Hemit.
Desperté y sabía perfectamente dónde estaba; sabía perfectamente lo que había pasado entre Bernard y yo.
¿Me arrepentía?
No, no estaba arrepentida de nada porque el enano de cierta forma me atraía.
Recordé que fui yo quien prácticamente lo sedujo, en mi defensa fue el champagne.
«Mentira, estabas en tus cinco sentidos y sabías muy bien lo que hacías», habló de nuevo esa voz acusadora.
Me levanté y busqué mi ropa.
¿A dónde había ido Bernard?
Salí de su habitación y casi llegando a la sala, escuché voces.
— Bernard, metiste a una mujer a la casa —escuché y reconocí la voz de Luisa.
— No.
— ¿A un hombre? —preguntó y quise reír, pero me contuve.
— ¿Qué? ¡No!
Escuché sus carcajadas.
— Iré a sacar a la fulana
— ¡No! Espera.
Me escondí pues no quería que ella me descubriera y pronto dejé de escuchar voces.
Salí y no vi a nadie.
«Es mi oportunidad para huir», pensé.
Pude ver mi teléfono sobre el sofá donde todo había empezado, lo tomé y salí sin emitir ningún sonido.
Detuve un taxi y le pedí al conductor que me llevara a mi casa.
Revisé mi teléfono y vi las llamadas perdidas de Andy, pero una de ellas había sido tomada.
Afortunadamente tenía el grabador de voz activado así que pude escuchar la llamada.
— No lo puedo creer —dije cuando terminé de escuchar la conversación.
Bernard no le había dicho a mi hermano que me había acostado con él, pero mi hermano no era un tonto.
— ¿Pasa algo señorita?
— Cambio de planes, lléveme a casa de mi amiga.
— ¿Y cuál es la dirección de casa de su amiga? —preguntó.
Le di la dirección y él giró pues la casa de mi amiga estaba en dirección opuesta a la mía.
Cuando llegué, me bajé y pagué.
Tomé un respiro y antes de entrar a casa, decidí llamar a mi hermano mayor.
'Andy, antes de que digas algo, sí, me acosté con él', dije.
'¿Con quién te acostaste? Lo mataré’, escuché.
¿Dany? ¿Qué haces con el celular de Andy?
No has respondido ¿Con quién te acostaste?
'¿Qué dijiste? ¿Acaso escuché bien?', escuché y esa era la voz de alguien más; era la voz de Harry.
Sin decir nada más, terminé la llamada.
¿Podía mi día empeorar?
Ahora los trillizos sabían que su hermana ya no era virgen.
Opte por entrar a casa de Dhina. Ya tendría tiempo para enfrentar a mis hermanos.
Su madre me recibió y me indicó que ella estaba en su habitación.
Cuando entré me tiré encima de ella pues estaba dormida… y ella inmediatamente se removió y sentí cuando me pellizcó.
— ¡Oye! —dije.
— Lo siento, creí que era mi hermano menor —expresó.
La fulminé con la mirada.
— No me mires así, tú te lo buscaste.
— Vengo buscando consuelo y tú me agredes.
Ella inmediatamente se acercó y me abrazó.
— Ya bebé, pronto pasará ¿Quieres una paleta?
La empujé y ambas empezamos a reír como dementes.
— Veo que estás muy risueña y me pregunto la razón.
— Ni te imaginas amiga.
— Espera...
La vi salir y yo me acosté sobre su cama, esperé... y quince minutos después la vi entrar con un recipiente lleno de palomitas.
— ¿Es de verdad?
— Ayer, mamá y mis hermanos vimos películas y sobró, estaba calentándolas.
— ¿Por qué?
— Porque cada vez que tú llegas a mi casa en horas de la mañana, es porque algo extraordinario ha ocurrido.
Desvié la mirada. Ya me estaba arrepintiendo de haber ido.
— Veo que no estoy tan equivocada —expresó.
— Promete que no dirás nada hasta que haya finalizado de contarte.
— Lo prometo.
Y así terminé diciéndole todo desde mi cita fallida, hasta la conversación con Danny, previo a entrar a su casa.