Amor Pasado en las Highlands

Capítulo 14° Los MacDougall.

La alborada en las Highlands desplegaba un lienzo de tonos dorados y rosados que se reflejaban en el río serpenteante cerca del castillo de Dunraven.. El aire frío de la mañana llevaba consigo un aroma a brezo y pinos, envolviendo a Eleanor mientras se aventuraba hacia los jardines, buscando un momento de tranquilidad. Las palabras de Duncan resonaban en su mente. Ese hombre podía ser implacable en sus palabras.

El sonido de cascos en la distancia la sacó de sus pensamientos. Se giró justo a tiempo para ver a Duncan galopar hacia el patio principal, con su capa ondeando tras él como un emblema de autoridad. Había algo en su porte que la hacía sentir pequeña y poderosa al mismo tiempo, como si cada decisión suya pudiera desmoronar el mundo o construirlo de nuevo.

Antes de que pudiera pensar demasiado, Fiona apareció tras ella, con un semblante de preocupación.
—Eleanor, ¿has hablado con Duncan esta mañana? —preguntó su hermana, sin rodeos.
—No desde anoche —respondió Eleanor, esforzándose por no mostrar demasiada curiosidad.
—Hay algo que debes saber. —La voz de Fiona que hablo muy bajito, y miró alrededor como temiendo que alguien escuchara—. Los hombres del clan MacDougall se están acercando. Creen que has roto el compromiso con su líder, y… no lo han tomado bien.

Eleanor sintió un nudo en el estómago.
—¿Estás diciendo que vienen aquí por mí?

Fiona asintió, tomándola de las manos.
—Duncan está decidido a protegerte, aunque no lo diga abiertamente. Pero los MacDougall son hombres orgullosos y peligrosos. Debes estar preparada para lo que venga.

Eleanor miró hacia la figura de Duncan en el patio, confiando en él , como si nadie pudiera tocarla mientras él estuviera cerca.

Más tarde, cuando lo encontró en el gran salón, estaba inclinado sobre un mapa, dando órdenes a sus hombres. Levantó la mirada al verla entrar.
—Eleanor, deberías quedarte en tus aposentos —dijo con una voz fría y autoritaria.
—¿Por qué? —preguntó ella, acercándose un paso más.
—Porque no quiero que estés en el medio de todo esto.

Ella arqueó una ceja.
—¿Eso es preocupación por mi seguridad o simplemente quieres apartarme de tus problemas?

Duncan soltó un suspiro y apartó la mirada.
—No es momento para discutir, Eleanor.

Ella, sin embargo, no iba a retroceder.
—Si los MacDougall vienen por mí, entonces yo debo decidir qué hacer.

Él la miró de nuevo, esta vez con algo que parecía más que una simple irritación.
—No entiendes cómo funcionan las cosas aquí, Eleanor. Ellos no vienen a dialogar. Vienen por sangre o por sometimiento.

Un escalofrío recorrió su cuerpo, pero Eleanor mantuvo su postura.
—Entonces me defenderé, Duncan. No soy una niña indefensa que necesita ser protegida en la torre de un castillo.

Un leve destello de admiración cruzó por sus ojos.
—Bien, entonces prepárate para lo que venga —dijo finalmente, con un desafío que reflejaba el fuego en sus propios ojos—. Pero no digas que no te lo advertí.

En el fondo, sabía que Duncan no estaba tan indiferente como quería aparentar. Sabía que Duncan iba a protegerla a toda costa, aunque jamás lo admitiera en voz alta.

Mientras Eleanor abandonaba el salón,con la mirada de Duncan todavía clavada en ella,un estruendo de pasos sonó en los pasillos del castillo,seguido de un grito que llegó hasta ella;"Ya están aquí."




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