Amor en penumbas

Prologo: Triana

—No sé. Josh ha estado algo raro conmigo, como distante. ¿Sabes qué sucede con él, Belle? Kenny y Milka dicen que está con cosas del trabajo, pero lo conozco y no creo que sea eso. Suele desahogarse conmigo.

—La verdad no he hablado mucho con él. Entre mi trabajo, ser esposa presente y atender a un bebé de tres meses, mi vida fuera de eso no existe. Blue está igual que yo y tratamos de apoyarnos mutuamente. Mis padres son quienes me visitan. Siento no poder ayudarte. Podría llamar a Josh…

—No, no te preocupes. Hablaré con él en estos días, pues ya regresó de viaje. De seguro no es nada y yo exagero.

—Es raro ver a Josh preocupado por algo. Es decir, se preocupa, pero rara vez deja ver esa preocupación. Siempre admiré su carácter positivo y descomprimido. 

—Es cierto. Lo heredó de su padre.

El llanto del bebé hace maldecir a mi prima.

—Debo dejarte para atender a mi hijo tóxico—río—. Me mantienes al tanto de Josh. Y si no te dice nada, me avisas y veré si le saco algo. Nos vemos, prima.

Me despido de ella y finalizo la llamada.

No estoy segura de que desee ser madre. No soy del tipo de mujer que espera la boda de sus sueños, tener hijos y una familia. Si sucede, está bien, de lo contrario no será el fin del mundo.

He permanecido soltera desde que mi ex Anthony me engañó sin reparos y estoy bien de esta manera.

Desde entonces he salido con mis amigas de la Universidad, bailado con algunos hombres, evité a otros y me fui sola sin tener interés en nadie.

No me gusta acostarme con cualquier hombre. Si no salgo un par de veces con él, no obtiene nada de mí más que sonrisas. Prefiero tener relaciones con alguien por quien sienta algo más que deseo.

Mi prima Belle solo ha estado con un hombre en su vida, quien es su actual esposo y padre de su hijo. Mi amiga Milka ha estado con bastantes sin interés en compromisos, hasta que se enamoró de mi primo Kenny y se casó con él hace un mes. 

Si algún día conozco a un hombre con quien desee casarme, lo aceptaré sin problemas. Si el destino desea que me quede sola, lo aceptaré también y seré feliz.

En la vida hay demasiadas cosas hermosas como para limitar la existencia a un hombre y al matrimonio.

El sonido de mi celular me saca de mis pensamientos, lo reviso encontrando un mensaje de mi madre recordándome que cierre la puerta trasera con la traba y no solo con la llave, y también pide que no me olvide de activar el sistema de alarma. Ya entraron a robar una vez y desde entonces el sistema de seguridad y las trabas a la antigua han sido efectivos.  

En lugar de responder que no necesita recordármelo, le pongo okay, dejo el teléfono sobre la mesada recordando que debo ponerlo a cargar cuando apenas llegue.

Amo cocinar, es mi pasión y aunque mis padres son mis padres adoptivos, crecí con ellos, y no tardé en contagiarme de su amor y pasión por la cocina.

Mientras que mi hermano decidió seguir los pasos de nuestros tíos en los hoteles Carter, yo seguí los pasos de mis padres adoptivos.

No recuerdo a mis padres biológicos. Tengo fotos que mamá me mostró y ella me dijo que eran buenas personas. Me reconforta saber que fui una niña deseada y me amaban. A veces me pone un poco triste no recordarlos y me pregunto como hubiera sido crecer con ellos. Parecían buenas personas y mi madre habla bien de ellos. Sin embargo, no me quejo. Mis padres adoptivos son estupendos, al igual que mi hermano menor Henry. Nunca me han hecho sentir como si no fuera parte de la familia, ni ellos ni los hermanos adoptivos de mi mamá. Así que, puedo considerarme una persona afortunada. Tuve padres biológicos que me amaron y aunque el destino me los arrebató, me dio padres adoptivos amorosos y protectores.  

Genial, ya me puse sentimental. Creo que es hora de dejar la cocina e ir a casa.

El mejor momento para cocinar es cuando no hay nadie en el restaurante y puedo andar con libertad. Si bien podría hacerlo en mi casa con mi cocina equipada, aquí tengo más ingredientes y equipo.

Meto el postre en el refrigerador, me lavo las manos, me quito el traje de chef, el gorro, lo cuelgo en el perchero de la puerta de la alacena y agarro mi bolso.

Un sonido en la puerta del frente me hace voltear y fruncir el ceño.

No puede ser que sea un cliente. El restaurante cerró hace dos horas. Es casi la una de la mañana.

Dejo el bolso donde estaba y me apresuro a ir al frente, tratando de recordar si puse llave o no antes de encerrarme en la cocina. No puedo estar segura porque a veces el tiempo se me va y me pierdo en tiempo y espacio.

Todo está oscuro, la única luz que ilumina el lugar es la que proviene de la cocina.

—Hola.

Un nuevo ruido me sobresalta y veo que una de las ventanas del salón está abierta. Me arrimo notando una rama tirada en el piso del lado de afuera, indicando que el viento fuerte anunciando una tormenta hizo volar la rama y golpeó contra la ventana.

Cierro la ventana suspirando y decido irme antes de que la tormenta me agarre fuerte. Odio conducir con lluvia.



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En el texto hay: humor, acosador, romance

Editado: 16.06.2024

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