Bernard.
Hemit y yo finalmente habíamos quedado solos y yo quise aprovechar el momento.
— Creí que nunca nos dejarían solos —comentó ella.
— ¿Ahora sí estás dispuesta hablar?
Ella asintió.
— Bien, lo diré antes de que me arrepienta —suspiró—. Cuando miré tu perfil en la Web, me pareciste el hombre más guapo que había visto y cuando te vi en persona, seguiste pareciéndome el hombre más guapo que había conocido.
— Tú me enviaste un mensaje…
— Sé lo que te escribí. Pero quiero que sepas que ese día me había enojado con Dany y con Dhina porque teníamos una regla de no hacer nada en nuestra casa.
— ¿A qué te refieres?
— A no mantener relaciones sexuales con nadie. Yo me fui de la casa y estuve en casa de mi amigo Juanpa, entonces te vi en la universidad… y luego vino la campaña publicitaria.
Ella hizo una pausa y yo esperé.
— Bernard, sé que te dije que tú y yo no podíamos tener nada, pero tú con tu insistencia me hiciste pensar en que es posible encontrar a alguien capaz de hacer todo por enamorarte.
Ella hizo una nueva pausa para tomar aire.
— Sí, me enamoré de ti y no sé cuándo, pero sí sé el porqué. Tú eres una de las personas más buenas que he conocido. Tú te ganaste todas mis primeras veces; tú realmente me enseñaste que el amor no tiene en cuenta medidas, ni prejuicios.
— ¿Estás diciendo que me amas? —pregunté.
Hemit se sonrojó.
— Yo…
Ella desvió la mirada.
— Olvídalo, no diré esa palabra primero que tú, ni siquiera sé si estás enamorado de mí.
Yo me levanté, me acerqué a ella y la besé. Saboreé sus labios y le di pequeños mordiscos.
— ¿Aún dudas de mis sentimientos hacia ti? Hemit, yo sí te…
Un carraspeo nos interrumpió.
Hemit y yo levantamos la mirada para ver a una mujer quien sostenía una gran bandeja.
— Su desayuno.
La mujer dejó los tres platos sobre la mesa. También dejó tres vasos, los cubiertos y tras desearnos buen apetito, se marchó.
— ¿Deberíamos guardarle la comida a tu amigo?
— No, él debe estar comiendo en algún otro lugar.
Sonreímos.
— Lo que quería decir antes, es que sí estoy enamorado de ti. Yo te amo.
— Papá dice que, cuando te enamoras, quieres estar al lado de esa persona porque aún no has visto sus defectos. Pero cuando amas, ves los defectos de la persona de la que te enamoraste y, aun así, decides permanecer a su lado porque sabes que él o ella vale la pena ¿No crees que es muy pronto para decir esa palabra?
— Hemit, yo he cuidado de ti ¿Olvidaste cuando te llevé a mi casa por primera vez? Yo he hecho cosas para mantenerte cerca ¿Olvidaste cuando te incluí en la campaña publicitaria de la universidad? Yo no soporto que alguien se acerque a ti ¿Olvidaste que arruiné tu cita? Yo quiero saber todo de ti ¿Olvidaste que he chantajeado a tu hermano y amigo? Yo conozco tus defectos y aún así quiero estar contigo ¿Realmente dudas de mi amor por ti?
Ella se inclinó un poco hacia adelante.
— ¿De qué defectos hablas?
— Mejor hablaré de tus virtudes.
— Nada de eso, dime aunque sea uno.
— Eres impuntual.
— Eh… sabes, mejor háblame de mis virtudes.
— Bien.
— Eres sincera, buena hija, hermana y amiga, aunque a veces eres muy estricta.
— Enano, estamos hablando de mis virtudes, no de mis defectos.
— ¿Nunca dejarás de decirme enano?
— ¿Dejarás de decirme chiquilla inmadura?
— No.
— Pues ya tienes tu respuesta.
— ¿Aceptarás ser mi novia?
— Me has perseguido durante poco más de cuatro meses ¿Y es así como me lo pides?
— ¿Cómo quieres que te lo pida?
— Sorpréndeme 3B.
— Aceptaré el reto. Pero ahora, desayunemos.
Desayunamos en un cómodo silencio, incluso compartimos el que era el desayuno de Juanpa.
Al terminar la acompañé hasta su habitación.
— ¿Nos veremos en el almuerzo? —pregunté.
— Sí, no quiero perderme la reacción de papá cuando vea a mis hermanos.
Realmente no quería alejarme de ella, pero debía hacerlo porque mi objetivo era que ella aceptara ser mi novia.