Saqué uno de mis pies al vacío, y un miedo recorrió por mi espalda, no pensé que eso de suicidarse fuera tan traumante, pero esto sólo tomará de unos segundos, prefiero esto, que vivir odiada el resto de mi vida por Deivis.
Justo en el momento que me iba a lanzar unas manos gigantes me tomaron por la cintura y me hicieron devolver.
-¿¡Estás loca!?-Caí encima de Deivis, su fuerte voz me saca de mis pensamientos suicidas-Coral, ¿Dime qué he hecho mal? ¿Haces todo esto por mi? ¿Por qué has cambiado conmigo?-Me hace muchas preguntas a la vez y eso bloquea mi mente.
-No eres tú, soy yo-Mordí mi labio.
-Coral, ¿Dime qué pasa? ¡Dímelo de una buena vez!-Me tomó de los hombros y me sacudió muy fuerte, tanto que estremeció mi cerebro, estaba muy molesto. Nunca lo había visto así de enfadado.
-Terminemos-Dije fatigada, ya no tenía ánimos de vivir y en un abrir y cerrar de ojos todo se fue a la mierda.
-¿Eso quieres?-Respondió con el rostro demacrado.
-Si, eso quiero-Solté un suspiro.
-¿Dame una explicación?-Insiste con los ojos cristalizados.
-Ya te dije que no quiero más nada contigo, es más, ya no te amo-Luego de terminar mi versión, noté como los labios de Deivis temblaron, estaba apunto de llorar, lo juro.
-Está bien, terminemos con esto-Me soltó y eso dolió, sentí un gran vacío en mi pecho, en ese momento él era un soldado caído, estaba tan dolido que supuse que eso era lo mejor. Se levantó del piso y me miró por unos segundos, luego tragó grueso y añadió-Espero que te arrepientas de todo el daño que acabas de dejar en mí-su expresión facial cambió repentinamente ya que me lanzó una mirada de odio.
Mis ojos estaban medio abiertos, ya por lo menos soy un peso menos para él, si seguía a mi lado, iba a sufrir más de lo que le tocará sufrir, ahora que se enteré de la muerte de su hijo.
La psicóloga entro en compañía de dos hombres los cuales me sostuvieron de los brazos y me llevaron a otra habitación, está era de color blanca y sus paredes eran acolchadas, ¿Que se supone que hago aquí?.
El aire aquí era más cálido, y se sentía más agradable.
Camine de lado a lado mientras movía mis manos de manera intermitente, y con mi boca hecha una piedra susurraba el nombre de Deivis.
Ojalá Dios me de un buen castigo, por todo esto.
Me arrodille dejando caer todo el peso de mi cansado cuerpo sobre mis rodillas las cuales traquean de dolor.
-Hijo, soy una porquería de madre, no pensé que tú estabas dentro de mí, en el momento en el que me iba a aventar por esa ventana, ¡Lo siento!-Brame y acaricio mi barriga mientras soltaba un llanto desgarrador-Soy una porquería, una maldita porquería.
Enrosque mi mano hasta hacer un puño y empezar a golpear mi rostro.
-Esto te pasa por andar de mentirosa-Me doy una trompada en el ojo- ¡Mataste a tu hijastro y ahora quieres matar a tu propio hijo!-Me doy otro golpe pero este justo a mi boca-¡Eres una perra loca Coral! ¡UNA PERRA LOCA!-Los golpes que me daba no me causaban el más mínimo dolor, ya estaba tan fastidiada y mi corazón estaba frío como el mismísimo polo norte. Me había convertido en una mujer sinvergüenza.
-¡CORAL!-Grito la psicóloga mientras entraba a toda marcha por la puerta de color gris que estaba al fondo. Se agachó y me dió un abrazo-Ya basta, esto no está bien para tu hijo.
-Mi hijo debe estar decepcionado de tener una madre como yo.
-No, no digas eso, él está súper contento de crecer dentro de ti.
-¿Eso piensas?-Ella limpió mis lágrimas con un pañuelo el cual olía a perfume.
-Si, por supuesto-Me sonríe.
-¿Dónde está mi novio?-Preguntó despavorida.
-El joven salió muy triste, de hecho nos dejó dicho de que si algo te llegase a suceder que no le informarán.
-Osea en pocas palabras, no quiere saber más nada de mi.
-No se cual sea su discordia pero lo único que te pido es que te mantengas tranquila, hazlo por tu hijo.
-Está bien, lo haré.
Tres meses mas tarde.
Ya han pasado tres meses desde que ingresé al hospital psiquiátrico, durante todo este tiempo he sabido manejar mis niveles de estrés y mis ataques de ansiedad, claro está, bajo medicamento y muchísimas terapias.
-Estoy tan feliz de que por fin te darán de alta-Dijo Ramiro acariciando mi vientre.
–Así es, pronto estaré afuera respirando el rico aroma de las calles.
-¡Ups!-Ramiro hizo un sonido extraño con su boca, sus manos estaban temblando sobre mi vientre.
-¿Sucede algo?-Masculló, mientras lo miraba con curiosidad.
-El bebé-Dijo contento.
-¿Qué sucede con el bebé?.
-Se movió-Ah, era eso, me eché a reír.
-Es normal, se mueve constantemente-Durante estos meses Ramiro ha tomado esa ficha paterna, se alegra con todo lo que sea del bebé, puedo jurar que hasta más que yo.
-Me imagino que será un hermoso niño, igual que su mami.
-Si, eso supongo-Mis mejillas se ruborizan al instante.
Hace unos días los médicos me habían dado el sexo del bebé, y si, cómo lo escucharon, será un niño. Ese niño se lo pedí mucho a mi Dios. Creo que será la reencarnación de Alan.
-Lastima que el padre sea un maldito cobarde.
-No hables mal de él-Lo defiendo en donde sea que esté.
-Pero es lo que es-hace una pausa-Un maldito cobarde-termina.
-No, fui yo quien lo hizo alejarse de mí-Coloqué mis manos en mi pecho.
Le había contado a Ramiro todo lo ocurrido aquella mañana con Deivis. Al principio él tampoco me quería hablar, (por mentirosa) pero luego me supo entender, más porque él mantiene hablando con mi psiquiatra sobre mi diagnóstico y todo lo que ello conlleva. Utilizó la mentira como una especie de refugio frente a la realidad. Cómo lo había sospechado tengo un síndrome llamado mitomanía.
Por esa razón me mantengo mintiendo con constancia. No es que yo quiera mentir, es solo que mi cerebro actúa sin mi consentimiento.
-Un hombre de verdad pelea, más no se va a la primera. Te juro que si me encuentro a tu novio, le parto la cara-Me eché a reír por dentro, no me quiero imaginar una pelea entre él y Deivis, el pobre no sabe ni con quién se va a meter, mejor que ni lo intentes Ramiro.
-El no es culpable de nada, además él es un hombre que está súper orgulloso de ser como es.
-Por esa misma razón, él no debió irse, él tenía que estar a tu lado apoyándote. Y preguntarle a los médicos que pasaba contigo, más no decir que no le informarán de ti-Hizo una mueca-Ese hombre es un estúpido, lo odio aún sin conocerlo.
-Ya para , no sigas hablando de él así.
-¿Aun lo extrañas?-Sus ojos estaban muy marchitos.
-Es imposible no amarlo, es el padre de mi bebé.