Amor maya

Capitulo 4

—Hola mi amor, me alegra verte otra vez. —Una voz de barón se escuchaba a lo lejos. —Te traje este regalo, espero que te guste.

—¿Quién es? —Preguntaba Berenice un poco mareada y desorientada. —¿Dónde estás? No te veo.

—Mi cielo, eso es algo tan hermoso. Siempre que regresas de una guerra me traes regalos hermosos y te lo agradezco mucho, pero creo que te has olvidado que el mejor regalo que me puedes dar es estar conmigo.

—Con tu constante inspiración y sabiendo que me esperas ¿Cómo no puedo volver y tocar esos labios tuyos?

—¡No entiendo que está pasando aquí!, ¿Dónde estoy?, ¿quién está hablando?

La vista comenzó a nublarse de pronto, ahora era una obscuridad muy profunda que no permitía ver nada. Berenice trataba de caminar con sus manos al frente para sentir si tocaba algo.

—¿Hola?, ¿pueden escucharme? Estoy perdida, no se que hacer.

—Pronto pediré tu mano ante tu padre, mis méritos son muchos. No podrá negarme casarme con la hermosa princesa.

—¿Qué méritos has hecho amor mío? —La dulce voz de mujer le seguía la conversación muy románticame. —¿Pelear, ganar terrenos y riquezas, ascender al máximo puesto de guerrero? No mi amor, tu único logro es ganarte mi corazón.

Berenice estaba desconcertada, diambulaba como un fantasma en ese portal que se había abierto. Su mente estaba atrapada en esos recuerdos, un mundo en el que no tenía control ni del cual conocía. Poco a poco se borraban sus recuerdos actuales, era como un vampiro buscando alimentarse desesperadamente siguiendo las voces.

—¿Quiénes son ustedes?, ¿Por qué me han traído aquí? —Pero a pesar de sus constantes preguntas e intentos por hacerse notar nadie le respondía y tampoco pasaba de esa turbia obscuridad.

—La bruja me buscó, me dijo que no me convenía seguir contigo…que tienes a otra.

—Esa bruja no sabe de lo que habla, habrá tenido muy buenos aciertos en las batallas pero esta vez se equivoca. Yo solo deseo tu amor, no hay nadie más.

—Tambien me dijo que contigo me espera un futuro turbio, que hay alguien más destinado a mí. Si prevalezco contigo será una decepción para mí familia.

—Si tú le crees yo no puedo hacer nada más, mi vida, mi amor y todo mi ser te pertenecen solo a ti. Solo te haré feliz, te trataré como la hermosa princesa que eres y nada te faltará conmigo.—El hombre hablaba con un tono romántico que hacía la perfecta combinación con su voz varonil.—Pero de nada sirven mis palabras contra las de ella, la única opción para demostrártelo es que te quedes conmigo día a día viviendo el presente y no pensando en el futuro.

De pronto ante la obscuridad surgió una latente luz amarilla que se hacía espacio entre las nubes negras que bloqueaban el camino. Berenice se dió cuenta de ello y aún con sus ojos deslumbrados por su repentina aparición caminó hacia ella dejándose consumir por su esencia.

—Amor mío sabes que eso es lo que más deseo, pasar mis días a tu lado sería lo mejor que me pudiera pasar. Pero tengo tanto miedo a las profecías de la bruja. No deseo ningún mal para mí familia ni el pueblo.

—¿Qué daño le puede hacer nuestro amor a los demás? Es algo que viene de la pureza, de lo más profundo de nuestras almas. Esa bruja solo habla por envidia.

—¿Crees que se haya dejado corromper por la avaricia y me haya mentido?, ¿qué ganaría ella?

—Lo único que se es que no ganará lo mismo que nosotros. Por favor no hagas caso a las demás personas, disfruta lo nuestro pues estamos solo a un paso de convertir nuestro sueño en realidad, casarnos y hacer nuestra vida juntos.

—Tienes razón, por nada del mundo me gustaría perder lo que ya hemos ganado hasta ahora. Quiero ser tu esposa y que todos sepan de nuestro amor. Discúlpame por haber sido tan débil y pensar en terminar. Aunque te juro algo, pase lo que pase mi amor es eterno por ti.

El silencio se hizo presente por unos momentos, después una inmensa luz apreció enfrente de ella.

Al fin pudo ver algunas partes con claridad. Había una gran pirámide que estaba rodeada por una ciudad de piedra. Tenían la impresión de ser templos antiguos donde los sacerdotes realizaban sus ceremonias.

La imagen se empezó a ver más nítida cuando bajaba poco a poco hasta llegar a la parte baja de la pirámide. Muchas personas se reunían esperando una conferencia que daba el que parecía ser el líder del pueblo.

Estaba notificando el triunfo en la reciente guerra que se había disputado cerca de ahí.

—¡Querido pueblo, conseguimos una gran victoria. Por fin esos salvajes nos dejarán de atacar! —Alzaba muy orgulloso los brazos tratando de contagiar su euforia. —¡Como prometí antes, la mano de mi hija será entregada al mejor guerrero que hemos tenido en toda nuestra historia. Sin su colaboración como guerrero y sus instrucciones como gran líder militar no se hubiera logrado la victoria ni menos con tan pocas bajas. Él ha conseguido el mayor grado que le permite su posición pero estoy seguro que eso no será impedimento para lograr darle lo mejor a mi hija. Me siento honrado en no solo anunciar el inicio de esta era de paz si no el inicio de una prolongada historia para mí sangre. Espero que sea bien recibida está noticia para el guerrero Ball!

Todas las personas ahí reunidas festejaron la reciente noticia del futuro matrimonio de la princesa con el guerrero Ball.

Berenice comenzaba a tener noción de lo que pasaba, se sentía más despierta y cómoda ahora que tenía visión de las acciones. Era como estar en un sueño pero que poco a poco comenzaba a controlar sus movimientos como si fuera una espectadora en primera fila de una película.

Se percató que nadie se había dado cuenta de su presencia, así que se acercó hasta donde la princesa estaba, sintiéndose atraída por ella. Estaba sentada muy cerca de su padre quien era el que hablaba dando el comunicado al pueblo.

Caminó hacia ella para mirar el amuleto que llevaba en su cuello, increíblemente cuando lo hizo y colocó su mano para tocarlo, lo pudo sentir y este comenzó a moverse rápidamente. La princesa no parecía tener reacción alguna a este movimiento de su amuleto, continuaba muy concentrada en la reunión y más cuando el guerrero subió para ponerse al lado de su padre.




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