Amor En La Niebla De Whitechapel

El Peso Del Pasado

Mientras Elias luchaba con sus emociones, Lucien Blackwood también enfrentaba sus propios demonios. Esa noche, después de que Elias se retirara a su habitación, Lucien se quedó en el club, reflexionando sobre su pasado y sus motivaciones.

El pasado de Lucien

Lucien había crecido en una familia donde el amor era una moneda de cambio y las emociones, un lujo que no podía permitirse. Su padre, Lord Alistair Blackwood, era un hombre frío y calculador, que veía a su hijo como una extensión de su legado, no como un ser humano con sentimientos y deseos propios.

Recordó el día en que había descubierto la verdad sobre su madre. Lady Blackwood, una mujer dulce y amorosa, había sido víctima de las infidelidades de su marido. Cuando Lucien la confrontó, ella le confesó que se había quedado en el matrimonio por él, para protegerlo de la ira de su padre.

- ¿Por qué no te fuiste, madre? - había preguntado Lucien, con lágrimas en los ojos.

- Porque te amo, Lucien - había respondido ella, con una voz llena de dolor - Y porque sabía que, si me iba, él te convertiría en lo que es: un hombre frío y despiadado.

Esas palabras habían marcado a Lucien para siempre. Desde entonces, había jurado no ser como su padre, no permitir que el orgullo y el poder lo corrompieran. Pero ahora, al conocer a Elias, se daba cuenta de que todavía llevaba las cicatrices de su pasado.

La confesión

Al día siguiente, Lucien buscó a Elias en su habitación. El joven rubio estaba sentado en la cama, con la mirada perdida en la ventana. Lucien se sentó a su lado y tomó su mano.

- Elias, hay algo que necesito contarte- dijo Lucien, con una voz llena de determinación - Algo sobre mi pasado.

Elias lo miró, sorprendido.

- ¿Qué es?

Lucien respiró hondo antes de comenzar.

- Mi padre... no es un hombre bueno. Creí que, al alejarme de él, podría ser diferente. Pero ahora me doy cuenta de que todavía llevo sus cicatrices. Y no quiero que eso me impida amarte.

Elias sintió cómo el corazón le latía con fuerza.

- ¿Amarme?

Lucien asintió, con una expresión llena de sinceridad.

- Sí, Elias. Te amo. Y quiero ayudarte a salir de este lugar, a encontrar la felicidad que mereces.

Elias no supo qué decir. Las palabras de Lucien resonaban en su mente, como un eco que no podía ignorar. Quería creerle, quería confiar en que alguien pudiera amarlo de verdad y salvarlo. Pero el miedo y el dolor todavía lo consumían.

El atardecer sobre Londres

Mientras Lucien y Elias hablaban, el atardecer caía sobre Londres, tiñendo el cielo de tonos rojos y naranjas que parecían sangrar sobre la ciudad. La niebla se hacía más espesa, envolviendo las calles en un manto de misterio y peligro.

En los bajos fondos de Londres, Jack el Destripador caminaba entre las sombras, invisible, intangible, como un fantasma que solo existía en los peores sueños de los hombres.

Sus pasos no hacían ruido sobre el empedrado húmedo; sus manos, enfundadas en guantes negros, se movían con la precisión de un cirujano. Pero no era la vida lo que buscaba, sino la muerte.

- Ángel caído - susurró Jack, con una voz que apenas era un susurro - Pronto serás mío.




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