El cielo estaba oscuro. Las nubes se ponían cada vez más espesas como si trataran de avisar que algo malo sucedería.
El espíritu de Bal había salido de entre la tierra para buscar a Luis quien no sabía que hacía en ese lugar.
El guerrero voló fluyendo con el aire hasta llegar a su objetivo. El hombre al que tenía que darle un mensaje no lo esperaba y al verlo, quedó envuelto de miedo.
—¿Qué eres tú?—Preguntó Luis al verlo de frente.
—Nuestra alma es la misma.—Respondió con un tono tan grueso que no ayudó a calmar a su acompañante.—La bruja nos encerró aquí.
—No sé de qué estas hablando.—Dijo mientras retrocedía.—Yo no tengo nada que ver con ustedes.
El espíritu se esforzaba por hablar y por mantenerse a su lado.
Tenía que ser breve para dar el mensaje pues no sabía cuánto tiempo estaría conectado con aquel hombre que podría salvarlo.
—Tienes que regresar a nuestra tierra.—Insistió con voz cansada.—Necesitas romper la maldición en la pirámide.
La oscuridad se hizo aún más intensa, incluso los fuertes vientos aumentaron lo que provocó que el espíritu del guerrero perdiera el control y se alejara sin rumbo de esa ubicación.
Luis quedó sorprendido y al mismo tiempo trató de refugiarse de aquellos vientos feroces que azotaban todo el lugar.
Después de algunos segundos, perdió el control y fue jalado hasta que se estrelló en una pared de piedra en aquel lugar donde se encontraba. Al chocar, abrió los ojos para despertar de aquel sueño.
"Otra vez con esos sueños"
Comentó mientras suspiraba tratando de adoptarse a la realidad.
"Desde hace tres días no han parado, estoy muy cansado. Necesito dormir bien"
Casualmente, cuando el equipo del profesor encontró el otro amuleto, Luis comenzó a tener esos sueños dónde un guerrero antiguo le hablaba para pedirle ayuda. Sueños que él había decidido ignorar hasta que se volvieron molestos y le robaban su energía al momento de descansar.
"Creo que me estoy volviendo loco, necesito ir con un psicólogo"
Tomó la decisión de atenderse. Desafortunadamente para él, no fue suficiente. El psicólogo solo le recomendó algunas terapias sencillas y algo para dormir. Creía que sería suficiente para calmar la mente del paciente y que este pudiera dormír profundamente.
De nada sirvió. Luis intentó dormir en su cama después de tomar esas pastillas y relajar la mente como le habían indicado. Pero los sueños siguieron su curso.
"Tienes que venir a la pirámide" Le decía de nuevo aquella voz que deseaba ser ayudada. "Debes hacerlo antes de que la bruja regrese, usará el poder del amuleto para reencarnar. Si lo hace, no podremos deshacer la maldición"
Los avisos continuaron. El panorama no era nada alentador pues el terreno donde casi siempre estaba parado en todos ellos, era tierra fría, una que se movía constantemente y que permitía ver lo que en ella ocultaba. Habían algunos huesos, insectos y una energía amarilla que giraba abundantemente por todo el terreno.
Luis no podía mantenerse estable en ese terreno pero por alguna razón no caía. Aprovechó para mirar el cielo, las nubes que lo hacían verse gris eran muchas, algo tenebroso.
Desesperado, despertó nuevamente con la intención de solucionar eso. Solo había una persona que conocía y que le podría ayudar... la tarotista.
A pesar de no haber tenido una experiencia muy agradable en aquel lugar, decidió ir pensando que ese tipo de sueños eran más de su área.
Salió entonces de su casa, aún dudoso pero con ganas de resolver aquello.
Al llegar al consultorio de la tarotista, se encontró con la misma situación que la ocasión anterior. Estaba cerrado, como abandonado, sin muchas opciones para mirar dentro.
Golpeó la puerta para hacer contacto y le gritó para que le abriera, pero la respuesta solo fue... "No hay servicio"
Su tono era muy malhumorado, había cansancio y frustración lo que le dió un poco de pena por molestarla. Pero él era un hombre muy comprometido y quería una solución.
—Por favor, necesito su ayuda.—Dijo firme.—Puedo pagarle bien.
La tarotista no respondió nada pero tampoco abrió la puerta.
El suspenso se hizo presente en aquel hombre que desesperado buscaba ayuda.
Después de algunos segundos, logró sonreír al ver que la puerta se abría.
La tarotista no se sorprendió al verlo, fue como si supiera quién estaba exactamente llamando a su puerta.
—¿Qué se te ofrece?—Preguntó con el mejor tono que pudo.
—Necesito su ayuda. He tenido unos sueños extraños...
—¿Otro más?—Dijo con sarcasmo.—Hace poco tuve un caso similar. Una chica vino a contarme sobre una pirámide y dos personajes del pasado, desde ese momento no he dejado de soñar con ellos y estos días se han intensificado.
—Entonces si hay otro más.—Le respondió muy serio.—Desde hace tres días he tenido sueños similares, la pirámide, un hombre de aquella época, una bruja.—Suspiró intentando no mostrar escéptisismo en aquello.—Pensé que usted podría ayudarme. Es su área... ¿Qué está pasando?
La tarotista se quedó pensando un momento en aquello. Se sorprendió que aquel hombre también tuviera esa secuencia de sueños. Lo miró profundamente deducir que no le estaba mintiendo.
Después de confirmarlo, intentó analizar el motivo de lo que estaba pasando.
Vagamente tuvo una idea, pero sus dolores de cabeza, su frustración y todo el cansancio, le impedían pensar con claridad.
—Pasa por favor.—Le dijo al joven Luis quien veía lo decaída que estaba.—Necesito más detalles.
Ambos pasaron al consultorio, el cual, estaba sumamente descuidado.
Luis puso atención a todo lo que veía, desde las figuras de deidades, amuletos, hasta las cosas personales de la tarotista como platos de comida y agua. Sin duda no la había pasado nada bien en esos días.
Llegaron hasta el fondo, ahí donde ella seguía teniendo su mesa de trabajo. Se sentó y le pidió que le contará más a detalle acerca de esos sueños.