Las cinco personas encargadas de ir hasta la gran pirámide para destruir los amuletos corrieron rápidamente esperanzadas que la fuerza de ambos espíritus sería suficiente para contener el poder de la bruja, de eso dependía que todo saliera bien pues si la bruja los alcanzaba, gracias a su gran poder, podría detenerlos en cualquier momento.
La misión parecía muy sencilla para todos ellos, tenían que llegar hasta lo alto de la pirámide, colocar los amuletos que tomaron de las paredes y que llevaban muy velozmente. Al hacerlo, tenían que destruirlos.
Solo había una incógnita; no se habían detenido a pensar cómo debían hacerlo. Quizá con un golpe o con algún hechizo, tal vez existía algún otro método para deshacerse de ellos, pero era una pregunta que sin duda resolverían en el momento que llegaran hasta la cima de la pirámide. Eso es lo que más les preocupaba
—Ustedes dos deben llevar los amuletos hasta la cima.—Indicó el profesor Rubén quien ya había entendido por completo la situación.—Deben darse prisa, no importa si no nos esperan, nosotros llegaremos.
Berenice y Gonzalo habían entendido que su papel era llevar cada uno un amuleto para destruirlo arriba. Se miraron, se sonrieron y se tomaron de la mano para llegar a su destino.
La Gran pirámide estaba a unos 400 metros de ahí pero gracias a la guía del profesor supieron por dónde ir para llegar lo más rápido posible.
La noche ya se había hecho presente en el lugar y en varios puntos no había la iluminación suficiente para ver pero, nuevamente gracias a la intervención de los profesores, quienes iban con sus linternas y conocimiento del lugar, pudieron encontrar la ruta y llegar a la gran pirámide.
—Es aquí, ahora solo falta subir.—Dijo Lorena quien mantuvo el mismo paso que ellos dos para acompañarlos.
—Pues no debemos perder más tiempo, subamos ya.—dijo Gonzalo muy emocionado.
Los tres comenzaron a escalar, anteriormente lo habían hecho como turistas así que sabían lo pesado que es atravesar esos escalones, pero ahora lo hacían con la presión de que algo sobrenatural los estaba siguiendo y con el compromiso de romper la maldición no solo por los espíritus sino también por ellos. Deseaban acabar con esa mala racha en el amor y creían estar muy cerca de lograrlo.
Gonzalo tomó de la mano a Berenice quien se estaba rezagando al subir, él no quería llegar solo. Como todo un caballero quería llegar acompañado de la hermosa mujer.
Habían subido algunos escalones cuando se percataron que una energía diferente comenzaba a envolverlos, al parecer la bruja había encontrado la forma de alcanzarlos y rodear con su oscuridad el camino.
Esa oscuridad nos invadió y les cortó un poco el oxígeno dejandolos incapacitados para seguir avanzando. Ambos se tomaron sus gargantas creyendo que de esta forma podían liberarlas para poder respirar, sin embargo no fue posible.
Después de algunos segundos la primera en caer de rodillas fue Berenice que no soportó esa sensación y esa pesadez en el ambiente. Gonzalo aún podía mantenerse en pie pero al ver que su compañera cayó, se agachó con ella para intentar ayudarla.
Poco pudo hacer pues la oscuridad espesa los estaba rodeando de tal forma que la capacidad para realizar alguna acción estaba imposibilitada. Ambos se miraron y comenzaron a cerrar los ojos producto de la falta de oxigenación.
Se miraron nuevamente y se sonrieron mutuamente como una muestra de gratitud por perecer juntos.
Lorena, que los había seguido de cerca, no estaba padeciendo aquellos efectos. Al parecer la bruja se concentró solo en esas dos personas.
Desesperada y al ver la situación de su amiga y de Gonzalo tomó los amuletos de sus manos y corrió a la cima. Sabía que la única forma de poder auxiliarlos era acabar por completo con la bruja y eso lo lograría una vez que completara la misión de destruir los amuletos en la cima de la pirámide.
Subió lo más rápido que pudo, agradeció el hecho de no haber llevado tacones y de haber escogido aquellos tenis como los profesores le habían recomendado. Lo hizo velozmente y al llegar a la cima los colocó en el suelo.
La gran incógnita ahora estaba por resolverse; cómo debía destruir los amuletos. Parecían objetos simples así que el hecho de tomar algo sólido para destrozarlos no parecía imposible. Desafortunadamente no vió nada que pudiera ayudarle, buscaba ramas o piedras pero la pirámide estaba tan bien cuidada que los trabajadores las habían retirado para tener una mejor visión turística.
Fue entonces que intentó estrellarlos contra el suelo pero era más resistente de lo que pensó y *p*n*s se hicieron un raspón.
El espíritu de la bruja se percató de esto, de aquella nueva enemiga que estaba a punto de lograr su destrucción.
Así que la oscuridad que podía controlar y que estaba asfixiando a Berenice y a Gonzalo la retiró para enviarla hacia Lorena quien seguía intentando desesperadamente destruirlos.
El poder de la bruja estaba limitado así que solo podía atacar a alguien a la vez, decidió concentrar todas sus fuerzas en Lorena quien era su mayor enemigo en ese momento.
A los pocos segundos logró que esa oscuridad la alcanzara y Lorena comenzó a sentir los mismos efectos que Berenice y Gonzalo, esa asfixia penetrante que de inmediato la incapacitó. Pudo ver como un aura espesa de color gris muy oscura la invadía y le quitaba la oxigenación así como la capacidad de hacer cualquier cosa.
Sus esperanzas ahora quedaban en la pareja que intentaba recuperarse de aquella asfixia, se habían salvado por muy poco gracias a que Lorena había llamado la atención de la bruja, pero los efectos de la respiración aún estaban presentes.
—¿Estás bien?—Preguntó Gonzalo que intentaba auxiliar a Berenice.—Necesitamos recuperarnos lo más pronto posible, tu amiga está en peligro.
Esas palabras hicieron que Berenice se incorporara y tratara de reponerse lo más que pudo. Se levantó pero aún se sentía mareada así que no podía mantenerse en pie.