Amor imperdonable de un millonario: (libro 1)

Madrastra

-¿Vas a trabajar hoy?-le preguntó y él asiente.
-Si, pero no tardaré, trataré de venir lo más temprano posible.
-Me imagino-Sonreí colocando los ojos en blanco.
-Para venir a cuidar a mi novia.
Besa mi pecho y yo sumerjo mis manos dentro de su lacio cabello.
Nuestras bocas se chocan entre sí, este hombre no se cansa de coger, mi cuerpo duele muchísimo, creo no estar acostumbrada a este nivel.
Me quejo en el momento que Deivis mordió mi seno izquierdo.
-Si fueras comida, te devoraría sin piedad, mujer.
-Oh, Deivis porfa no me muerdas.
-Esto es solo un cariño, mi amor-Se echó a reír y se levantó de la cama. Su espalda ancha se veía tan sexi, y ese lobo que tenía tatuado se veía demoníaco.
-Deivis-Se voltea para verme.
-Sí mi vida-Respondió atento.
-¿Qué significa ese lobo?-Me senté en la cama a duras penas.
-Este lobo significa muchas cosas, pero te diré cuando tenga más confianza hacia ti.
-Esto suena muy arrogante-Colocó cara de perrito.
Se inclinó para darme un beso en la mejilla.
-Mi princesa, no tardare, cuida bien de Alan.
-Esta bien-Dije sin ánimos, en realidad quería saber el significado pero bueno.
Deivis se cambió de ropa, esta vez llevaba un pantalón negro con una camisa gris. Todo lo que él se pusiera se le veía fantástico.
Luego de haberse marchado me recosté en la cama nuevamente, en serio mi cuerpo pedía un descanso eterno.
Desperté debido al llamado de mi hermana ya eran las doce del mediodía.
-Coral, el pequeño Alan quiere ver una peli-Ella no es que sabía mucho de tecnología o al menos eso fue lo que creí.
Me levanté de la cama lo más rápido que pude y me dirigí hacia la habitación de Alan quién estaba cruzado de brazos mientras veía por la ventana, el pobre niño está aburrido y más porque su pierna aún no está bien del todo, trataba de ser lo más carismática y juguetona que podía, eso sí, para ganar su confianza.
Le coloque una película y él se contentó.
Mi hermana se quedó a su lado, a ella le encantan las caricaturas
Dos meses después.
Han pasado dos meses desde que nos vinimos a vivir a la casa de mi novio, todos estos días han sido de felicidad tanto para nosotras como para Deivis y su hijo, por su parte el pequeño Alan ya se había recuperado de su pierna, ya hasta corría por todo el jardín, me pareció extraño ya que se recuperó muy rápido porque por lo general esas lesiones duran meses.
-Amor me siento tan feliz de estar a tu lado-Dijo Deivis besando mis manos.
-El tiempo se ha ido muy rápido.
-Creo que ya es hora de contarle a Alan que tú serás su madrastra.
-Sí, mi amor, además él nos vio abrazados anoche-Deivis se echó a reír.
-Creo que ya lo sospecha. Alan es muy curioso.
Mientras hablaba con Deivis en su oficina, Alan entró sin pedir permiso.
-¡Papi!-Grito emocionado.
-Hijo mío-Deivis soltó mis manos para recibir a su pequeño hijo quién les extendía los brazos.
-Papi, hoy vamos al parque ¿Verdad?-Deivis negó.
-Hijo, irás con coral y Carolina, papá tiene que entregar una mercancía
-Papi, no será igual sin ti.
-Alan, será muy divertido, además coral te enseñará cómo subir a la montaña rusa.
-Si, es cierto-Afirme y le di un beso a Alan en la mejilla.
Alan se ruborizó y miró a su papá de manera sospechosa.
-Papi, tu y coral-Pauso sus palabras y trago grueso.
Mire a Deivis, quién estaba esperando a que su hijo terminará de hablar.
-Sí hijo, Coral es mi novia, y ella será tu madrastra de hoy en adelante.
Pensé que Alan iba a tomar la noticia para mal, pero no fue así.
-¡Si! ¡Yupi!-Deivis me miró sorprendido. ¿Qué fue eso?-Papi, Coral es muy buena conmigo, ella me ayudó a vestir y a darme de comer, y también me coloca películas, me hace crispetas acarameladas y muchas cosas-Su sonrisa era más que una respuesta, estaba muy feliz.
-No sabía que ella era tan buena contigo.
-Y sabes papá, ella me cuenta muchos chistes, aunque son tan malos, pero me gustan-Ambos nos reímos.
Mi hermana Carolina entró a la oficina mientras peinaba su cabello y dijo.
-Alan, tu helado se está derritiendo-Alan se bajó de los brazos de su padre y corrió hacia su helado.
Carolina nos dió una sonrisa y luego salió de la oficina.
-Amor, ten-me entregó una tarjeta-Esto cubrirá los gastos del parque, encárgate de que los chicos suban a todos los juegos.
-Si mi vida-De momento sentí como mi cabeza dió vuelta. Y rápidamente me sostengo de los brazos de Deivis.
-¿Estás bien?-Preguntó agarrándome.
-Si, es solo que no he comido nada, además me levanté súper tarde.
-Coral, trata de comer bien, mira como esta tu piel, estás muy pálida.
-Tratare-Le sonrió y él me dio un abrazo.
Deivis se marchó un poco preocupado por mi estado de salud, no quería causar preocupación en él, pero no sé qué carajos me pasó. Además mi menstruación está apunto de venir, creo que es eso, suelo ponerme así unos días antes de venir.
Carolina y Alan estaban muy emocionados por la ida al parque, tanto que escogieron la ropa con la cual iría, por mi parte tomé un pantalón azul con una blusa blanca, el jean me quedaba un poco ajustado pero no está tan mal, además marca mucho más mi trasero.
Ya vamos en el auto, en esta ocasiones nos acompañan dos hombres de Deivis. En cuando llegamos al parque uno de los guardias se va con Carolina y Alan para subir a la montaña rusa el parque estaba muy lleno de personas y los gritos de los que estaban en la montaña rusa erizaban mi piel jamás montaré en uno de esos, pero Carolina si se atreve además ella me dijo que iba a acompañar a Alan a subir en todos los juegos ya que yo me sentía un poco desgastada. En realidad Deivis no ha parado de coger todas las noches.
-Señora. Siéntese en esta banca-Indicó el guardia que estaba a mi lado.
Me senté en la banca, y él se sentó a mi lado.
-Mira como ríe Alan-Dijo el guardia-Desde que usted llegó es otro.
-Enserio-Miré al guardia quién asentía.




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