Hemit.
Ese hombre de ojos azul petróleo me había hecho enojar.
¿Por qué no respondía mis mensajes?
Eran las 9:00 PM cuando, enojada, apagué mi teléfono móvil y bajé hasta la sala para esperar a Dhina y a Juanpa.
Ellos me habían invitado a salir.
¿Quizá a comer un helado o a dar una vuelta?
Mis hermanos habían convencido a papá para salir así que no tendría que preocuparme por pedirles permiso.
Me imaginé que posiblemente, ellos tardarían más que yo en regresar y debido a eso, nunca se enterarían de mi salida.
Pero en caso de que ellos volvieran antes, tampoco tendría que preocuparme porque ¿Acaso saldría a hacer algo indebido?
Al bajar y llegar a la sala descubrí que las luces estaban apagadas. Pero aun así pude ver que el reflejo de la luna entraba por la ventana que estaba abierta y entonces fruncí el ceño.
¿Por qué la ventana estaba abierta?
Quise caminar hacia la misma para cerrarla, pero escuché un ruido. El ruido era como el sonido de alguien quejándose o lamentándose.
Inicialmente creí que había sido mi imaginación, pero nuevamente escuché ese sonido.
Yo me quedé quieta, era imposible que se tratara de lo que creía, pero mi corazón empezó a palpitar más seguido y mi mente me empezaba a jugar una mala pasada.
«Te odio por hacerme ver películas de terror y suspenso Harry», pensé.
Una vez más escuché el extraño sonido y esta vez el lamento fue más extendido que los anteriores.
Yo sabía que mis hermanos y mi padre no estaban y dudaba que algún vecino quisiera asustarme.
«¿Qué hago?», pensé.
Muy despacio, comencé a dar pequeños pasos hasta donde sabía que estaba el interruptor y con mis ojos muy abiertos, inspeccionaba a mi alrededor.
Y entonces vi algo blanco, mejor dicho, vi una sombra blanca… y yo corrí para encender las luces, pero antes de llegar al interruptor tropecé… y caí.
Emití un quejido, pero dejé de quejarme cuando mis ojos vieron que aquella cosa blanca se acercaba, lentamente.
Entonces cerré mis ojos, algo más que estúpido, lo sé, pero en el momento solo pensé en la frase: 'Ojos que no ven, corazón que no siente'.
«Pero, ¿qué sucede contigo, Hemit? No existen los fantasmas», me reprendí mentalmente.
Abrí mis ojos y sentí que una mano se posó en mi hombro.
«Es un asesino, los fantasmas son espíritus y se supone que no tienen huesos», pensé.
Busqué con mi tacto algo, aunque sabía que estando tirada en el piso nada encontraría, pero al parecer la suerte me favoreció porque pude atrapar un objeto de contextura dura y aunque estaban algo pesado, lo levanté y golpeé a la cosa.
— ¡Ay! —escuché el quejido, pero yo quería acabar con el sujeto pues reconocí por su voz que era un hombre.
Desafortunadamente el hombre me quitó el objeto y me sujetó por los hombros.
— ¡Suélteme desgraciado! —grité mientras él me zarandeaba.
— ¡Hemit tranquilízate!
Esa voz, yo la conocía.
— ¿Dany? —pregunté.
— Sí, soy yo —dijo.
Pude ver, a pesar de la oscuridad, el momento en el que se levantó y encendió las luces.
Cerré mis ojos y los abrí lentamente… y entonces vi la sábana blanca con dos agujeros; agujeros que seguramente habían sido hechos por Dany para poder ver.
¿De verdad mi hermano había agujerado una sábana?
Los dos empezamos a reír como dementes, pero en mi caso terminé llorando pues aunque fue algo gracioso, realmente me había asustado.
Dany quiso acercarse, pero el timbre sonó y él caminó hacia la puerta. Entonces pude escuchar las voces de mis amigos quienes momento después aparecieron.
Cuando ellos me vieron corrieron hacia mí.
— ¿Qué sucedió? —preguntó Juanpa.
Pero yo aún no podía hablar.
— ¿Qué le hiciste a mi amiga? —preguntó Dhina.
— ¿Y tú quien eres? —interrogó mi hermano.
Ninguno respondió y entonces sí pude hablar.
— De… deja… déjalo Dhina —logré decir y empecé a retirar mis lágrimas.
Me levanté y sentí un ardor en mi rodilla. Miré y vi que tenía una raspadura y que la misma sangraba.
— ¿Cómo te hiciste esa herida? —preguntó Dhina.