mi hermano menor por ser tan odioso y hacerme querer buscar un escape a la realidad. Dedicado a mi sobrino, por el momento, es el único que tengo; lo dedico también a él por enseñarme el verdadero valor de la vida de un ser humano, porque su risa es también el sentido de la mía y se tatúa cada vez más fuerte en mi alma.

Dedicado a los problemas, a las tribulaciones y a cada uno de los tropiezos que me enseñaron que rendirme no es una opción. Al dolor y a la frustración, al peligro y a la angustia, a los miedos; a la ansiedad que me persigue constantemente, muy adentro de mi mente y a la melancolía de mis noches oscuras.

Dedicado a todas las personas que han estado a mi lado durante esta pequeña travesía que llamamos vida, dedicado al amor, a la amistad y a la familia. Dedicado a mi único vicio; dedicado a mi café caliente de todas las mañanas.

Dedicado a mi país, Venezuela, porque tengo el café en la sangre y la bandera tatuada en el alma con tinta indeleble. Porque conservo la fe y la esperanza de que podemos salir adelante, de que los jóvenes y los adolescentes que buscamos la manera de salir adelante en cualquier situación, cualquier adversidad que se avecine, no nos callaremos jamás. Le dedico este, mi primer hijo literario, a la tierra que me vio nacer y crecer.

Le dedico esto a quienes dijeron que no podía, a quienes me criticaron. A quienes me conocen y de mis aspiraciones se burlaban para intentar hacerme sentir mal. Se los dedico porque sus malos deseos me dieron ganas de dejarlos con la palabra en la boca.

Que este sea el inicio de un grito de esperanza de alguien que quiere cambiar el mundo de todas las maneras posibles, y así mismo poder acabar con los ideales tercermundistas que se apoderan de las mentes que desean encontrar libertad verdadera.




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