Amor imperdonable de un millonario: (libro 1)

Invitación

Deivis.
En línea.
Deivis está escribiendo…
Fantástico, así podré conocer a mi futura cuñada"
Enserio, me muero por conocer más de ti, hermosa".
Coral.
"Eso me alegra, solo espero que tu también me abras las puertas de tu corazón, no quiero que esto sea un juego✓✓.
Deivis está escribiendo…
"No te preocupes".
Se desconecto, puse una carita triste, otra vez se desconectó. Debe estar ocupado.
Seguí mi rutina, baje a almorzar las ricas sopas que había preparado la criada y luego fui hacer un poco de ejercicio para tonificar mi cuerpo.
Observe a mi hermana quién estaba en su ventana mirándolo lejos, nuestros cuartos quedan frente a frente.
Su mirada estaba perdida, a veces se desconecta del mundo y se enfoca en un mundo en el cual se imagina siendo una gran cirujana, de hecho está en primer semestre de medicina, pero…Es la mejor en su clase, hasta podría jurar que tiene el mismo conocimiento que un médico profesional, estudia muchísimo, ella tiene una memoria fotográfica y un oído muy pero muy fino.
La noche llegó y con ella una fuerte brisa huracanada, mire el reloj y este apuntaba las seis y media, ya en breve estaremos con Deivis.
Una sonrisa se refleja en mis labios y sin darme cuenta la bebida que tenía en mis manos se están derramando.
Me percaté y de inmediato solté un grito.
-¡Por dios!-Lo limpié con una toalla.
Ya son las siete y media, ya me encuentro lista, solo falta tomar mi cartera y listo.
Opté por elegir un radiante vestido de lentejuelas color gris y unas zapatillas negras, mi cabello me hice una coleta con un lazo negro.
El maquillaje fue básico, no es exagerado como suelo usarlo.
Mi hermana se encontraba en el jardín esperándome, la pobre estaba muy asustada, pero que se le puede hacer.
Baje con cuidado las escaleras con la esperanza de no encontrarme con el hediondo de mi hermano.
Para su desgracia la criada lo tenía en la cocina mientras ella le ingería conversación, no sé, pero me parece que mi hermana tiene que ver en este plan.
Aproveche y salte como un saltamonte, hasta llegar a la puerta y salir a toda prisa.
-Rápido-Le aviso a mi hermana quién está comiéndose las uñas.
La tomó del antebrazo y ambas corrimos por el inmenso jardín, por esta razón me puse zapatillas, parecíamos un par de ladrones huyendo luego de haber robado.
Estábamos agitadas y hasta un poco sudadas pero valió la pena el esfuerzo.
-Creo que estamos a salvo-susurre mientras limpiaba los zapatos de mi hermana.
-Coral, tengo mucho miedo-Me miró angustiada.
-No pasará nada-Mire a mi alrededor y para nuestra suerte, no había ningún hombre de mi hermano vigilando.
¿Ya ven porque digo que son unos inútiles?
Tomamos el primer taxi que cruzó y subimos gloriosas.
Mire el reloj y faltan sólo nueve minutos para que sean las ocho.
El taxista aceleró y así por fin llegamos a nuestro destino.
Al llegar me doy por ver a Deivis sentado encima de su auto, quede perpleja al verlo, mi garganta se torció de la impresión.
Vestía una camisa manga larga azul cielo y un pantalón blanco.
Su cabello estaba peinado para atrás, se veía muy decente.
Su mirada estaba en dirección hacia las inmensas luces de los faroles que alumbraban el lugar.
Nos acercamos hasta donde estaba él y lo saludé.
-Deivis-Sonrió divertida y él voltea su cabeza hacia nosotras y de inmediato sonríe mientras se levanta del auto.
-Princesas-Toma mi rostro con su mano y me deja un beso en mi mejilla, luego se dirige a mi hermana y la saludó estrechando su mano-Hola pequeña-Mi hermana se ruboriza
No había tenido tiempo de explicarle quién era él.
-Hermana, él es un amigo de infancia -Deivis me miró extrañado pero me siguió la corriente.
-Si, de hecho teníamos tiempo de no vernos, ¿Verdad?-asenti.
-Ah, que bueno, de verdad -dijo ella nerviosa.
-Vamos, suban al auto-dijo él acortando la conversación.
Subimos al auto en el cual había un tipo de música sensorial, la cual me relajó muchísimo.
-Hermana este auto es muy bonito-Dijo Carolina en voz alta.
-Shhh, no hables tan fuerte-la regaño, que estará diciendo Deivis, que somos corronchas.
Llegamos a un restaurante bastante popular aquí en Colombia y pedimos unas empanadas con guacamole.
-¿A qué te dedicas?-Preguntó mi hermana.
-Soy empresario-Dijo él mientras le sonreía.
-Que bueno, a mi me gustan mucho los empresarios-mire a mi hermana de manera rápida, que descarada.
-Me alegra saber eso-El rostro de Deivis estaba un poco incómodo.
-Me gusta mucho el color de tu camisa-Mi Hermana es directa, si le gusta algo ella lo dice.
-Esta camisa la compré en una subasta, y créeme es muy costosa-Aquí vamos con el engreído multimillonario. Coloque los ojos en blanco mientras estaba en la obligación de escuchar su tonta conversación.
-¡En una subasta!-Carolina agrandó los ojos de la impresión-Nunca he ido a una.
-No te preocupes, algún día iremos a una subasta-Osea, traje a mi hermana, y ahora estos dos están haciendo una química extraña.
-Esperare la invitación -sonríe Carolina con mucha felicidad.
-¿Y tu hermana es muy callada?-Preguntó Deivis está vez, como no voy a estar callada si ellos están de lo más feliz, ignorando mi presencia.
-Mi hermana es algo alocada, le gusta mucho cuidar de mi. Pero a veces llega borracha a casa, y es ahí donde empieza la pelea con mi nuestro hermano mayor, ya que él a veces nos-estaba a punto de revelar cosas que no iban al caso, en ese momento yo la interrumpí.
-Vamos a pedir una pizza-La pellizco por las piernas y ella me mira. Creo que Carolina está hablando de más.
Aproveche que Deivis fue hacer el pedido y de inmediato la regañó.
-No tienes que decir nada hasta que él te lo pregunté, hermana, no pongas en juego nuestras vidas, tú sabes que mi hermano tiene muchos enemigos.
-Lo siento, lo siento-Agacha su rostro
Deivis regresó con una sonrisa, su presencia es muy llamativa por ello, todo el mundo enfocó su mirada hacia él.
Se sentó y desvío sus penetrantes ojos hacia mí, su boca estaba hecha un bocado, es roja y pequeña.
-¿Pasa algo?-Colocó su mano encima de la mía.
-Yo iré al baño-Dijo Carolina con una pequeña sonrisa.
-¿Te acompaño?-le pregunto, a veces soy muy sobreprotectora.
-No, además el baño está a la vuelta–Respondió ella con un poco de vergüenza.




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