Hemit.
Entre la campaña publicitaria y los exámenes de mitad de semestre, pasé los siguientes días.
Afortunadamente Juanpa se ofreció para que estudiáramos juntos.
— Hemit, has estado actuando muy extraño —expresó Dhina.
En el momento estábamos en la cafetería de la universidad.
— ¿De qué hablas?
— Hablo de tu comportamiento cuando estás cerca de 3B.
— Parece que ahora lo odias demasiado —comentó Juanpa.
— Si yo no te conociera juraría que...
— Dhina, no quiero hablar sobre el enano. Afortunadamente su dichosa campaña publicitaria llega a su fin esta semana —interrumpí.
— Yo me he divertido mucho —expresó Juanpa.
— Pues yo no. No hay nada divertido en que te pongan a sudar como pollo.
— ¿El pollo suda? —preguntó Dhina.
— Una vez vi cuando mataron a un pollo joven.
— ¿Cómo hiciste para saber que era joven? —preguntó Juanpa.
— ¿Me dejarán hablar? —cuestioné.
— Calma mujer —dijo Dhina.
— Lo que quería decir es que después que matan a un pollo, gallo o gallina, entonces lo despluman y lo colocan sobre el fuego… y entonces comienza a sudar.
— ¿Has matado a uno de esos animales? —preguntó m amiga.
— Sí.
— ¡Asesina! —exclamó Juanpa y tanto Dhina como yo sonreímos.
Nuestro amigo estaba en contra de matar a los animales con fines alimenticios, pero él mismo se contradecía porque le gustaba la carne de res, la carne porcina, la carne de gallina; creo que a Juanpa le gustaba todo tipo de carne.
— Ya dejen de burlarse y mejor dinos el motivo por el que dices que sudabas como crío de gallina.
— Pues por los ejercicios físicos que hacíamos.
— ¿De qué ejercicios hablas? —preguntó Dhina.
— Pues de las zancadas, los abdominales, las flexiones de pecho, las sentadillas, las prácticas de boxeo, entre otros ejercicios físicos.
— ¿Hiciste todo eso? —preguntó Dhina.
— Ahora entiendo el motivo por el que tus piernas glúteos lucen más grandes —expresó Juanpa.
Los miré un instante y entonces entendí.
— ¡Mataré a Joel! —expresé y me levanté de donde estaba.
Mis amigos me miraron sin comprender, pero en el momento no quería dar explicaciones.
— Creo que mejor mataré a cierto hombre de ojos azules.
Me alejé de mis amigos y tomé un taxi. Si contaba con suerte, encontraría a mi objetivo.
Cuarenta minutos después, llegué a la agencia y le pedí al taxista que esperara un momento.
Caminé hacia la entrada y la recepcionista no me impidió el paso.
Vi a Joel y me acerqué a él.
— ¿Me prestas dinero?
— ¿Hemit?
— Sí soy yo ¿Me prestarás el dinero o no?
— ¿Para qué?
— Salí de la universidad y tomé un taxi, llegué hace un instante y me di cuenta de que no y tengo con qué pagar.
— Está bien.
Joel sacó su cartera y tomó un billete de 50 mil.
— Perfecto.
Salí y el taxista parecía estar enojado, pero cuando me vio, cambió la expresión de su rostro.
Le entregué el billete.
— Quédese con el cambio —dije.
— Gracias señorita —expresó y sonrió.
Regresé y Joel me esperaba en la entrada y al parecer se dio cuenta de lo que hice porque su ceño estaba fruncido.
— Me debes 50 mil.
— Joel, justo contigo quería hablar porque necesito entender algo —suspiré—. Yo quisiera saber el motivo por el que me hiciste sudar como un animal y en cambio Sander…
— ¡Oh!
Él retrocedió un paso.
— No me debes nada Hemit, piensa que te hice un favor.
— No te atrevas a dar un paso mas.
— Hemit, yo solo seguía órdenes.
— ¿Órdenes del dueño de esta agencia?
— Sí.
— Puedo perdonarte si me dices…
— No puedo traicionar a Bernard; no puedo decirte cuál era el objetivo.
— Así que tuvo un motivo.
— No te diré nada.