Despierto debido a los gritos de mi hermana, ¿Que está pasando aquí?..
Me levanto de la cama a toda marcha, y abro la puerta de mi habitación.
Sus gritos eran más fuertes, quizá esté peleando con mi hermano, baje las escaleras y me quedo en shock luego de ver a mi hermana arrodillada mientras llora y en frente de ella está un hombre mientras sostiene un arma.
Mire a mi alrededor, y estaba la criada tendida en el suelo ya que en su cabeza tenía una bala, su sangre estaba regada por todos lados.
-¿Qué quieres?-Pregunté levantando las manos en son de paz.q
El hombre era delgado y en su rostro tenía una cicatriz.
-Nada, solo queremos matarlas-ríe con un humor bastante frío.
-¿Matarnos?- cuestionó asustada. Mis piernas empezaron a flaquear.
- Es verdad linda, matarlas- Confirma apuntando con su arma justo a mi hermana. Ella pegó un grito desgarrador.
-¿Por qué?-Bueno esa pregunta era más que estúpida. Pero solo quería saber quién estaba detrás de esto.
-El jefe nos encargó esto, no es mi culpa- Me explica chasqueando sus dientes.
-¿Quién es tu jefe?-Preguntó sin quitar mis ojos de su arma.
-Es alguien que quizá conozcas-No, no sé exactamente de quién carajos me hablas.
-Mira podemos hacer un trato-Solté un suspiro.
-No, no quiero hacer una mierda, solo tienes que morir y todo va a acabar.
Estaba muy asustada, mi hermana a duras penas podía respirar, estaba casi a un desmayó.
-Está bien, hagamos algo-propuse.
-¿Qué es lo que quieres zor**?.
-Deja libre a mi hermana, y me puedes matar a mi-carolina abrió sus ojos y negó.
-¡No!-Grito en el momento que intento levantarse.
Pero el hombre la golpeó en su rostro y cayó al piso.
-No te pases de astuta pequeña niña-mi hermana otra vez se aventó al tipo, ambos forcejeaban el arma, ayude a Carolina ya que me aventé al tipo con toda furia.
Carolina sostenía el arma y yo le daba golpes al hombre por la cabeza con mi mano hecha un puño.
-¡Ayúdenme!-gritó el hombre refiriéndose a sus colegas. No sé qué pasó con los hombres de mi hermano. ¿Acaso murieron?.
Jale de su cabello y el grito más fuerte.
-¡No sueltes el arma hermana!-le grité a Carolina quien se está dando por vencida, esto es malo, vamos a morir. El tipo jalaba el arma con todas sus fuerzas y mi hermana cada vez se debilitaba más.
Abrí mi boca y le di un tremendo mordisco al tipo en medio del cuello, el hombre soltó el arma y elevó sus manos hacia atrás para atraparme por el cabello y llevarme al suelo.
Me golpeó la columna contra el piso y de inmediato grité de dolor.
-¡Dispara!-le grito a mi hermana quién tiene el arma en sus manos y está temblando.
-Ni se te ocurra-el hombre corrió hacia mi hermana pero afortunadamente ella hizo disparar el arma, clavando una bala en el pecho del tipo, este cayó al suelo, su cabeza golpeó contra el piso y sus ojos estaban intermitentes, en cuestión de segundos va a morir. Eso está seguro. Pero antes de eso tengo que hacerle unas preguntas.
Lo tomé por el cuello y le apreté.
-Ahora si maldito, ¿Para quién trabajas?.
El hombre se echó a reír, de su boca salía sangre.
-Vas a morir… Cerró sus ojos, y soltó un inmenso suspiro.
-Rayos-Este hombre ya está muerto.
Me levanté del suelo como pude y le arrebaté el arma a Carolina, quien está con la boca abierta, ella nunca había disparado dicho aparato.
-Vamos-le indico que se coloque detrás de mí-tenemos que salir vivas de aquí, o de no, no merezco ser llamada coral.
-Coral tengo miedo-Susurro la pobre en un mar de lágrimas.
-No tengas miedo.
Nos ocultamos en la cocina, ya que uno de ellos había entrado, los gritos fueron más que suficientes como para delatar que algo allá adentro no andaba bien.
-¡Maldita sea!-El hombre chasqueó los labios luego de ver a su amigo hecho mierda.
-No mires, cierra los ojos-le ordenó a Carolina quien tiembla.
