Amor imperdonable de un millonario: (libro 1)

Te enseñare quien manda

El hombre se acerca a mi y me toma del antebrazo, luego me hace levantar del asiento con un brusco jalón.
-¡Oye que te pasa!-Le grité confusa.
El parecía no entender lo que yo le estaba diciendo por ello intensificó más su agarre hasta hacerme salir de la lujosa mansión.
De un brusco empujón me tiró y caigo contra el pavimento, luego me tira las rejas en la cara cerrando de estas.
Que gente tan maleducada, me imagino que eso fue lo que ordenó aquella mujer.
–Desgraciados–Masculle.
Me las van a pagar, ya verán, de mí nadie se burla, me levanté del piso apoyando las palmas de mis manos contra el sucio pavimento, luego sacudí mi trasero ya que quedaba arena encima de éste.
Salí de la villa casi que volando, no aguanté ni un minuto más en ese apestoso lugar.
Por un momento tenía ganas de gritarle sus verdades, y por otro lado me sentí abusada verbalmente, creo que las preguntas de esa mujer, eran más como prestigio. Pero bueno, lo importante es que salí sana de ese lugar.
No quise llegar a casa aún, por esa razón opté por ir al primer bar que se me atravesará, tenía que beber, creo que unos buenos traguitos me harán olvidar esto.
Con mi copa en mano trague de la bebida, de un solo soplo, ¿era amarga? ¡Si! y muy amarga, pero para mí eso sabe a agua, ya que estoy acostumbrada a beber hasta decir no más.
Ya eran las cinco de la tarde y yo aún estaba en el bar bebiendo mientras departía con unos hombres que se acercaron para beber conmigo.
-Es usted una mujer muy hermosa-dijo el cachaco que estaba a la derecha.
-Dime algo que no sepa-Coloque los ojos en blanco-Creo que ya estuvo bueno por hoy, es hora de regresar a casa-Los dos hombres que bebían conmigo me rogaron para que no me fuera, y que ellos pagaban todo lo que me había consumido, para que no saliera del bar, les negué la propuesta y seguí mi camino.
Abandonando el lugar, me subí a la moto y acelere, mi mente estaba un poco más relajada, ya ni me acuerdo si lo que pasó con la chica fue ayer o hoy, a ver, yo creo que fue hoy…
Esa mujer tendrá su castigo, te lo aseguro.
Deivis.
-¡Dime quién fue el maldito que le disparó a mi hijo!-Interrogó a uno de los Julios, este no quiso hablar por ello no tuve más que otra que darle un golpe con el arma.
-No lo sé. La verdad no me encontraba con la banda, estaba en casa–Dijo el hombre cubriendo su rostro con sus manos ensangrentadas.
-¡Mientes! ¿Sabes el dolor por el cual está pasando mi hijo?-él asiente con las lágrimas casi caídas.
Lamentablemente en el abatido solo atrapamos a este hombre, los demás lograron escapar.
Me encontraba en el territorio de los Julios la cual está en un departamento bastante alejado de la ciudad.
El hombre a duras penas podía sostener su cabeza, los golpes que le había ocasionado eran suficientes como para que en estos momentos no estuviera hablando, pero eso no alimentaba mi ansiedad, quiera verlos a todos muertos, quería derrumbar esa pared que me impedía ir más allá de una venganza, ellos… Acabaron con todo mi mundo y ahora se meten con lo más sagrado que es mi hijo Alan.
-Te voy a dar la última oportunidad para que hables de una buena vez-Tome el arma y la coloque en su cabeza, escuché un suspiro de dolor que provenía de aquel hombre indefenso.
-Yo…yo no lo sé, lo juro.
-¡Rayos!-Hice disparar mi arma en reiteradas ocasiones sin importar donde impactara cada bala, mi intención era acabar con esa escoria.
-Señor ya está bien-Dijo uno de mis hombres.
Estaba cegado por el odio y el dolor, solo espero que mi hijo se recupere del todo, no me importa ir y matar a los hijos de estos malditos, cosa que nunca pensé en hacer… porque eran almas inocentes, pero a ellos no les importó mi hijo, que tan solo es un bebé, ahora sí van a conocer quién es Deivis, más conocido como caliman.
-Chicos, quiero que encuentren al jefe de los Julios, quiero tener a ese tipo justo en frente de mi. Les daré una buena recompensa a quien logré encontrarlo ¡Los vi!-Ellos asienten.
Regresamos a casa y en la entrada estaba mi hermana Elisa junto con la empleada doméstica, ambas estaban teniendo una plática.
-Hermano, por fin llegas-Sonríe Elisa amablemente.
-¿Qué has sabido de Alan?-Le pregunto mientras me dirijo hacia la sala de estar.
-Natalia no se ha reportado, la he estado llamando y no contesta.
-Te dije que no le quitarás el ojo, en estos momentos debe de estar despegando en un avión para otro país-Me levantó del sofá de un brusco movimiento y de inmediato le digo a uno de mis hombres que vaya al hospital a verificar que ha pasado.
-Hermano, la verdad no he podido salir.
-Te deje dicho que fueras al hospital, ¿Que has hecho en todo el día?–Elisa ya empezaba a colmar mi paciencia.
-Estaba ocupada, por eso no pude.
-Esas no son excusas, ¿Sabes en el lío que estaré si Natalia se lleva al niño?-Ella negó. Sabe exactamente de qué le hablo.
-Lo siento hermano.
-Nada de disculpas–La mire con enojó.
Ella corre escaleras arriba mientras llora.
Si esa mujer se lleva a mi hijo, me va a declarar la guerra, ella no puede estar con él, es ahí donde los Julios van a atacar con todas, las de la ley, ¡los van a matar!
Estaba desesperado, tanto que no escuché mi celular, verifique y era un mensaje de Coral.
*Bebita* así la tengo registrada.
Conectada hace tres minutos.
Hola, espero que te encuentres bien.
He estado bastante preocupada por ti, tanto que fui a tu casa pero no estabas, y para colmo tu hermana me echó a patadas.
–Entonces por eso no fue al hospital, mientras mi hijo era llevado a las fuerzas, mi hermana trataba injustamente a coral solo porque vino a visitarme, en estos momentos voy a enseñarle quién es el que manda en esta casa, se hace lo que yo diga.
Me dirijo a su habitación y ella está hablando por teléfono.
-Tenemos que hablar-le digo y ella me mira de mala gana.
-Lo siento, pero estoy ocupada.
-¡Te dije que tenemos que hablar!-le grito y de un jalón le arrebató el teléfono.




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