Amor Sin Altura - Libro 1 Shb

CAPÍTULO 9

Hemit.

Abrí mis ojos y los volví a cerrar. Los abrí nuevamente y percibí la oscuridad de mi habitación.

¿Y por qué estaba todo oscuro? 

Yo siempre dejaba la luz de mi baño encendida pues no me gustaba dormir totalmente a oscuras.

Me levanté y sentí que mi cabeza explotaría.

«Yo Hemit Buitrago, juro solemnemente no volver a tomar alcohol», prometí.

Tanteando, tropecé con algo y fue allí donde descubrí que no estaba en mi habitación. 

¿Y entonces en qué lugar me encontraba?

Hice un esfuerzo para recordar algo, pero nada.

— Dany, si esta es otra de tus bromas, juro que vas a arrepentirte —dije.

— ¿Hablas de tu hermano Dany? —escuché.

Esa voz era delicada, pero aun así me asustó porque era totalmente desconocida para mí.

— ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?

La luz fue encendida y entonces vi a la persona que había hablado.

Era una joven de piel morena, cabello caoba y ojos azules.

— Muy extraño —expresé.

— ¿Qué cosa?

«Pues que creí que todos los que poseen ojos azules y cabello caoba, eran de piel blanca», pensé, pero obvio no diría eso.

— Tu rostro me parece conocido.

— Escucho eso frecuentemente. 

— Aún no me has dicho tu nombre y tampoco me has dicho dónde estoy.

— Mi nombre es Luisa y estás en mi casa, Hemit.

— ¿Cómo sabes mi nombre? ¿Y por qué estoy en tu casa? —pregunté. 

— Mi hermano te trajo anoche, estabas drogada.

— ¿Qué? 

— Lo que escuchaste, uno de tus amigos echó Cannabis en tu bebida.

— ¿Cannabis? ¿Qué es eso?

— Es una droga que literalmente te relaja o para que entiendas mejor, es una droga que te eleva hasta las nubes.

— ¿Fui drogada? Pero si yo no recibí bebida algu… Juanpa —dije gruñendo su nombre.

— Lo lamento —dijo Juanpa apareciendo en la habitación.

Observé a mi amigo y bajé la mirada.

— ¡No puede ser! —expresé.

— ¿Qué no puede ser? —preguntó Luisa.

— Aún estoy drogada y alucino con tener poderes mágicos que hacen aparecer a mi amigo.

Vi cuando mi amigo empezó a moverse en un extraño y vergonzoso baile.

Me senté y llevé mis manos a mi cabeza.

— ¡No puede ser! 

— ¿Qué sucede? —preguntó Luisa.

— Estoy alucinando que veo a mi amigo Juanpa bailar y es una tortura.

Luisa empezó a reír y Juanpa dejó de bailar.

— Tú bailas peor que yo, al menos yo no bailo en público —gruñó Juanpa.

— Hemit, no estás alucinando. Anoche llegaste aquí porque como te dije, estabas drogada.... y el culpable es tu amigo aquí presente —comentó ella.

— ¿No estoy alucinando?

— No.

— ¿Y tú hermano me trajo hasta aquí?

— Sí.

— ¿Y fue drogada por mi amigo?

— Sí.

— Y… ¿Por qué motivo me drogaste? —le grité a mi amigo.

Juanpa se paró frente a mí y sacó ¿Una moneda? La puso frente a mis ojos y empezó a moverla de izquierda a derecha... y yo empecé a seguir ese movimiento como una tonta.

— Estás alucinando, tu amigo Juanpa o sea yo, no te drogó —dijo… y entonces yo fruncí el ceño al entender lo que pretendía… y lo pellizqué.

— ¡Aaaaaay! —se quejó.

— Estás alucinado, tu amiga Hemit no te pellizcó.

Las carcajadas de Luisa sonaron por toda la habitación.

— Ustedes me superan —expresó y vi cuando se secaba algunas lágrimas.

¿Qué era tan gracioso?

— Ustedes son muy graciosos —expresó.

— Creo que me iré de aquí —dije, pues nada de lo que había pasado me parecía gracioso.

— No puedes irte, Hemit —habló Juanpa.

— No hasta que estemos seguro de que estás bien —comentó ella.



#21068 en Otros
#3216 en Humor
#32901 en Novela romántica

En el texto hay: trillizos, humor y amistad, romance amor

Editado: 25.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.