Hemit.
El día esperado llegó.
Papá, mis hermanos y yo, volamos hasta San Andrés. Al día siguiente, celebraríamos el cumpleaños de nuestro padre y al siguiente día, el cumpleaños de los trillizos.
Algo que me llamó la atención fue que Dhina y Dany no se dirigieron la palabra.
¿Qué había pasado entre ellos?
Ya tendría tiempo para investigar al respecto, pero eso sería más adelante porque lo primero que planeaba hacer al llegar, era dormir.
Mis hermanos fueron quiénes hicieron la reservación.
Papá, Andy, Dany y Harry, reservaron cada uno una habitación. Por mi parte, no tuve problema en compartir habitación con Dhina.
Pero sé que a Dany no le agradó la idea de compartir habitación con Juanpa.
¿Y quién había sugerido que ellos compartieran habitación?
Sí, fui yo.
— Iré a nadar un poco, deberías venir conmigo —expresó Dhina.
— No, los viajes usualmente me cansan, pídele a Dany que te acompañe.
— Él no me dirige la palabra.
— ¿Por qué?
— Luego te digo, ahora iré a nadar y decidí que invitaré a Juanpa.
— Eso, empieza a poner en marcha nuestro plan.
Observé cuando mi amiga se puso un vestido de baño de color violeta y posteriormente salió.
Por mi parte, me duché, me acosté… y me dormí.
Cuando desperté, encendí la tv y busqué algo para ver. Por suerte, encontré que estaban dando una maratón de mi velocista favorito.
Vi un par de capítulos hasta que fui interrumpida.
Me levanté y abrí la puerta e intenté cerrarla cuando vi a la persona que había venido para alterar mi reposo, pero no pude.
— ¿Qué haces aquí, enano? —pregunté, pero mi vista no estaba puesta en su rostro.
— Vine para hacerte compañía.
— ¿Y quién te dijo que necesito compañía?
Él entró e ignoró mi pregunta.
— ¿Quién te dio permiso para entrar?
— ¿Te gusta las series de ficción?
— Estaba viendo una película.
— ¿Cuál?
Presioné el botón regresar y afortunadamente estaban pasando una película.
— ¿Troya? —preguntó.
— Sí ¿Algún problema?
Él se sentó en la cama.
— Chiquilla inma…
— ¡No me digas así!
— ¿Por qué no me has mirado?
Me atreví a mirarlo, pero no pude sostener su mirada.
— Quiero que te vayas.
— ¿Segura?
Yo caminé hacia la puerta y le indiqué que saliera. Él se levantó y caminó hacia la salida o eso creí.
Bernard me atrapó por la cintura con sus manos y subió una de ellas hasta mi rostro.
Sentí su delicada caricia y por inercia cerré los ojo. Entonces sus labios se posaron en mi mejilla derecha, dejando un beso.
Abrí mis ojos y él sonrió.
— Quiero nadar, te espero a orillas de la playa —expresó y después salió.
¿Acaso deseé que me besara en los labios?
«Eres una tonta Hemit».
Salí y pude ver que aún no se había alejado demasiado.
— ¡Te quedarás esperando, enano!
Él giró y me hizo un guiño antes de continuar su camino.
Entré y empecé a revolver mi equipaje, quise buscar un vestido de baño que no solo me hiciera ver bien; yo quería un vestido de baño que me hiciera ver divinamente.
Pero obviamente, no tenía algo así.
Mi vista viajó hacia el equipaje de Dhina y cuando quise reaccionar, ya había puesto el equipaje sobre la cama.
Busqué y pude ver que tenía un poco más de siete vestidos de baños.
¿Acaso ella había olvidado que solo estaríamos allí tres días?
Encontré un vestido de baño fucsia. El vestido era de dos piezas y parecía ser de mi talla.
Afortunadamente, ambas éramos de la misma talla en busto.
Me coloqué dicho vestido y solté mi cabello. No me miré en el espejo porque quizá me hubiera arrepentido.
Saqué un camisón marrón y me lo puse por encima. Después salí y dirigí mis pasos hacia la playa.
Visualicé a Dhina quien estaba junto a Juanpa y caminé hacia ellos.