-Está bien-susurra y cierra los ojos.
El hombre estaba buscándonos, estaba muy desesperado podía ver su angustia, tenía que ser más rápida que él, por eso salí de mi escondite y le dispare justo en el abdomen, el hizo un disparo el cual cae justo al lado de mi cabeza, por un mínimo y me clava uno en la cara.
Hago disparar mi arma por segunda y tercera vez, el hombre estaba tendido en el suelo.
Nunca había disparado a alguien, pero buena puntería si tengo, practiqué por muchos años esto, y creanme que se me da muy bien.
-Vamos Carolina-la ánimo y ella me sigue. Salimos corriendo por el jardín, miré para todos lados y no vi a ningún hombre de mi hermano afuera.
Tengo que ir hacia otro lugar, no tengo más familia que mi hermano.
Tome un taxi y me dirijo hacia la casa de Deivis. No sé si contarle la verdad, o solo mentir.
Había dejado el arma dentro del taxista, no quería cargar con eso.
Mi hermana fue quien pagó el taxi, afortunadamente tenía algunos billetes dentro de su bolsillo.
En cuanto llegamos mi hermana estaba más calmada, ya hasta podía sonreír.
-Carolina, hemos llegado a casa de mi amigo-Mi hermana se puso pensativa-El hombre guapo de aquella noche, ¿Lo recuerdas?-Ella asiente y sonreí como tonta.
-Ya me acordé.
-Solo nos quedaremos en su casa mientras que todo pasa ¿está bien?.
Pase mis manos por encima del cabello de Carolina, estaba toda despeinada, y sequé sus lágrimas, estaba muy demacrada.
Uno de los hombres de Deivis nos invita a pasar, entramos a la sala de estar y nos sentamos.
-Señora Coral, el jefe no se encuentra en casa. ¿Le informo que usted está aquí?.
-No, solo déjale, lo espero.
-Está bien señora, ¿Se le ofrece algo?-Asenti.
-¿Nos puedes traer algo de comer?-Mi hermana me miraba boca abierta. Mas luego le explico mi relación con Deivis.
-Listo señora-En cuanto el guardia iba a dar media vuelta lo detuve.
-Espera…
-¿Sí dígame señora?.
-Nosotras prepararemos algo.
-Está bien señora Coral-El guardía nos llevó a la cocina, y luego se despidió para ir a su puesto de trabajo.
-Es muy bella esta casa-esboza mi hermana.
-Muy hermosa de hecho -Confirmó-Muy bien, vamos a preparar unos fideos con leche.
Estábamos en la cocina preparando los fideos, mi hermana estaba renovada, reíamos a carcajadas ya que casi se nos queman los espaguetis, bueno hicimos un montón, y le brindamos a los escoltas de Deivis, por su parte él pequeño Alan estaba descansando por ello no quise molestarlo, se veía tierno mientras dormía.
-Quedaron muy deliciosos-dijo uno de los hombres de Deivis, estábamos en la mesa todos comiendo cuando de repente escuchamos esa voz de autoridad. Todos quedamos helados.
-¿Qué significa esto muchachos?-era Deivis, mi corazón empezó a latir, me puse nerviosa. Sus hombres se levantaron de la mesa y regresaron a sus respectivos lugares.
-Deivis-Dije levantándome de la mesa-Te lo puedo explicar-Mire a los guardias con vergüenza.
-Olvidalo-Se echó a reír y se sentó en la mesa mientras aflojaba su corbatín.
-Coral creo que iré al baño-Dijo Carolina levantándose de la mesa.
-Esta bien hermana.
En cuanto Carolina desaparece de nuestras vidas, Deivis me mira con una mirada acosadora.
-¿Dime qué ha pasado?-Me pregunta de golpe.
-No ha pasado nada, es solo que quise darte una sorpresa.
-¿Sorpresa? Amor me hubieras avisado, quizá te hubiera recibido como se debe.
-¿Estas molesto por qué vine?-Negó.
-No mi reina-Me acaricia la mejilla.
-Solo quería verte-Mentí, en realidad no tenía más a donde ir.
-Bueno, eso me alegra-levanto mi rostro y veo sus hermosos ojos.
-Deivis te extrañe-hundí mi rostro dentro de su chaqueta y empecé a llorar. Tenía que explotar toda esta carga.
-Tranquila, ya estoy aquí-me abraza.
-Te quiero mucho.
-Yo también, te quiero mi nena.