Amor imperdonable de un millonario: (libro 1)

Problemas

-Sabes Coral, si seguís así de linda conmigo, juro que pediré tu mano-suena demasiado bien para ser verdad, pero creo que con quién te vas a encontrar es con mi hermano Yeison quien no dudará ni un segundo en poner una bala en tu cabeza.
A veces me odio por no tener el valor de mantener una relación sana. Pero por otro lado ya estoy acostumbrada a las mentiras y vivir sin ellas es no tener vida, por ello he llevado mis mentiras hasta el límite. A tal punto de ver llorar a los hombres por amor hacia mí, pero como yo era buena les dejaba ardiendo en el chispero, realmente nunca me importó si se enamoraban de mí solo obtenía lo que quisiera y me iba a la fuga, pero con este es diferente, no sé si es por algo que me atraiga de él, pero lo que sí sé, es que será una experiencia extraordinaria.
-Creo que es muy pronto para un matrimonio.
-Mmm, también es verdad, solo dejemos que todo fluya-Dijo Deivis mientras sonreía.
-Tu hijo, ¿no que pronto le darán de alta?-Lleva su mano a su cabeza y maldice.
-Si, es verdad, espérame aquí, le diré a mi secretaria que saldré por un momento.
-Bueno.
Salió de la oficina. De inmediato aprovecho para buscar algo con más detalles, me dirijo a los cajones de su escritorio, y vaya, tienen seguro, claro era de esperarse, él no iba a ser tan tonto.
Sople mi boca, estaba derrotada. No había nada que quitará de mi todas estas dudas, ¡Perfecto! Cuando menos lo imaginé, una brillante idea surgió.
Deivis abrió la puerta y dijo.
-Ahora si nos vamos, Coral.
Asentí y salí de la oficina junto a él.
Me moría por ir a su casa, voy a conocer al pequeño Alan, y él será el encargado de decirme quien en realidad es el parásito de Deivis.
-Hemos llegado mami-Dijo Deivis.
-Entonces, por fin conoceré a tu hijo-asiente reposando sus manos, en realidad el viajé fue un poco largo.
-Si, vas a ver qué es un excelente niño.
Entramos a la sala de estar, y para mí sorpresa, estaba la hermana de Deivis junto a la mujer que le había enviado el mensaje aquella vez por chat, entonces ella es la ex.
Sin lugar a dudas, es bella.
Ambas nos miran como bichos raros. Deivis sostuvo mi cintura con firmeza y hablo.
-Buenas tardes.
-Hola buenas-Dije levantando mi rostro, tenía dos razones para hacerlo, primero por la estúpida de su hermana y segundo por la cara que se trae la ex, es desafiante y su mirada es amenazante.
-Hola hermano, mira Natalia ha venido, ella quiere hablar contigo-el rostro de Natalia quedó impresionado cuando Deivis respondió.
-No tengo nada de que hablar contigo Natalia, ahora sí me disculpas-Me hizo caminar ya que él avanzó pero luego se detuvo y añadió-Por cierto, ella es mi novia.
Seguimos nuestro camino escaleras arriba, no me atreví a pronunciar ninguna palabra.
-Esta es la habitación de mi hijo-estamos justo afuera de un cuarto, en este nunca había entrado antes, al entrar nos encontramos a su hijo acostado en la cama mientras sostiene su laptop.
Deivis de inmediato soltó mi agarre y corrió hacia su pequeño hijo. Le dio un beso en la frente y luego acarició su cabello.
-¡Papá!-gritó su hijo.
-¿Cómo estás Alan?-Esboza Deivis mientras lo mira con ternura.
-Estoy súper bien padre-El niño me miraba detenidamente, luego tragó grueso y tomó la manga de la camisa de su padre y jalo de ella.
-¿Dime hijo?-preguntó Deivis mirando su gesto.
-¿Quién es ella papá?-Me miró con las cejas encontradas.
