La tarde se estaba terminando, el sol estaba por meterse después de haber presenciado una hermosa tarde en aquel estado, uno que albergaba una ciudad antigua que en secreto guardaba uno de los más grandes acontecimientos de aquellos tiempos, y que estaban perjudicando en la actualidad en silencio.
Un gran mal estaba por desatarse en aquellas ruinas que no eran lo único que deseaban despertar, sino aquel ser que era capaz de maldecir y de controlar incluso el clima y acontecimientos del futuro para llevar a cabo sus planes.
La noche no solo traería oscuridad sino también un sinnúmero de sucesos que pondrían los pelos de punta a cualquiera.
—¿Puedo saber, ustedes quiénes son?—preguntó el profesor Joaquín muy integrado por las visitas.—Esta es una area restringida ¿Cómo lograron venir?
—Buenas tardes me llamo Luis Méndez.—Contestó el hombre lo más amable que pudo.—Llegamos aquí debido a ciertos dones que tiene esta mujer; su intuición y una voz le indicaron el camino hasta aquí.
—Si usted me hubiera dicho eso hace 10 minutos,—Respondió Joaquín con una sonrisa en el rostro,—lo hubiera tirado por un loco y estaría llamando a la policía en este momento.
Luis no sabía cómo tomar aquel comentario, sin embargo continuó la conversación pues deseaba encajar en aquel momento.
—¿Qué lo detiene para no hacerlo?—preguntó mirándolo a los ojos.
—Pues en estos 10 minutos he presenciado más cosas sobrenaturales de las que me gustaría aceptar.—Bajó la mirada un poco para hacer referencia hacia el espíritu y el muro.—Todo lo que he visto pone en duda mis estudios e incluso mis creencias. Así que sean bienvenidos y esperamos sus aportaciones para resolver esto.
Berenice y Lorena también miraron que la tarotista había ido hasta allá, al inicio se sorprendieron al verla pero después intuyeron que ella tenía algún tipo de secreto que les podría ayudar, sin embargo, lejos de verla emocionada, la veían muy decaída producto del gran dolor de cabeza que aún tenía. Las facciones en su rostro no eran nada reconocibles comparadas con aquella mujer que visitaron semanas antes. Ahora veían a una mujer cansada, enojada, con gran dolor y pesar, además de un fuerte desgaste físico por estar ahí.
—Madam Citlali ¡Qué gusto verla!—Dijo Lorena acercarnos un poco a ella.—¿Está usted bien? Se ve muy mal
—También me da gusto verlas.—Contestó ella sin levantar la mirada y con un tono duro.—Estaré mejor cuando rompamos esta maldición, me está consumiendo por dentro este espíritu.
—¿A qué se refiere con este espíritu?—Preguntó Berenice acercándose de igual forma a ella.
—Tú... eres ella.—Interrumpió el espíritu con un poco de agresividad en su voz.—La bruja... está en ti y te usará para despertar.
Gracias a ese comentario todos se asustaron y miraron al espíritu como buscando refugio para aquello. Lo que su instinto hizo fue alejarse de la tarotista que necesitaba ayuda, lo hicieron simplemente para no relacionarse de más con aquel espíritu de la bruja que aún sin verlo, ya todos le temían
—Eso es mentira.—Dijo Luis mientras la defendía.—Esta mujer tiene toda la intención de ayudarnos y está luchando para que el espíritu de esa bruja no tome el control.
Su explicación fue muy simple pero bastó para que todos los ahí presentes confiaran un poco en ella, a excepción del espíritu de la princesa que seguía a la defensiva.
—Es una trampa, la bruja necesitaba estar aquí para romper los amuletos.—Dijo ahora con un tono de susto.—Ustedes la han traído a donde quería, ahora es más fácil que se conecte con la energía de este lugar y pueda despertar.
Luis y la tarotista no tenían esa intención sin embargo sonaba muy lógico el hecho de estar ahí. La voz que escuchaba Madame Citlali fue muy insistente en llegar hasta ese lugar. Después de lo vivido creían que habían caído en la trampa y ahora debían deshacer todo el daño.
—Nada ha cambiado.—Dijo Madam citlali para dar ánimos.—Si ella quería que viniéramos o no, no importa. Necesitamos estar aquí para romper la maldición.
—¿Puede ser más específica?—interrumpió el profesor Rubén.—¿Cómo rompemos esa maldición?
—Es muy simple...—comenzó la explicación la tarotista.—Este lugar guarda la energía que ella necesita para regresar, pero también la misma que la puede enviar a la tierra de los muertos definitivamente.—Hizo una pausa mientras reposaba en el piso, su cuerpo ya no tenía la energía necesaria para mantenerse de pie.—Esos amuletos tienen al espíritu del Guerrero y al espíritu de la princesa atrapados pero también el alma de la bruja. Cuando la rompamos en la pirámide, los espíritus la llevarán a donde pertenece.—Sus ojos trataban de cerrarse, estaba realmente agotada.—Sin embargo, si no lo hacemos rápido la bruja tomará el control de mi cuerpo y con la muy poderosa magia que maneja nos dejará incapacitados y sin poder hacer nada para que ella regrese. Este lugar la puede hundir o la puede revivir.
Todos se miraron unos a otros y formaron un equipo temporal para poner manos a la obra.
—Bueno, entonces creo que no perdemos nada con intentarlo.—dijo el profesor Joaquín.—Tomemos los amuletos y vayamos a la pirámide para romper la maldición.
El espíritu de la princesa sintió un gran alivio que no duró mucho tiempo pues al saber que era libre y que por fin podía escapar de la maldición de la bruja, lo que había sido su objetivo, podía perderse pues observó que el cuerpo de la tarotista empezaba a cambiar. Efectivamente la bruja comenzó a tomar más control de su cuerpo. La energía que irradiaba ese lugar la estaba alimentando y ahora ella quería levantarse para cumplir su objetivo.
—Me duele mucho la cabeza, pierdo el control.—Comenzó a expresar la tarotista que no pudo levantarse más.—Ella está aquí, por favor hagan algo. Si toma el control no solo yo me hundiré en la oscuridad, todos lo haremos
El grupo ahí reunido sintió temor, no supieron que hacer solo corrieron hacia la tarotista para tratar de auxiliarla, pero de repente una energía incomprensible para ellos los expulsó como un gran viento que se lleva a los árboles. Todos cayeron al suelo golpeándose levemente, el viento que los arrojó seguía saliendo del cuerpo de la tarotista así que no podían acercarse.