Amor imperdonable de un millonario: (libro 1)

Me persigues

En cuanto llegó a la habitación me encuentro a coral abrazando a mi hijo. Se ven tan adorables. Ver a mi hijo reír es lo más hermoso del mundo, coral me mira y se dirige a mi, no sin antes decirle a Alan que vuelve pronto.
-¿Todo bien?-Dijo ella tomando mi mano.
-Si cariño, todo está bien.
-Tu rostro dice lo contrario.
-No, no pasa nada mi vida, por cierto-Tomo su mejilla con la palma de mi mano.
-¿Si dime!-Dijo atenta.
-Puedes quedarte a cuidar de Alan?. Iré a echarle un vistazo a una mercancía que sale hoy a las seis.
-Esta bien, no tardes.
Quería besarla pero no podía porque mi hijo estaba viéndonos mientras sonreía.
Deje a coral por un momento y me dirijo hasta Alan para luego depositar un beso en su frente.
Salgo de la habitación mientras le guiño un ojo a mi dulce coral quien me despide con una grata sonrisa.
Coral.
La cosa se ha puesto buena, tengo que aprovechar esta oportunidad.
-Alan, ¿Cómo está tu padre contigo?.
-Es muy bueno, él me quiere mucho-Responde mientras juega con un carro.
-Me alegra mucho, ¿Y como es con tu mamá?-el niño puso los ojos en blanco.
-Mi padre odia a mamá, porque ella lo traicionó-Esto es interesante. Solo falta el café para disfrutar esta conversación.
-¿Me puedes explicar?-asintió.
-Si, es que mi mamá cuando papá estaba en la cárcel ella nunca lo visitó-¿en la cárcel? Dios mío qué es esto.
-¿Por qué fue preso?-Este niño sabe muchas cosas. Creo que a su corta edad no es para que sepa tanto.
-Porque golpeó a un fiscal.
-Entonces fue por eso-asiente. Deja su juguete por un momento y soltó un suspiro.
-Pero mi papá es muy buena persona, él ayuda a los más necesitados. De hecho les da muchísima comida.
-¿Verdad?-Dije boca abierta.
-Bueno, su empresa fue hecha para eso, mi padre invierte su dinero en su empresa, para luego elaborar sus productos y así dárselo a las familias más pobres de Colombia.
-Me parece que es lo más sorprendente que he escuchado-Alan sonrió dejando ver sus dientes tan pequeños.
No me atrevía a preguntar cosas más fuertes ya que es solo un niño.
-¿Por qué preguntas tantas cosas?-Cuestiona con una mirada penetrante, ahora que me fijo, tiene la misma mirada de su madre. Simplemente una mirada arrogante.
-Bueno porque soy amiga de tu papá. ¿Te molesta que te pregunte?- Respondí obviamente
-No, no me molesta, es solo que los amigos de mis papás no me preguntan esas cosas-¡Auch!.
-Si, pero siempre hay amigos curiosos. Alan te puedo pedir un favor.
-Sí dígame.
-No le cuentes a tu papá lo que hemos hablado.
-¿Por qué?.
-Bueno, porque esto es un juego, nosotros somos los buenos y tu papá es un pirata feroz y si se entera de esto-Lo asustó y él soltó una carcajada-Nos puede devorar.
-Esta bien, no le diré nada a papá.
-¿Promesa?.
-Si, promesa.
La noche había llegado y Deivis aún no llegaba, estaba desesperada, mi teléfono tenía un montón de llamadas perdidas de mi hermano.
Alan ya se había dormido, mis pies estaban acalambrados, decido salir de la habitación para tomar un poco de agua.
La sala de estar está silenciosa, no hay nadie, solo los hombres de Deivis a las afueras de la casa.
Tomo el agua a buches y luego salgo al jardín.
-¿Se le ofrece algo señorita?-Preguntó el escolta.
-Deivis ¿donde está?.
-El señor tarda en venir, está en una importante reunión con unos ecuatorianos.
-Ah, comprendo.
-El señor dejó dicho que si quería algo nos dijera.
-No, no quiero nada.
El hombre asintió y yo me devolví para la sala de estar porque hacía mucho frío allá afuera.
Ya son las cinco de la mañana y Deivis aún no llega, muero del aburrimiento, el sueño aún no me vence, me encuentro sentada en la biblioteca. Cerré el libro y lo dejé en su respectivo lugar.
Estiró mi cuerpo luego de haberme levantado del sofá, pude oír como mis huesos tronaban y créanme que fue placentero.
Mi teléfono está sonando otra vez, ignoré la llamada pero después un mensaje de mi hermana Carolina me hizo reaccionar.
-Hermosa, tienes que venir de inmediato, mi hermano va en camino a buscarte, no sé cómo pasó pero creo que saben dónde estás!.
¡Mierda! ¡Mierda!
De inmediato guarde mi teléfono, y salí de la biblioteca, llegue a enormes zancadas hasta el jardín en donde estaban los escoltas.
-Lo siento, pero me tengo que ir.
-Pero el señor nos dejó bajo su cuidado.
-No, no puedo seguir aquí, mis padres, mis padres están solos en casa-dije asustada.
-Calma señora, llamaremos al señor y le informaremos-Negué.
-No, dígale que me tuve que ir mi madre, está muy complicada de salud.
-Pero señora, por lo menos deje que la llevemos.
-¡No!-grite enojada-No quiero, me puedo ir sola-Salí de la casa y ellos no pusieron resistencia. Solo me dejaron ir.
Estaba muy asustada, mi corazón a duras penas podía bombear, corrí como loca en busca de cualquier medio de transporte.