Deivis pasó su mano dentro de su cabello y soltó un ligero suspiro. No sé si es el momento indicado para decirle a su hijo, que esa extraña mujer quien está allí parada con el vestido todo sucio y rodillas mojosas es la nueva novia de su papá.
-Bueno ella-hace una pausa ya que yo me adelanté.
-Soy amiga de tu padre. Y de ahora en adelante también seré tu amiga-le sonrió y él miró a su padre, quien estaba perplejo.
-¿Eso es cierto papá? ¿Ella será mi amiga?.
-Si, si ella será tu amiga y vino a jugar contigo.
-¡Bueno!-Celebró de emoción.
Me acerqué con un poco más de confianza, y me senté en los pieceros de la cama.
-¿Cómo te llamas?-Me pregunta con una sonrisa.
-Me llamo Coral.
-Yo me llamo Alan-dijo contento.
-Bueno Alan, ¿Qué te parece si jugamos al Triki?-El niño aplaudió y asintió.
-Esta bien, vamos a jugar. ¡Yo empiezo primero!-Grito.
-Por supuesto -Respondí.
Me encontraba jugando con el adorable Alan, cuando Deivis se agachó hasta mi oído y susurró.
-Amor, siéntete cómoda, iré abajo-Coloca su mano en mi hombro.
-Está bien-Respondí con tranquilidad.
Deivis.
Baje hasta la sala de estar en donde se escuchaba con claridad la voz de mi hermana Elisa mientras calmaba a Natalia.
-Tranquila, todo estará bien.
-¡No puedo!-grita.
En cuanto bajó Natalia corrió hacia mí y me abrazó.
-¡Por favor Deivis tenemos que hablar!-Intentó quitar sus manos de mi cintura pero ella se aferra.
-No hay nada de qué hablar.
-¡No!-Exclamó.
-¿Por qué no te largas!-le pregunto pero ella sigue aferrada.
-Me iré, pero hasta que hables conmigo-propuso entre lágrimas.
Solté un suspiro de fastidio, odio ver a alguien mendigar e insistir.
-Esta bien, pero deja de hacer tanto show.
Se levantó del suelo y luego me agarró del brazo.
-Vamos a tu habitación-Su mirada estaba vacía y sus ojos mojados.
-No, no iré a ningún lado, habla lo que tengas que hablar aquí-Farfulló.
-Muy bien-Soltó un suspiro agitado-La demanda la he retirado, se que te molestaste pero... Lo único que quiero es que me des la custodia de Alan en su totalidad, no puedo dejarlo contigo.
-¿Terminaste?-Cuestionó zafando de su agarré.
-No he terminado, pero solo te pido esto por ahora.
-Esta bien, ahora te puedes ir-Doy media vuelta para regresar con mi hijo.
Ella gritó muy fuerte tanto que estalló mis oídos.
-¡Te odio maldito! ¡Solo espero que mueras!-Detuve mis pasos y me volteé lentamente.
-¿Puedes repetir?-la mire con indiferencia.
-¡Te odio Deivis!-Una lágrima escapa otra vez de sus ojos.
-Mira Natalia, te he tenido paciencia.
-Paciencia y trayendo a cualquier perra a la casa. ¿Eso es lo que le vas a enseñar a tu hijo?.
-Eso no te interesa, ahora sí, lárgate, o te corro a patadas.
-¡Adelante!-Se avienta a mi y me empezó a dar puños en el pecho como loca. La tomé por las manos y la apreté tan fuerte que quedó inmóvil-¡Eres lo peor que me ha pasado en la vida!-Expuso con la voz temblorosa.
-Lo se, y por esa razón te ordenó que te largues y no vuelvas, si te atreves a venir otra vez, te voy a partir los huesos, y no me importa que seas la madre de mi hijo. Y sabes que soy capaz-Susurro con la voz fría.
Ella me miró asustada y luego bajó sus manos, la solté de un tirón, con la cara destrozada y la voz casi en un aliento, decide marcharse sin decir ni una palabra.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.