Amor en la oscurida

Capítulo 2: Una Brecha en la Frialdad

La mañana siguiente, el sol brillaba a través de las ventanas del aula, proyectando rayos cálidos sobre los pupitres. Darwin entró en el aula con su usual entusiasmo, dispuesto a iniciar la conversación con Emely nuevamente. La imagen de ella la tarde anterior, con la mirada perdida en un libro, aún le intrigaba.

Emely ya estaba sentada en su lugar habitual, con el libro que había estado leyendo el día anterior abierto sobre su mesa. Darwin se acercó con una actitud decidida, saludando a los que estaban alrededor de la clase antes de dirigirse a ella.

—¡Hola, Emely! —dijo Darwin, con una sonrisa amigable. —¿Cómo estás hoy?

Emely levantó la vista, sorprendida por el saludo. Estaba a punto de responder cortante como siempre, pero algo en la actitud de Darwin la hizo detenerse.

—Hola, Darwin —contestó, un poco más suavemente que el día anterior.

Darwin notó el cambio en su tono y se animó a continuar la conversación.

—Estaba pensando en lo que dijiste ayer sobre los libros. ¿Realmente no estás interesada en recomendaciones?

Emely miró a Darwin, notando el interés genuino en sus ojos. Suspira y cierra su libro.

—Quizás... podría escuchar algunas recomendaciones, si tienes alguna.

Darwin se sentó en la silla al lado de Emely y empezó a hablar con entusiasmo sobre varios libros que había leído. Emely escuchaba, interesada a pesar de su intento de parecer indiferente.

—Hay un libro de misterio que creo que te podría gustar, El Silencio del Bosque. Tiene un ritmo oscuro y complejo, pero la trama es fascinante.

Emely frunció el ceño, considerando la recomendación.

—¿De qué trata?

—Es sobre una periodista que investiga desapariciones en un pequeño pueblo, y descubre secretos oscuros y perturbadores. —Darwin explicó, con una pasión evidente en su voz.

Emely asintió, dándole una oportunidad a la recomendación.

—Podría darle una oportunidad —dijo, tomando nota del título en su cuaderno.

A medida que la clase avanzaba, Darwin y Emely continuaron conversando sobre libros y temas diversos. Emely se dio cuenta de que, a pesar de su esfuerzo por mantenerse distante, disfrutaba la compañía de Darwin. Su risa sincera y su curiosidad genuina le resultaban inesperadamente reconfortantes.

Al final de la clase, Darwin se acercó a Emely mientras ella recogía sus cosas.

—Oye, estaba pensando... ¿quieres ir a la cafetería a tomar un café? —preguntó Darwin, tratando de no parecer demasiado insistente.

Emely se quedó en silencio por un momento, sorprendida por la invitación. Finalmente, asintió, aunque con cierta reticencia.

—Está bien, vamos.

En la cafetería del campus, Darwin y Emely se sentaron en una mesa cerca de la ventana. El ambiente era relajado, con el suave murmullo de los otros estudiantes alrededor.

—Entonces, ¿qué te trae a la universidad? —preguntó Darwin mientras tomaba un sorbo de su café.

Emely dudó por un momento, luego respondió con una mirada distante.

—Estudios, supongo. Solo quiero terminar esto y seguir con mi vida.

Darwin la miró, notando el tono vacío en su voz.

—¿No hay algo que realmente te apasione?

Emely lo miró, sorprendida por la pregunta. Nadie le había hecho esa pregunta antes.

—No lo sé —dijo finalmente, con sinceridad. —No tengo mucho tiempo para pensar en pasiones.

Darwin asintió, entendiendo que había más en la historia de Emely de lo que ella dejaba ver. Decidió cambiar de tema para no presionarla.

—Hablando de libros, ¿tienes algún autor favorito?

Emely sonrió levemente, la conversación sobre libros haciendo que su semblante se relajara.

—Me gusta mucho a Stephen King. Sus historias son... intensas.

—¡Me encanta King! —exclamó Darwin, emocionado. —¿Cuál es tu libro favorito de él?

La conversación continuó, y a pesar de sus intentos iniciales de mantener una distancia emocional, Emely se encontró disfrutando de la compañía de Darwin. La forma en que él se interesaba genuinamente por sus opiniones y gustos era refrescante.

Más tarde, mientras salían de la cafetería, Darwin notó que Emely estaba más relajada que antes. Aprovechó el momento para hacer una última pregunta antes de despedirse.

—¿Te gustaría hacer esto de nuevo? No todos los días encuentras a alguien con quien puedes hablar de libros con tanta pasión.

Emely lo miró, sus ojos verdes brillando con una mezcla de sorpresa y gratitud.

—Sí, podríamos hacerlo —dijo con una sonrisa sincera, algo raro para ella.

Darwin sonrió, satisfecho con el pequeño avance.

—Perfecto. Nos vemos pronto, Emely.

Mientras Emely se dirigía hacia su próxima clase, se dio cuenta de que, por primera vez en mucho tiempo, se sentía un poco menos sola. La compañía de Darwin estaba desafiando su decisión de mantenerse aislada y, aunque no lo admitiera, empezó a mirar hacia el futuro con un poco más de esperanza.




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