Amor entre líneas

07

El “Yo nunca” comenzó como una broma.

Risas nerviosas, miradas cruzadas, tragos que caían rápido.

Pero a la tercera ronda, la sala ya estaba cargada con una electricidad extraña. Como si todos supieran que estaban a punto de cruzar una línea invisible.

Clara, por supuesto, lideraba la expedición con una copa en la mano y una sonrisa de estratega.

—Siguiente: Leo.

Él se acomodó en el sillón, pensó un segundo y dijo:

—Yo nunca... fingí que algo no me importaba, solo para no incomodar a alguien que sí me importaba.

Tres personas bebieron.

Amelia, discretamente.

Adrián, sin cambiar el gesto.

Y Clara, con un brindis de “qué ironía”.

La copa de Leo quedó un poco temblando en su mano.

—Interesante —murmuró.

---

Siguió Amelia. Dudó. Luego se lanzó:

—Yo nunca... me encontré pensando más de lo debido en alguien que no era parte de mis planes.

Ella bebió.

Leo también.

Y luego, después de un largo segundo… Adrián.

Clara chasqueó la lengua.

—Esto se pone bueno.

---

Turno de Adrián.

Por un momento pareció que no iba a decir nada. Que rompería el juego con uno de sus silencios profesionales.

Pero al final, habló:

—Yo nunca... escribí algo que no tuve el valor de decir en voz alta.

Amelia bajó la mirada, ya con la copa en los labios.

Bebió.

Y esta vez, fue la única.

Leo la miró con algo más que ternura.

Había comprensión. Y un leve dolor.

Clara se limitó a asentir. Ya no sonreía. Sabía que había tocado hueso.

---

El juego continuó. Algunas preguntas fueron ligeras. Otras, punzantes. Y mientras las copas se vaciaban, las máscaras caían despacito, como pétalos al suelo.

Hasta que Clara, otra vez, tomó la palabra.

—Última ronda. Y después postre, lo prometo.

Todos la miraron, un poco más vulnerables, un poco más conscientes de las palabras que habían soltado.

—Yo nunca... sentí que llegué tarde a alguien.

El silencio fue total.

Y luego… los cuatro bebieron.

Sin mirarse.

Sin hablar.

Solo el tintineo de las copas.

Y esa certeza: que todos, en esa sala, estaban tocando las esquinas de algo más grande que ellos mismos.

La noche había caído por completo.

Desde el balcón del departamento de Clara, la ciudad se extendía como una alfombra de luces trémulas, y el aire olía a vino, a madrugada y a secretos medio dichos.

Amelia se apoyó en la baranda con una copa en la mano. Clara se unió a ella sin decir nada al principio. Solo le ofreció una manta suave que tenía en el respaldo de una silla.

—Sabés que no necesitabas organizar todo esto solo para... —empezó Amelia.

—Shhh —interrumpió Clara, sin perder la mirada hacia la calle—. Si vas a agradecer, espera al final de la temporada.

Ambas rieron, bajito. El tipo de risa que sólo se comparte cuando el corazón está cansado.

—¿Lo viste? —preguntó Clara, como si nada.

—¿A qué te refieres?

—A cómo te mira. Aunque no quiera. Aunque se contenga. Adrián no sabe esconderse. No cuando está contigo cerca.

Amelia no respondió de inmediato. Se tomó un sorbo largo. Luego, con la voz baja, confesó:

—Me mira como si estuviera editando lo que siente.

Clara la miró de reojo, en silencio.

Luego dijo:

—Y Leo... Leo no te mira editando. Te mira como si ya supiera cómo termina tu historia, pero igual quisiera estar en todas las páginas.

Eso le dolió más de lo que esperaba.

Porque era cierto. Porque Leo era consuelo, ternura, certeza. Y sin embargo, algo en ella seguía orbitando alrededor de lo no dicho.

—¿Y si no sé cómo quiero que termine? —preguntó Amelia, casi en un susurro.

Clara apoyó la cabeza en su hombro.

—Entonces escríbelo como vives: con pausas, con dudas, con tachones si hace falta. Pero no te lo dejes en borrador.

El silencio las envolvió por un rato.

Abajo, un auto pasó lento con música saliendo por las ventanas abiertas.

Algo melancólico. Algo hermoso.

Amelia cerró los ojos.

Y en su mente, se cruzaron dos escenas:

Leo, sirviéndole café con una sonrisa.

Y Adrián, bebiendo en silencio después de decir que había cosas que nunca se animó a decir.

Ambos la miraban. A su manera.

Y ella, por primera vez en mucho tiempo, no supo a quién mirar de vuelta.



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En el texto hay: amor, comedia celos, romance y humor

Editado: 16.05.2025

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