Amor Sin Altura - Libro 1 Shb

CAPÍTULO 19

Hemit.

Entre la campaña publicitaria y los exámenes de mitad de semestre, pasé los siguientes días.

Afortunadamente Juanpa se ofreció para que estudiáramos juntos.

— Hemit, has estado actuando muy extraño —expresó Dhina.

En el momento estábamos en la cafetería de la universidad.

— ¿De qué hablas?

— Hablo de tu comportamiento cuando estás cerca de 3B.

— Parece que ahora lo odias demasiado —comentó Juanpa.

— Si yo no te conociera juraría que...

— Dhina, no quiero hablar sobre el enano. Afortunadamente su dichosa campaña publicitaria llega a su fin esta semana —interrumpí.

— Yo me he divertido mucho —expresó Juanpa.

— Pues yo no. No hay nada divertido en que te pongan a sudar como pollo.

— ¿El pollo suda? —preguntó Dhina.

— Una vez vi cuando mataron a un pollo joven.

— ¿Cómo hiciste para saber que era joven? —preguntó Juanpa.

— ¿Me dejarán hablar? —cuestioné.

— Calma mujer —dijo Dhina.

— Lo que quería decir es que después que matan a un pollo, gallo o gallina, entonces lo despluman y lo colocan sobre el fuego… y entonces comienza a sudar.

— ¿Has matado a uno de esos animales? —preguntó m amiga.

— Sí.

— ¡Asesina! —exclamó Juanpa y tanto Dhina como yo sonreímos.

Nuestro amigo estaba en contra de matar a los animales con fines alimenticios, pero él mismo se contradecía porque le gustaba la carne de res, la carne porcina, la carne de gallina; creo que a Juanpa le gustaba todo tipo de carne.

— Ya dejen de burlarse y mejor dinos el motivo por el que dices que sudabas como crío de gallina.

— Pues por los ejercicios físicos que hacíamos.

— ¿De qué ejercicios hablas? —preguntó Dhina.

— Pues de las zancadas, los abdominales, las flexiones de pecho, las sentadillas, las prácticas de boxeo, entre otros ejercicios físicos.

— ¿Hiciste todo eso? —preguntó Dhina.

— Ahora entiendo el motivo por el que tus piernas glúteos lucen más grandes —expresó Juanpa.

Los miré un instante y entonces entendí.

— ¡Mataré a Joel!  —expresé y me levanté de donde estaba.

Mis amigos me miraron sin comprender, pero en el momento no quería dar explicaciones.

— Creo que mejor mataré a cierto hombre de ojos azules.

Me alejé de mis amigos y tomé un taxi. Si contaba con suerte, encontraría a mi objetivo.

Cuarenta minutos después, llegué a la agencia y le pedí al taxista que esperara un momento.

Caminé hacia la entrada y la recepcionista no me impidió el paso.

Vi a Joel y me acerqué a él.

— ¿Me prestas dinero?

— ¿Hemit?

— Sí soy yo ¿Me prestarás el dinero o no?

— ¿Para qué?

— Salí de la universidad y tomé un taxi, llegué hace un instante y me di cuenta de que no y tengo con qué pagar.

— Está bien.

Joel sacó su cartera y tomó un billete de 50 mil.

— Perfecto.

Salí y el taxista parecía estar enojado, pero cuando me vio, cambió la expresión de su rostro. 

Le entregué el billete.

— Quédese con el cambio —dije.

— Gracias señorita —expresó y sonrió.

Regresé y Joel me esperaba en la entrada y al parecer se dio cuenta de lo que hice porque su ceño estaba fruncido.

— Me debes 50 mil.

— Joel, justo contigo quería hablar porque necesito entender algo —suspiré—. Yo quisiera saber el motivo por el que me hiciste sudar como un animal y en cambio Sander…

— ¡Oh!

Él retrocedió un paso.

— No me debes nada Hemit, piensa que te hice un favor.

— No te atrevas a dar un paso mas.

— Hemit, yo solo seguía órdenes.

— ¿Órdenes del dueño de esta agencia?

— Sí.

— Puedo perdonarte si me dices…

— No puedo traicionar a Bernard; no puedo decirte cuál era el objetivo.

— Así que tuvo un motivo.

— No te diré nada.



#21069 en Otros
#3216 en Humor
#32903 en Novela romántica

En el texto hay: trillizos, humor y amistad, romance amor

Editado: 25.06.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.