A estas horas no hay nada por aquí, ¿Que hago? Pero cómo supo donde estaba. ¡Exacto! Tomo mi teléfono y lo apago, luego sacó la tarjeta de mi número y la rompo, quizá coloco algún GPS y no me di cuenta, ese maldito ya llegó hasta los extremos.
Ahora vamos a ver cómo carajos me vas a encontrar.
Seguí corriendo en medio de la oscuridad, es esto, o levantar una posible guerra, no sé cómo reaccionaría mi hermano si me encuentra en casa de un desconocido.
Minutos más tarde.
Las calles están solas, solo sopla el viento frío de la madrugada.
Ya está aclarando, puedo ver el cielo de color claro y eso es buena señal.
No tengo dinero, saque de mi seno el poquito de dinero que me quedaba, tengo la costumbre de guardar dinero en medio de mis senos.
Me encuentro caminando por la carretera como una loca, reí luego de recordar las estupideces de mi hermano Yeison, es muy celoso, no se porque diablos no busca una mujer para ver si nos deja en paz a nosotras. Eso es lo que le falta, una esposa.
En ese momento cruza un auto. No es ni un taxi, es un auto común y corriente.
Se detiene enfrente de mí.
Sus vidrios bajan dejando ver a un hombre de algunos cuarenta años.
-Hola joven, ¿Estás perdida?-Su mirada se desliza hasta mis pies..miré mis tacones y estos están sucios. Qué vergüenza.
-Bueno, realmente no, pero si necesito llegar a la ciudad.
-Ah, está bien, sube, yo te haré el favor.
No lo dude y subí al auto.
El auto arranca y eso me dejó más tranquila.
-¿Qué haces a estas horas por allí?-Me pregunta.
-Estaba en casa de un amigo.
-¿Amigo?-Preguntó con cierta duda.
-Si. Bueno, realmente mis padres estaban preocupados.
-Entiendo, si eso es lo más lógico, los padres son así.
-¿Y para donde ibas?-Cuestionó. El hombre se ve muy decente, y tiene una hermosa dentadura.
-Estaba visitando a mi hija, ella dio a luz.
-¿Tienes nietos?-me quede sorprendida.
Él me miró y sonrió.
-Si de hecho es un niño, se llama Bruno.
-Que lindo nombre-rei.
-¿Y tú cómo te llamas?-Me pregunta.
-Me llamo Coral, ¿Y usted?-Pase mi mano por encima de mi cabello estaba despeinada.
-Bueno, me llamo Ramiro, y ¿qué edad tienes? Estas muy bella.
-Yo tengo treinta y tres, creo-el ríe luego de escuchar eso-¿Y tu?.
-En un año cumpliré cuarenta-Ah, es más joven de lo que aparenta.
Conversamos un poco más, la verdad este sujeto no me transmite miedo, me siento tranquila a su lado.
Llegamos a la ciudad, me bajé del auto agradeciéndole a Ramiro.
-Muchas gracias-le agradezco y él asiente.
-¿Me regalas tu número?-Me pide y yo asiento, como no dárselo, me trajo de gratis.
Le había dado mi número corporativo, y con ese intercambio se despidió de mí.
Me encuentro casi a las afueras de la casa, veamos con que viene mi hermano ahora.
Entré a la casa y los hombres de mi hermano estaban golpeados.
-¿Qué ha pasado?-Preguntó confusa.
-El jefe nos golpeó porque no pudimos encontrarla a usted.
-Mi hermano se ha pasado está vez.
-Señorita, su hermano está muy alterado, él está en su recámara, de hecho partió todas las cosas de la casa.
-¡Que!-Este estúpido se ha pasado de verdad.
Camine hasta la entrada de la casa, y me encuentro a mi hermana sentada en el sofá mientras come unas papitas.
-Coral, coral ven, siéntate-me senté a su lado.
-Mi hermano te va a matar, juro que te iba a descabezar.
-Que lo haga, no le tengo miedo- Dije con firmeza.
-No digas eso, él está muy enojado.
-Hermana, no somos unas niñas pequeñas, además el día que me dé la gana me voy de casa y no pasa nada.
-Bueno en eso tienes razón, pero…él coloco un GPS en tu móvil-lo sabía. Ese desgraciado.
-Lo se. Pero esta vez no pudo encontrarme-Solte una risa.
-Se devolvió a casa ya que perdió tu rastro. Y créeme esta furiosisimo.
-Y ni lo encontrará. De hoy en adelante apagare el teléfono cada vez que salga, creo que Yeison es un fastidioso.
Ambas reímos.
Ya son las siete de la mañana.
Estaba en el baño cepillando mis dientes, me había duchado, mi cabello estaba muy mojado por ello decido secarlo con el secador.
Por culpa de mi hermano, no tengo amigas, no tengo a nadie, él se ha encargado de eliminar de mi vida todo, porque él dice que en la vida no se puede confiar en nadie. Pero eso es mierda.
En la vida tenemos que compartir, o de no, viviremos como él…Amargados.
Encendi mi teléfono, tenía que ver si Deivis me había enviado algún mensaje.
Bueno realmente no me ha enviado nada, ni una llamada, quizá esté ocupado aún. Me dolió haber dejado al pequeño Alan solo en su habitación, ahora que lo recuerdo, la odiosa hermana de Deivis no estaba en casa.
Entre a mi habitación luego de haber secado mi cabello, el cuarto de mi hermano está a unos cuantos metros, no sé cómo esté, pero de igual no me importa.
Me acosté en la cama, tenía mucho sueño, la verdad no he dormido nada. Cerré mis ojos porque estaba cansada de haber pasado un día agotador.




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