Hemit.
Estaba sentada en la cabecera de mi cama mientras que Dhina estaba atravesada en el medio y Juliana estaba acostada en la parte inferior.
Ellas miraban hacia el techo y yo miraba mi celular.
— Hemit, el techo de tu casa es gris —expresó Dhina.
— No, es color plomo —comentó Juliana.
— ¿Tú qué dices? —preguntó Dhina.
— Digo que no voy a entrar en una tonta discusión sobre cuál es el color del techo de mi casa.
Afortunadamente, el mensaje que estaba esperando llegó.
'Ya estoy aquí', leí.
— Ya regreso.
— ¿A dónde vas? —preguntaron.
— No tardaré.
Salí de mi habitación y caminé rápidamente hacia la puerta de entrada a mi casa.
Vi cuando Andy se acercaba a la puerta.
— Detente Andy, quien está afuera vino a visitarme a mí.
Mi hermano se detuvo y yo abrí la puerta y a quien primero vi fue a Bernard.
No sabía dónde meterme ¿Por qué estaba él en mi casa?
— ¡Oye! Dime si tú has visto alguna ves esa película donde las mejores amigas se van a las Vegas y los mejores amigos también, entonces ellos coinciden y terminan borrachos y, al día siguiente, se dan cuenta de que se casaron mientras estaban ebrios —habló Andy y Bernard desvió su mirada de mí hacia mi hermano.
— ¿Hablas de locuras de amor en las Vegas? —preguntó Luisa a quien no había visto.
— Sí —respondió Andy.
— Luisa me hizo verla —expresó Bernard y Andy sonrió.
Lo próximo que vi fue el golpe que mi hermano lanzó; golpe que impactó el rostro de Bernard.
— Tú sabes porqué —dijo Andy y dando media vuelta se alejó.
Luisa siguió a mi hermano y sé que lo insultaba, pero no escuché lo que decía porque estaba preocupada por Bernard.
Yo lo hice entrar y lo llevé a la cocina.
Tomé una bolsa de hielo y me quité la blusa, quedando solo en un top… y tras poner hielo en mi blusa, la puse directamente en su ojo derecho pues ya se empezaba a formar un hematoma.
— Lamento que mi hermano te golpeara.
— Supongo que me lo merecía.
— Nunca he estado de acuerdo con la agresión física; yo creo que las cosas se resuelven hablando.
— Sí, tienes razón. Esta mañana quería hablar contigo, pero huiste.
Mis ojos y los de él se cruzaron.
¿Qué se supone que diría?
— No hables ¿Acaso no te duele? —pregunté al mismo tiempo que presionaba un poco sobre el golpe.
— Lo disfrutas, ¿cierto? —preguntó.
— Un poco. Ahora ven, vamos a la sala para que estés más cómodo.
— ¿Te preocupas por mí?
— Vamos a la sala —expresé.
Lo llevé a la sala y lo hice sentar, pero lejos de Andy.
— ¿Qué pasó? —preguntó Dhina.
Observé que las chicas y mis hermanos estaban todos sentados.
— Yo lo golpeé —respondió Andy.
— ¿Por qué? —preguntó Juliana.
— Se lo merecía —respondió, encogiéndose de hombros.
— Eres un violento, un cavernícola; debería demandarte —expresó Luisa.
— ¿Y qué cargos presentarás en mi contra? —preguntó Andy en tono de burla.
— Abogaducho de pacotilla —dijo Luisa.
— Médica de quinta —se defendió Andy.
— ¡Basta los dos! —intervine.
— ¿Y tú por qué estás desnuda? —preguntó Dhina.
— Yo…
Todos los ojos se volvieron hacia mí.
— Solo quería ayudar y ahora iré a cambiarme. Chicas, vengan —dije.
— ¿Qué están planeando? —preguntó Bernard.
— ¿No te lo dijo tu amargada hermana? Ellas tendrán una noche de ''chicas'' —comentó Andy.
— Pues entonces nosotros tendremos una noche de chicos —expresó Bernard.
— ¿Y qué harán contarse secretos? —se burló Dhina.
— Puede que contratemos algunas bailarinas —dijo Dany.
— Nada de bailarinas; no olviden la promesa —expresé.
Caminé junto a mis amigas, pero recordé algo y me devolví.
— No quiero que discutan y tampoco quiero golpes —dije señalando primero a mi hermano mayor y luego a Bernard.