El viento helado de las Highlands soplaba con fuerza,levantando nubes de polvo a su paso mientras los caballos avanzaban por el antiguo camino de piedras que conducía a Dunraven Castle.A lo lejos, las torres del castillo emergían como fantasmas entre la niebla que cubría las colinas,sus piedras grises estaban llenas de siglos de historia.
Sobre su caballo,Laird Duncan Fraser cabalgaba en silencio,con el rostro marcado por la distancia de los años que había pasado.Sus ojos oscuros,no habían olvidado el peso de su pasado.
Tras cinco años de exilio autoimpuesto volvía a las tierras que le pertenecían por derecho,aunque para él Dunraven siempre había sido más una prisión que un hogar.
Los rumores de su regreso ya habían comenzado a circular por las aldeas cercanas.
Sabía que no sería recibido con aplausos ni con los brazos abiertos.Su partida había sido repentina,envuelta en un escándalo que no había hecho más que alimentar las habladurías.Pero eso le daba igual.Había vuelto por una razón,una que mantenía oculta en lo más profundo de su ser.
A medida que las primeras luces del castillo aparecían a lo lejos,su mente regresó a las noches en que había cabalgado por esas mismas colinas,acompañado por las sonrisas de Isabel,la mujer que una vez había amado.
Ella ya no estaba,y con su ausencia ,solo tenía ese vacío en el corazón,que le ahogaba.
Pero en algún lugar entre esas piedras antiguas,tal vez aún lograría escapar de su pasado,tal vez las cosas ahora podrían ser diferentes.
Al cruzar el umbral del castillo,fue recibido por el mayordomo,McLean,cuyo rostro apenas había cambiado con los años.
—Milord,bienvenido de vuelta—dijo McLean.
Duncan no respondió,solo le entregó las riendas de su caballo y se dirigió hacia el interior del castillo.Los pasillos eran largos y mantenían una gran oscuridad,al igual que todo el interior del castillo,como si nadie habitaria en el.
Algo había cambiado desde su partida.Dunraven ya no era solo su prisión;ahora era su única salvación.
Editado: 05.11.2024