Amor imperdonable de un millonario: (libro 1)

Vamos a mi apartamento

Bailamos un montón de música, ya estaba cansada, mis piernas dolían muchísimo, además de eso quería ir al baño.
-¿Qué te parece si te invito a mi apartamento?-propuso con una mirada sexi-Bueno la idea estaba súper bien, pero ir a casa de un desconocido tampoco es que fuera de lo mejor, pero… Este bizcocho será mío.
-Esta bien, vamos a tu apartamento-Su respiración se cortó al escuchar mi inesperada respuesta.
Me tomó de la cintura y con la otra mano libre le hizo un tipo de seña a sus hombres.
Mientras salíamos del club, me percaté de que todas las miradas se enfocan en nosotros, me sentía como una celebridad.
-¿Vives lejos?-le preguntó pasando mi mano por su torso.
-Lo suficiente como para que disfrutes de un hermoso viaje-enarca una ceja.
Me sentí un poco nerviosa, bueno, a las finales no es primera vez que me voy con un chico guapo, si no estoy mal, esta es la quinta vez que lo hago. Un día de estos terminaré asesinada.
Sentí como sus manos jugaban con mis pompis, lo miré con desaprobación.
-Lo siento, es solo que mi mano, es un poco necia-Si claro, acaso me cree estúpida.
-Si esa mano, sigue tocando a mis nenas, juro que la destrozare–Dije sarcástica, y él me miró con temor.
–Lo siento nena, creo que he bebido demasiado.
No se pero este hombre es realmente bello, sus ojos negros como el mal, me miran con lujuria, y eso hace que una extraña sensación invada mi zona baja, si sigues mirándome de esa manera, juro que voy a mojarme.
A decir verdad, llevo casi una semana sin probar un p*** si sigo de esta manera, terminaré oxidada, ya era hora, aunque si él lo permite, estaría dispuesta a tener relaciones.
Aparte de ser un dios, tiene unos muslos bien trabajados. En su cuello lleva un águila tatuado el cual tiene los ojos rojos, ese tatuaje es espectacular. Rodé mis ojos hacia sus manos, son grandes y venosas, dios mío, si así tiene las manos, no me quiero imaginar cómo tendrá otra cosita, mordí mi labio inferior mientras estaba ensimismada en mis morbosos pensamientos.
-Piensas demasiado ¿Verdad?-Dijo él, y de inmediato sacudí mi cabeza.
-No, para nada-Ya esta es la segunda vez que me llama la atención con eso de que pienso mucho.
Afuera solo estábamos nosotros dos, sus hombres no se que hacían y tampoco me interesaba, lo único que me importaba era Deivis.
-¿Esperas a tus hombres?-Pregunte ya que estaba ansiosa.
-Solo le indicaba a mis hombres que no regresen al apartamento-La cosa es enserio, esto me huele a se**
Pasados unos minutos, él me invita a entrar a su auto, o mejor dicho su nave, es un Lamborghini de color violeta, jamás había visto uno de ese color.
Mis piernas flaquearon ya que estaba a dos pasos de entrar, ¡Que emoción!.
Subí al auto el cual emana un aroma a menta, poco después subió él.
-Asegúrate de colocar tu cinturón-me avisa con una sonrisa divertida.
Me coloco el cinturón y tome un suspiro, esto me dice que vamos a volar de lo rápido que va a conducir.
Prendió el auto y de inmediato mi corazón se hizo como un tambor, realmente no me gusta la velocidad, soy una gallina.
Deivis coloca un poco de música, en este caso electrónica, desvío sus negros ojos hacia mí y me guiño uno.
-Esta noche la pasaremos sensacional-Dijo haciendo énfasis en la noche.
Mi mente estaba un poco alocada, había bebido muchísimo, pero aún así tenía mis cinco sentidos sanos, lo que quiere decir que si pasa algo, lo recordaré con delicia.
-No se si lo que te vaya a preguntar resultará un poco fuera de casillas pero…¿Tienes hijos?-Preguntó sin mirarme.
-No, no tengo hijos-Dije encogida de hombros.
Deje relajar mi cuerpo dentro del cómodo asiento, y mire nuevamente a Deivis quien sonreía, No es que dude de él, pero me parece que es buena persona
-¿Tu, tienes hijos?-le devolví la pregunta y para mí suerte él asintió. No sé por qué pero eso me dolió. Dicen que cuando un hombre tiene hijos, es muy difícil abrir su corazón a cualquier mujer.
-Me alegra mucho, hermoso-Le dije y él me miró esta vez.
-Ya era hora.
-¿De que?.
-Que me regalaras un cumplido-Vuelvo y lo repito es un engreído.
-Es la verdad, eres muy hermoso-Tras decir eso el freno y soltó sus manos del timón, luego pasó su mano dentro de su cabello.
-¿Pasa algo?-Le pregunto un poco confundida.
-Coral-Dijo con voz sería.
-¿Si dime?-Respondí atenta, lo veo soltar un suspiro de desgaste, para luego decir en voz baja.
-Olvidalo-Coloca sus manos otra vez encima del timón y empieza a conducir, no se porque pero ya me está empezando a dar miedo su actitud de bipolaridad.
Las calles estaban vacías, y como lo dijo él antes, será un viaje lo suficientemente largo como para divertirse. O en este caso para poner mis nervios de punta.
Lleve mis manos hacia mi rostro y frote de este, ya me estaba empezando a dar sueño.
-¿Por qué vives tan lejos?-le pregunto haciendo un puchero, si sigue así, terminaré bajando mi sexi trasero de su lujoso auto.
-No es mi culpa, linda. De hecho odio vivir aquí.
–Pues te puedes mudar–Dije para tratar de resolver el problema.
–No es tan sencillo, verás… Vivo en casa de mi padre, bueno él está en Londres.
-Tu padre trabaja en el exterior?.
-No.
-¿Osea vivías con tu padre? ¿Y de qué trabaja exactamente?–Mis ojos brillaron por saber más.
-Ya has preguntado demasiado, ahora solo vamos a disfrutar ¿Si?-Asentí sin problema. Creo que me pase de chismosa.
Estacionó su auto a un lado de una casa tipo villa, el lugar es espectacular, la radiante luz de los faroles iluminan un monumento de camello, en la entrada hay unas enormes rejas que escudan la villa.
Salimos del auto…
-Ven, vamos adentro-Dijo él tomando mi mano.
Caminamos hasta la entrada, todo es silencioso, intenté mirar hacia los lados pero él no me lo permitió..
-No estés nerviosa, estás con Deivis.
-¿Y quién eres tú?-Reí a carcajadas.
-Muy pronto lo sabrás.
Sacó sus llaves y abrió la puerta.
-Adelante-Me invita a pasar, no voy a decir que no estoy tensa, porque estaría mintiendo.




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